martes, 23 de agosto de 2011

La Haya reclama a Saif al Islam para juzgarlo


EL PAIS
Los rebeldes se resisten a entregar al hijo de Gadafi a la Corte Penal Internacional, para procesarlo en Libia


La justicia internacional ha vivido hoy lunes una jornada agitada y plena de incertidumbre. La captura de Saif al Islam, segundo de los ocho hijos de Muamar el Gadafi, por las tropas rebeldes libias, ha derivado en un tira y afloja entre la Corte Penal Internacional (CPI) y el Consejo Nacional de Transición libio (CNT). De la mano de su fiscal jefe, Luis Moreno Ocampo, la primera ha reclamado la entrega de Saif al Islam. Le considera "responsable indirecto de la represión desatada contra los civiles entre el 15 y el 20 del pasado febrero", y le acusa por ello de crímenes contra la humanidad. Si bien la Corte espera que sea procesado por sus jueces, los rebeldes libios no se ponen de acuerdo sobre el futuro del vástago llamado en su día a suceder a Gadafi. Tras varios contactos oficiales entre la CPI y los responsables del Consejo de Transición, la situación ha quedado en tablas.

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Saadi, uno de los hijos de Gadafi, en una imagen de 2010.- MAHMUD TURKIA

Muamar el Gadafi
A FONDO
Nacimiento: 1942
Lugar:Sirte
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Los rebeldes someterán a votación la eventual extradición de Saif al Islam a La Haya, sede de la Corte. El fiscal Ocampo, por su parte, ha asegurado que apoyaba "los esfuerzos de las autoridades por estabilizar el país". También ha prometido "seguir investigando los crímenes cometidos en Libia contra los libios". No hay que olvidar que el propio Gadafi es el principal imputado, y sobre él pesa desde junio una orden de arresto oficial. Lo mismo ocurre con Abdulá Senusi, su jefe de los servicios de espionaje.

En un giro inesperado, la televisión árabe Al Yazira ha asegurado hoy que tanto este último como Jamis Gadafi, otro hijo del líder libio, habían sido hallados anoche muertos. Jamis, junto a su hermano Mutasim, es el jefe de las dos brigadas militares más poderosas del régimen. Ambos han llevado el peso en la guerra para aplastar las revueltas que comenzaron el pasado febrero. Sin embargo, han quedado fuera de la lista de la CPI.

Negociaciones

Las negociaciones entre la Corte y el Consejo Nacional de Transición libio con respecto a Saif al Islam reflejan los vertiginosos cambios provocados por la batalla final de Trípoli. Aunque los rebeldes no dan de momento muestras de revanchismo en su deseo de juzgar a su prisionero, las tensiones internas sobre el particular son evidentes. Saif, con un perfil político mucho más relevante que el de sus hermanos, puede convertirse en una baza de los insurgentes en la negociación con Gadafi.

Tampoco está claro el futuro de Mohamed, el primogénito, que el dictador libio tuvo con su primera esposa. Mohamed, empresario, está en arresto domiciliario tras haberse entregado a los rebeldes.

Un tercer hermano, Saadi, está en manos de los rebeldes. Jamis y Mutasim Gadafi seguirían luchando junto a su padre.

Para la justicia internacional, la situación es complicada. Este es uno de los casos estrella de la CPI, que ha recibido del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la orden de investigar los crímenes cometidos en Libia. Todo fue muy deprisa. Cien días después de que la comunidad internacional se organizara para derrocar a Gadafi, el fiscal Ocampo pidió el arresto del dictador. "Hay razones para pensar que concibió y orquestó un plan para atacar a la población", dijo. Luego convenció a los jueces para que ordenaran el arresto. "Tenemos pruebas suficientes para ir a juicio casi de inmediato", añadió el jurista. A pesar de ello, si los rebeldes demostraran ahora que los tribunales libios están en condiciones de organizar un juicio imparcial, la Corte podría delegar el caso a Trípoli. La justicia internacional solo actúa cuando no puedan, o no quieran hacerlo, las instancias locales. Pero el proceso sería complejo.

Saif al Islam, el sucesor

Mientras se aclaran los aspectos legales del asunto, llega el fin del régimen de Gadafi. Con el dictador huido, la caída de su hijo Saif al Islam cierra una sucesión segura hace solo unos meses. Bien parecido y buen comunicador, es la versión moderna de su progenitor. Al filo de la cuarentena y presentado como el rostro amable de un régimen brutal, es un economista (y pintor aficionado) que ha asegurado en el extranjero que su país era una democracia. Lo hizo, eso sí, entre grandes carcajadas. Aunque su papel era el de un diplomático contemporáneo, experto en aspectos comerciales y financieros, para la Corte Penal es un "primer ministro de hecho" que ejecutaba las órdenes paternas. En 2008 se doctoró en la London School of Economics, una de las instituciones más selectas del Reino Unido.

En su papel exterior, Saif el Islam personificó los claroscuros del régimen libio. Así, en 2002-2003, jugó un papel esencial en el abandono por parte de Libia de las armas de destrucción masiva. También admitió que las seis enfermeras búlgaras acusadas en 1998 de haber infectado a 400 niños con el virus del sida no tuvieron un juicio justo. Reveló incluso que fueron torturadas. Después de su liberación, afirmó que había cerrado un trato con Francia para comprar armas. Las autoridades galas lo negaron. En conjunto, sus múltiples viajes le hicieron popular fuera de Libia. Dentro, no se descarta que fuera un peón más en manos de su padre, poco dispuesto a ceder el poder.

La biografía de Haníbal, el pequeño de la familia, es curiosa. Detenido en Suiza hace tres años por maltratar a la servidumbre, su padre dejó de venderle petróleo al país helvético hasta lograr una disculpa. De momento, no aparece ubicado en el mapa de las revueltas.

Los jóvenes Gadafi tienen también una hermana, Aisha. De 35 años e hija de la segunda esposa del dictador, Safiya, fue embajadora de la paz de Naciones Unidas hasta febrero de 2011. La resolución de la ONU que condenó entonces la respuesta paterna a la revolución popular la apeó de su cargo. Abogada de profesión, podría haber huido al extranjero.

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