De extremo a extremo
La progresía occidental mira con paternalismo bobalicón todo lo que le llega del 'tercer mundo'
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En tiempos de ambiguas ideas sobre multiculturalidad y de la confusión permanente entre libertad de expresión y apología de la violencia, es de destacar la claridad de conceptos con que trabaja la Fiscalía de Catalunya. No sólo abre diligencias cada vez que siente el pestilente tufillo fascistoide que pulula por los rincones patrios, sino que también se ha atrevido con algunos imanes radicales que trabajan a favor de volver a las cavernas. Desgraciadamente en el debate público las fronteras no parecen tan claras, y el buenismo promueve una insólita protección de determinados planteamientos extremos.
Especialmente si esos planteamientos entran en los esquemas prefabricados del progresismo. Léase, sobre todo, el tema islámico, donde se confunden los derechos religiosos con el derecho a usar la religión para vender ideas violentas. En este sentido, no me cansaré de repetir lo que ya es obvio en otras sociedades con el mismo problema del fundamentalismo: que un imán que reza a Dios es un hombre espiritual; pero un imán que usa a Dios para fanatizar, violentar, esclavizar y destruir la libertad de los demás, es el militante de una causa violenta y, sin duda, es un delincuente. Esto, que es claro cuando se trata de otros extremismos, especialmente de corte occidental, resulta más equívoco y controvertido cuando se trata de todo aquello que rodea al islam. Y esa singular diferenciación arraiga en el paternalismo ingenuo y bobalicón con que la progresía occidental mira a todo aquello que le llega del tercer mundo. Un tercer mundo que, para más inri, es el más rico de todos, nos domina energéticamente y no usa su enorme riqueza para emancipar a su gente.
Dejémonos de tonterías. El radicalismo islamista es cosa de ricos, está profusamente financiado y tiene como voluntad la destrucción de las sociedades libres. ¿O de dónde creen que llegan los imanes nuevos, bien equipados económicamente, y que radicalizan a las comunidades emigrantes esparcidas por Europa? Por ello es tan importante que la Fiscalía abra diligencias cuando las investigaciones policiales detectan imanes misóginos, homófobos o directamente defensores de la violencia. En su momento ya pasó con el famoso imán de Fuengirola y su lindo librito, publicado en Barcelona, donde enseñaba a pegar en las partes escondidas de las mujeres. Ahora investigan al imán de la calle Pearson de Terrassa por sus encendidos discursos contra los derechos de la mujer. Esperemos que sea el inicio de un mayor control sobre esta lacra de ideólogos del fanatismo que quieren imponer las reglas del siglo VIII al siglo XXI, y que abundan en Catalunya. Porque esto no tiene nada que ver con la libertad, ni religiosa, ni de expresión. Esto es pura violencia ideológica, camuflada bajo el manto de la religión. ¿Darles la mano a los imanes fanáticos? Lo que hay darles es con la vara de la ley.
P. Rahola
La Vanguardia. Barcelona.
07/03/2012
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