lunes, 18 de febrero de 2013

HASBARA

Fútbol, “apartheid” y desinformación La Autoridad Nacional Palestina (ANP) intenta sabotear la celebración de la final del campeonato Europa Sub 21, que se celebrará en Israel este 2013. Los funcionarios palestinos enviaron cartas al presidente de la UEFA, Michel Platini, así como a otras federaciones de fútbol, según reporta la agencia EFE, a través del diario deportivo español AS, para solicitar el sabotaje. "Estos eventos ayudan a normalizar la imagen de Israel y a olvidar que es un estado que practica el apartheid contra los palestinos", declaró a EFE un “funcionario palestino que pidió no ser identificado”. El artículo cita un ejemplo de apoyo a las declaraciones palestinas. En concreto, una campaña del movimiento BDS de Francia, denominada ‘Tarjeta roja a Israel’, que denuncia el supuesto “apartheid” israelí, mediante la utilización de símbolos deportivos. Si bien el reporte de EFE afirma que la campaña se denomina ‘Tarjeta roja al racismo israelí’. ¿Por qué EFE cambió el nombre de la campaña? Quizá porque en Israel no existe algo semejante al sistema de apartheid sudafricano, como explicaremos más adelante. Además, en el artículo de AS, EFE señala que los "futbolistas palestinos sufren su parte en esta opresión, son arbitrariamente arrestados y encarcelados sin cargos, no pueden viajar con libertad y no pueden participar con normalidad en partidos y entrenamientos". Esta afirmación ocurre en un momento en que dos futbolistas chechenos de religión musulmana fueron fichados nada menos que por el equipo estrella de Jerusalén, el Beitar Jerusalén. Es cierto que algunos fanáticos ultras autodenominados “La familia” mostraron su oposición a la contratación mediante actos de vandalismo, pero también es verdad que la mayoría de los aficionados se mostraron entusiastas ante la incorporación de los nuevos jugadores. Diferentes voces de líderes israelíes condenaron inmediata y duramente los actos vandálicos de los ultras. Entre ellos, el presidente del país, Shimón Péres y la ministra de Cultura y Deporte, Limor Livnat. Además, sobre el terreno, la policía israelí arrestó al menos a seis fanáticos ultras, como reportó el diario El Mundo, y la propia directiva del equipo Beitar condenó directamente a los ultras. "Vine hoy a demostrar que no todos los hinchas de Beitar son rufianes y racistas", dijo Yair Sina, que tiene 49 años y siempre ha apoyado al Beitar. "No dejaré que me quiten mi cariño por el equipo", publicó Sipse.com, tras la celebración de un partido entre el Beitar Jerusalén y el equipo árabe Bnei Sakhnin. El fútbol ¿Cómo explicar las denuncias de líderes políticos israelíes del más alto nivel contra los aficionados judíos ultras, los arrestos por parte de la policía israelí contra los racistas? ¿Cómo ignorar los testimonios de aficionados israelíes como Yair Sina, que se oponen directamente a cualquier tipo de racismo? Tras leer el reporte de EFE pareciera que en Israel no sólo existe apartheid, sino que el racismo en el fútbol está auspiciado por el Estado, debido a que EFE omite cualquier mención a la política de Deporte en Israel y a la versión de la mayoría de israelíes que apoya la igualdad de todos sus ciudadanos. Declarar que Israel es un Estado de apartheid implica que ésts sea como la Sudáfrica de apartheid, en donde la política oficial del gobierno era manifiestamente racista. En ese régimen, nunca se habría permitido la contratación de deportistas de color para jugar en uno de los principales equipos de rugby del país. Tampoco se habría permitido que un equipo de jugadores de color participara en igualdad de condiciones en la liga oficial, como sí ocurre en Israel con equipos árabes como el Bnei Sakhnin. Contexto internacional Resulta al menos intrigante que el reporte de EFE ni siquiera mencione que los jugadores judíos están vetados de los equipos de fútbol palestinos o que en su diatriba sobre el racismo en el fútbol israelí pasen totalmente inadvertidas las facciones ultras de equipos europeos como el Real Madrid, en donde la simbología nazi y antisemita forma parte de manera constante y permanente al interior de los estadios, lo que no implica que España sea un país de apartheid. El futbolista camerunés Samuel Eto, quien se desempeñó con gran éxito