domingo, 7 de diciembre de 2025

DE THE NATIONAL INTEREST

 DESPUES DE LA GUERRA DE GAZA, ISRAEL ENFRENTA A UNA NUEVA REGION

Las líneas de batalla en el Medio Oriente se han corrido para revelar tres coaliciones: el bloque Turquía-Catar, el golpeado "Eje de la Resistencia" iraní, y el agrupamiento "pro-estabilidad" de Israel y los Estados del Golfo.

Por Eran Ortal
Diciembre 2, 2025


A medida que la guerra de Gaza llega a un final frágil (y posiblemente temporario), es prudente evaluar el entorno geoestratégico que Israel tendrá que enfrentar en el futuro previsible. 

A primera vista, el cuadro es prometedor. Aunque el conflicto regional precipitado por las atrocidades del 7 de octubre clasifica como la guerra más larga de Israel, ha devengado grandes logros militares.

Durante ella, Israel se las ha arreglado para eliminar en su mayoría la amenaza inmediata presentada por Hezbola en Líbano. La campaña del Líbano del Otoño del 2024 del ejército israelí desestabilizó profundamente al grupo, eliminando a miles de sus combatientes y al grueso de su arsenal de misiles otrora formidable. También preparó la ecena para una ofensiva de invierno por parte de los rebeldes en la vecina Siria que llevó al derrocamiento del régimen de Assad y a la eliminación de un aliado iraní clave (tanto como al puente terrestre de la República Islámica hacia Líbano). 

A partir de allí, la "guerra de los 12 días" de junio del 2025 resultó en significativos reveses para el programa nuclear del régimen iraní y sus esfuerzos para acumular misiles balísticos. Y aunque Israel luchó con su ofensiva terrestre contra Hamas en la Franja de Gaza, a amenaza creíble de un movimiento final dentro de Ciudad Gaza en octubre del 2025, emparejado con presión diplomática estadounidense sin precedentes, tuvo éxito en traer a los rehenes supervivientes a casa y establecer un cese del fuego incómodo. 

Sin dudas, quedan problemas significativos. Hamas está todavía muy vivo en Gaza, donde está mostrando señales de reconstituir sus fuerzas y reestablecer el control sobre partes de la Franja. Israel, además, está a punto de enfrentar significativa presión estadounidense e internacional para desvincular las cuestiones de la reconstrucción de Gaza y el desarme del grupo—algo que si no es abordado, contradecirá sus propios objetivos estratégico (por no mencionar el trauma colectivo del 7 de octubre).

En Líbano, mientras tanto, Hezbola está desafiando abiertamente la decisión del gobierno libanés de desmantelar sus capacidades militares, mientras que los ataques israelíes renovados contra la infraestructura del grupo y sus agentes en Líbano pueden pronto llevar a una escalada más amplia sobre el frente norte de Israel. Aún así, Israel está determinada a no repetir errores pasados y permitir una acumulación de capacidades terroristas sobre sus fronteras, sin importar cuan agotada podría estar ahora. Mientras tanto, el régimen en Teherán, aunque golpeado, se está preparando abiertamente para una segunda guerra con Israel e invirtiendo fuertemente en apoyar las capacidades de los rebeldes hutíes en Yemen y otros elementos de su extensa red indirecta que siguen intactos.  

No obstante, una evaluación positiva es apropiada, ya que la posición estratégica de Israel en la región es ahora más segura y más ventajosa que en cualquier momento desde el oscuro día del 7 de octubre. Pero la guerra ha tenido consecuencias no intencionales también, siendo la más prominente de ellas el ascenso de un eje nuevo, y profundamente hostil, de la Hermandad Musulmana.

 Este agrupamiento, por supuesto, no se materializó de la nada. Ha sido un rasgo regional durante al menos una década, propulsado por la política exterior neo-otomana del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su hostilidad persistente hacia Israel, tanto como el profundo apoyo financiero de Catar a Hamas y otros radicales suníes. Pero estas tendencias ahora están convergiendo—y están haciendo metástasis.

Por primera vez, Turquía enfrenta fricción directa con Israel a través de su recientemente establecido estado cliente en Siria. Eso es profundamente preocupante porque Israel es ahora enfrentada por un enemigo autodeclarado que pide abiertamente su destrucción, y es simultáneamente un miembro de la OTAN y un aliado cercano de Estados Unidos. Problemático también, es el doble rol que ha desempeñado Catar como mediador por los grupos extremistas y facilitador de ellos, mientras que también goza de un grado de intimidad política sin precedentes con Washington.

-Así, Israel se encuentra enfrentando no una sino dos alianzas abiertamente hostiles: un eje iraní chií en el Este, el cual—aunque golpeado—no ha sido quebrado, y el eje neo-otomano de la Hermandad Musulmana, el cual tiene por objetivo controlar el Mediterráneo Oriental y establecer una presencia directa en Gaza. En el medio se sitúa un grupo de naciones-estado y monarquías que buscan evitar la hegemonía hostil de cualquier bando. De hecho, contener a ambos extremos es la base verdadera y resistente para la normalización final entre Arabia Saudita e Israel.

Pero como siempre, hay una trampa. Ese tema son los palestinos. Los últimos dos años han mostrado ampliamente eso, en tanto los activistas palestinos—ya sean los islamistas de Hamas o los nacionalistas laicos de Fatah—pueden todavía imaginar la destrucción final de Israel, es improbable que sea considerado un compromiso que incluya una aceptación genuina del estado judío. Como tal, la cuestión palestina será inevitablemente convertida más en arma por parte de ambos ejes para debilitar y, si es posible, prevenir completamente la coordinación entre lo que podría ser llamado el bloque "pro-estabilidad" de la región (conformado por Arabia Saudita, los E.A.U., Jordania, Egipto, Israel y otros).

Sí, el eje suní liderado por Ankara y Doha y el chií dirigido por Teherán están también en competencia entre sí. Pero ellos comparten un interés en debilitar a la corriente política moderada de la región, y en debilitar a Israel en particular. Y si bien, a diferencia de Irán, Turquía probablemente no se arriesgará a un conflicto directo con el estado judío, puede no obstante presentar un reto significativo, ya sea a través del apoyo a Hamas y organizaciones similares o amenazando el corredor aéreo israelí sobre Siria, hacia Irán.

Dada la posibilidad muy real de un segundo conflicto iraní-israelí, ese potencial es profundamente preocupante. A medida que el nuevo régimen del presidente sirio Ahmed al-Shara estabiliza y consolida más el poder, Turquía también obtendrá la capacidad de acosar a Israel en los Altos del Golán, planteando el espectro de algo nunca visto hasta ahora: escaramuzas directas entre las FDI y fuerzas afiliadas a Turquía. 

Hay, por supuesto, un beneficio innegable del hecho que los iraníes estén fuera de Siria, Hezbola esté ahora aislado en Líbano, y al menos algunas de las preocupaciones de Israel respecto a Gaza pueden terminar siendo aliviadas. Pero nada de esto debería ocultar el cuadro más grande. El bloque de naciones políticamente moderadas de la región está ahora rodeado no por uno sino por dos eje radicales y ambiciosos. Esa nueva estructura regional y esos adversarios están aquí para quedarse. 

Sobre el autor: General de Brigada Eran Ortal
El General de Brigada (ret.) Eran Ortal (Fuerzas de Defensa de Israel) es un académico visitante en el American Foreign Policy Council en Washington, D.C. 

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