domingo, 10 de noviembre de 2024

 "Cuando el gran Rabí Israel, Baal Shem-Tov, veía que la desgracia amenazaba a los judíos, tenía la costumbre de ir a cierta parte del bosque para meditar.

Allí encendía un fuego, rezaba una oración especial, y el milagro se cumplía y la desgracia se evitaba.
Más tarde, cuando su discípulo, el célebre Magid de Mezritch, tenia ocasión, por el mismo motivo de interceder ante el cielo, iba al mismo lugar del bosque y decía: "¡Maestro del Universo, escucha!
No sé como encender el fuego, pero todavía soy capaz de decir la oración".
Y de nuevo el milagro se cumplía.
Más tarde, Rabí Moshé Leib de Sasov, para salvar a su pueblo una vez más, se adentraba en el bosque y decía:
“No sé cómo encender el fuego, no conozco la oración, pero conozco el lugar, y esto debería ser suficiente".
Y fue suficiente, y el milagro se cumplió.
Entonces le tocó a Rabí Israel de Rizhyn vencer la desgracia.
Sentado en su sillón, con la cabeza entre las manos, le habló a Di-s:
“No puedo encender el fuego y no conozco la oración; ni siquiera puedo encontrar el lugar en el bosque.
Todo lo que puedo hacer es contar la historia, y esto debería ser suficiente".
Y fue suficiente".
Prólogo de “Las puertas del bosque de Elie Wiesel”.
Obra de arte - Jasid en un bosque.
The Lights Of Kabbalah
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