en el fútbol club Barcelona, entre otros equipos de la Liga Española, sufrió los estragos del racismo en varias ocasiones, al punto de que durante un partido decidió dejar de jugar. “No juego más”, declaró. Sin embargo, esto no motivó a la Autoridad Palestina a condenar que España acogiera la final de la Liga de la UEFA en el 2010. La Autoridad Nacional Palestina tampoco presentó ninguna queja ante la FIFA por el hecho de que en sus propios equipos no participen jugadores judíos. ¿Por qué entonces denunciar a Israel tras ser elegido para albergar un partido como la final del Campeonato Sub 21 de la UEFA? Cuando un acto de racismo se da en Israel, como ha ocurrido en el ámbito deportivo, los líderes israelíes han sido los primeros en reaccionar y denunciar a los cuatro vientos a los radicales. La policía israelí ha sido efectiva al tomar medidas contra ellos. ¿Qué exige entonces la ANP, cuando en sus propios equipos de fútbol no participan jugadores judíos? ¿Por qué los reportes de EFE no presentan en contexto las denuncias de la ANP, en cuyo seno el racismo y, de forma particular el antisemitismo, se manifiesta desde los líderes políticos, hasta los aficionados al fútbol? Sirva de ejemplo el reciente discurso del presidente de la ANP, Mahmud Abbas en donde señala a notorios racistas, entre Hadj Amin el Husseini, como ejemplos del liderazgo histórico palestino. Israel no es apartheid Como denuncia el afamado abogado norteamericano Alan Dershowitz, el esfuerzo por retratar a Israel como un Estado de apartheid no sólo es falso, sino que depende del doble rasero. Dershowitz critica que en países como Arabia Saudita, los judíos no pueden comprar tierras, los cristianos tienen un límite para practicar su religión, y la orientación sexual es motivo de separación –los gays pueden ser maltratados y hasta ejecutados sólo por su orientación sexual-, mientras que las mujeres son, oficialmente, inferiores a los hombres. Dershowitz señala que en la Gaza controlada por Hamás no existe libertad de religión, al contrario que en Israel. Mientras que en Jordania, los judíos no tienen derecho a ser ciudadanos o propietarios, al contrario que los ciudadanos musulmanes en Israel, donde un 20% de la población profesa el islam y goza de los mismos derechos que la mayoría judía. Richard Cohen, en un artículo de opinión publicado por el Washington Post, aclara que en la Sudáfrica del apartheid una minoría blanca gobernaba sobre una mayoría negra. Señala que en 1958 la mayoría negra fue incluso privada de su ciudadanía. Mientras que en Israel, la mayoría judía, al igual que la árabe, trabaja en todos los ámbitos de la economía y, además, todos, sin excepción, gozan de ciudadanía y de los derechos que ésta reconoce y otorga. Respecto a Cisjordania, Cohen explica que en todos los planes de paz oficiales presentados por Israel, ese territorio quedará, en su vasta mayoría, bajo control de la Autoridad Palestina, lo que implica que los israelíes no desean retener el control sobre la población palestina ni explotarla en su beneficio bajo un régimen desigual. Por ello, tampoco han anexionado ese territorio al Estado judío. La igualdad de derechos en Israel no es una nueva postura, sino que forma parte de los fundamentos de ese Estado. Como señala el libro de Shabtai Teveth, Ben-Gurion and the Palestinian Arabs: From Peace to War, London: Oxford University Press, 1985, p. 140. “Incluso antes de que el Estado de Israel fuera establecido, líderes judíos concientemente buscaron evitar la situación que prevalecía en Sudáfrica. Como le dijo David Ben Gurión al nacionalista palestino Musa Alami en 1934: No queremos crear una situación como la que existe en Sudáfrica, donde los blancos son los dueños y los mandatarios y los negros los trabajadores. Si no hacemos todo tipo de trabajos, fáciles y duros, cualificados y no cualificados, si nos convertimos en meros terratenientes, entonces éste no será nuestro hogar”. Sobre el terreno, a 64 años de la fundación del país, la mayoría judía se desempeña en todos los sectores económicos, en todos los niveles y en todas las industrias, al igual que la población árabe, que constituye el 20% del total de los habitantes de Israel. Recomendamos la lectura del artículo: 'Desmond Tutu y el apartheid que no lo es' G.R.