domingo, 7 de diciembre de 2025

 

Y eso es algo que es bueno que el mundo LO SEPA.

La retirada de España de Eurovisión 2026 DEBIDO a la participación de Israel, no es un gesto político: es una capitulación ideológicauna rendición voluntaria y un espectáculo bochornoso que deja claro hasta que punto ese Gobierno está dispuesto a torcer la cultura para adaptarla a su conveniencia.

En un momento en que España necesita firmeza, criterio y un liderazgo que piense en el país, el Ejecutivo decide que la mejor estrategia internacional es pelearse con Israel en un festival de música, como si estuviéramos en una adolescencia diplomática tardía.


Mientras tanto, la Unión Europea de Radiodifusión mantiene un criterio que España ha olvidado: LA CULTURA NO ES UN JUGUETE POLITICO!
Un Gobierno que finge tener principios cuando lo que tiene es MIEDO
El discurso oficial habla de responsabilidad y valores.

Pero lo que se percibe es algo más crudo: Un Gobierno que no soporta que su relato ideológico no sea compartido por Europa, y que necesita fabricar gestos dramáticos para alimentar a su base más radicalizada.
Eurovisión se convierte así en el escenario perfecto para un espectáculo interno:
“Si no podemos gestionar bien el país, al menos montemos un teatro internacional que desvíe las miradas”.

Y ahí aparece Israel, el enemigo favorito de quienes necesitan una causa moral de quita y pon.
El país que ha aportado innovación, calidad y profesionalismo al festival se convierte, mágicamente, en el chivo expiatorio perfecto.

España renuncia al arte… y a la dignidad

La decisión no solo excluye al país del escaparate musical más importante del planeta.
También MUESTRA a España como una nación dispuesta a sacrificar a SUS PROPIOS ARTISTAS por un CAPRICHO POLITICO que ni beneficia al país ni mejora su imagen en Europa.
Otros países pueden disentir, debatir o criticar, pero ninguno decide auto-expulsarse con la puerilidad con la que lo ha hecho España.
Es un acto que no defiende principios: los pisotea.
No protege la cultura: la utiliza como arma arrojadiza, y mientras tanto, Israel avanza sin mirar atrás.


Si, Israel, al que algunos se empeñan en caricaturizar, demuestra ser la parte adulta en este escenario.
No llora, no amenaza, no se victimiza. Participa, compite y aporta talento, como ha hecho siempre.
Mientras el Gobierno español se refugia en discursos inflados, Israel continúa representando exactamente lo que Eurovisión dice defender: Libertad artística, innovación y convivencia cultural.
Conclusión: España pierde. Israel no, y la cultura, menos.


El Gobierno ha conseguido lo que quería: un titular llamativo, un gesto teatral y una cortina de humo, o como se llama en Venezuela, inventar y sacar una "bandera" para distraer sobre los verdaderos problemas en el pais europeo.
Pero el precio es altísimo: La credibilidad de España, la voz de sus artistas y el respeto por la cultura europea.

Israel seguirá brillando en Viena.
España, en cambio, se queda en casa, celebrando una victoria que solo existe en la propaganda del Ejecutivo.

Imagen obtenida con IA

Aurora Israel


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