por Khaled Abu Toameh • 24 de Enero de 2016
Reporteros extranjeros residentes en Jerusalén o Tel Aviv se han negado durante años a informar sobre la corrupción económica y las violaciones de los derechos humanos endémicos en los regímenes de la Autoridad Palestina y de Hamás. Los únicos tópicos admisibles son el sufrimiento palestino y el mal de la ocupación israelí.
Otro colega mío, residente en Ramala, me contó que hace unos años recibió una solicitud de un corresponsal novato que le pedía ayuda para organizar una entrevista con Yaser Arafat. El único problema es que por aquel entonces Arafat ya llevaba muerto varios años. Recién salido de la escuela de periodismo y sin la menor idea sobre Oriente Medio, por lo visto sus editores consideraban que el reportero era un candidato estupendo para cubrir el conflicto palestino-israelí.
Los reporteros occidentales harían bien en recordar que hacer periodismo en esta región no es cuestión de ser proisraelí o propalestino, sino de ser pro verdad, aunque ésta vaya directamente en contra de lo que preferirían creer.
Hace poco, dos periodistas occidentales pidieron que los acompañaran a la Franja de Gaza para poder entrevistar a colonos judíos. No, no es el principio de un chiste. Los periodistas estaban en Israel a finales de 2015 y hablaban muy en serio. Imaginen su bochorno cuando les indicaron que Israel se había retirado por completo de Gaza hace 10 años.
No hay más remedio que sentir algo de lástima por ellos. Estos colegas extranjeros eran novatos que pretendían llamar la atención viajando a un sitio tan peligroso como la Franja para informar sobre los colonos que vivían allí. Sin embargo, su petición no sorprendió a nadie, ni siquiera a mis colegas locales.
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