miércoles, 6 de febrero de 2013
Negociar por necesidad, perder por obligación
El Diario Exterior, George Chaya
Muchas personas de Oriente Medio con gusto renunciarían a la pobreza y la esclavitud social a la que sus gobiernos y líderes las someten para disfrutar del lujo relativo que una cárcel occidental pudiera ofrecerles.
Tendrían atención médica gratuita y podrían darse el lujo de ser atendidos por un oftalmólogo que les consiga gafas para poder leer. Aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de ver a un odontólogo gozarían de salud bucal gratuita. Incluso se les respetaría los descansos y la oración exigidos por su religión.
Como alguien que viene de aquel lugar mundo y sabe cómo se piensa allí, me resulta frustrante ver políticos que se autodenominan democráticos y justos ignorar, por acción u omisión, las endemias de las costumbres y mentalidad de los déspotas y criminales que conducen la mayoría de los países árabes. No me extenderme a las exposiciones de sesudos expertos que se dicen especialistas de aquella región que se leen y oyen asiduamente en los medios de comunicación sostener sin sonrojarse que conocen profundamente el dogma islamista.
Mientras esto sucede los yihadistas se ríen observando gobiernos que buscan concertar y acordar con ellos sabiendo perfectamente que están frente a una dirigencia occidental tullida de carácter que busca apaciguarlos, pero que jamás los enfrenta por su propia cobardía e intereses económicos. El hecho es que cuanto más nos tropezamos con nosotros mismos cuestionando nuestras metas y formas de vida judeocristiana, ellos piensan que somos más débiles y fáciles de derrotar y así les ha ido relativamente bien por los últimos 30 años.
Hoy la República Islámica de Irán se frota las manos sabiendo que funcionarios argentinos han demostrado cuán débiles se puede ser en diplomacia al ceder a la historia sobre el ataque con bomba a la sede de la mutual judía de Buenos Aires. El gobierno argentino envalentona con su conducta la causa islamista radical y con ello, debilita y destruye la verdad que dice perseguir.
En realidad, AMIA es importante para Argentina y para la comunidad judía local, pero es una nimiedad para el régimen de Teherán si se considera lo que ha hecho con su propio pueblo. ¿Por qué estarían preocupados por la Argentina? Si han aniquilado varias veces en número a sus propios ciudadanos en 2009 y colabora activamente para que el régimen de Assad haya eliminado más de 60 mil personas en dos años. ¿Quiere Usted permitirse la duda de lo que digo? Pues está en su derecho y tiene mi respeto por lo que usted desee pensar. En tal caso, le deseo suerte en la vida y en la educación y el futuro de sus hijos. Pero déjeme decirle antes que usted lo comprenda y suceda, que nunca, jamás, la Argentina lograra extraditar a ninguno de los sospechosos.
Ello más allá que los encartados presten o no declaración indagatoria ante funcionarios judiciales argentinos por el ataque terrorista del Resort religioso que significa para los militantes islamistas el régimen iraní. Si alguien piensa lo contrario, lamento decepcionarlo y parecer negativo, soy optimista por naturaleza, pero no espere Usted ver en una cárcel ‘halal’ donde se sirvan tres comidas al día de acuerdo a sus dictados religiosos a ninguno de ellos. No lo espere ni lo imagine el lector.
Todos y cada uno de los investigados por la justicia argentina continuaran con sus vidas tranquilamente en ‘el paraíso’ (Al-Jannah) que les brinda el régimen khomeinista en Teherán.
Como alguien que proviene del mundo árabe puedo decirle que miles y miles de personas adorarían al canciller argentino si este les ayudara a ser encarcelados en una prisión de Buenos Aires. Ello con todo lo que Usted pueda pensar de negativo sobre las malas condiciones carcelarias argentinas. De hecho, si yo fuera un ciudadano sirio o irani común, por ejemplo, estaría agradeciendo al señor Timerman y haría conocer sus puntos de vista y los de su gobierno a mis conciudadanos, no dudo que la mayoría presentaría su gratitud al canciller y pedirían ser extraditados para salir de aquellos infiernos.
La vergüenza que tendría que experimentar algún día el canciller y el ejecutivo argentino debería ser inconmensurable. No les exculpara la ignorancia y el tener asesores sin la menor idea sobre lo que acaban de hacer. Y si de no saber se trata. Lo que no saben realmente es que para los khomeinistas, ni el canciller ni la presidente -dados sus apellidos maternos- son considerados personas, sino meramente descendientes de otros seres vivos, pero que no de la especie humana precisamente.