martes, 9 de diciembre de 2025

 

Homenaje a Baruj Tenembaum z”l, 9/7/1933 - 7/12/2025
Baruj Tenembaum z”l fue un hombre excepcional, de esos cuya vida deja una huella profunda y perdurable. Visionario, incansable y profundamente humanista, dedicó su existencia a una causa que trascendió fronteras, religiones y épocas: la defensa de la dignidad humana y la preservación de la memoria moral del mundo. Su legado no se mide solo por lo que hizo, sino por lo que despertó en los demás.
Nacido en el seno de una familia marcada por la historia del pueblo judío y por la memoria de la Shoá, Baruj comprendió desde muy joven que el silencio frente a la injusticia también es una forma de complicidad. Esa conciencia se transformó en acción, compromiso y liderazgo. Con una sensibilidad poco común y una firme determinación, supo convertir el recuerdo del horror en una fuerza constructiva orientada al bien.
Fue el fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una institución que se convirtió, bajo su guía, en un faro ético a nivel mundial. Inspirado en la figura del diplomático sueco Raoul Wallenberg —símbolo universal del coraje moral y del altruismo en tiempos de oscuridad—, Baruj creó una organización destinada a honrar a los Justos entre las Naciones, a educar a las nuevas generaciones y a promover valores universales como la solidaridad, la justicia y la responsabilidad individual.
La Fundación Raoul Wallenberg, gracias a su impulso y liderazgo, desarrolló una obra inmensa: reconocimientos internacionales, programas educativos, iniciativas culturales, actos de memoria y campañas de concientización en distintos países del mundo. Cada proyecto llevaba la impronta de Baruj: profundidad ética, seriedad histórica y, sobre todo, una mirada esperanzada sobre la capacidad del ser humano para elegir el bien, aun en las circunstancias más extremas.
Baruj Tenembaum z”l no fue solo un gestor institucional; fue un sembrador de conciencia. Con palabras claras y gestos firmes, recordó una y otra vez que la historia no es un relato lejano, sino una interpelación permanente al presente. Creía, con convicción, que cada persona puede marcar la diferencia y que el ejemplo individual tiene un poder transformador incalculable. Su vida fue, en sí misma, un testimonio de esa creencia.
Quienes lo conocieron destacan su calidez humana, su capacidad de escucha y su pasión inagotable. Supo tender puentes entre culturas, religiones y generaciones, convencido de que la memoria verdadera no divide, sino que une. En tiempos de relativismo y olvido, Baruj sostuvo con firmeza que hay valores irrenunciables y que la neutralidad frente al mal nunca es una opción moral.
Hoy, su ausencia física duele, pero su presencia espiritual permanece intacta. La obra de la Fundación Raoul Wallenberg continúa viva, guiada por los principios que él encarnó con coherencia y valentía. Baruj Tenembaum z”l nos deja un legado luminoso: el deber de recordar, la obligación de actuar y la certeza de que la humanidad se honra cuando una sola persona decide no mirar hacia otro lado.
Su vida fue una bendición. Su memoria, una responsabilidad. Su ejemplo, una inspiración eterna.
Raul Voskoboinik

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