viernes, 1 de febrero de 2019

Mishpatim (Éxodo 21-24) 
Bondad absoluta 
por  
Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

En la parashá Mishpatim, la Torá nos instruye sobre prestar dinero a nuestro prójimo necesitado. La Torá declara:
“Si le prestas dinero a Mi pueblo, a la persona necesitada que está contigo, no seas para él como un prestamista, no impongas interés sobre él. Si tomas su vestimenta como aval, hasta el atardecer se la devolverás. Porque es su única vestimenta, es su prenda para cubrir su piel. ¿Con qué se acostará? Entonces será como si me clamara a Mí, y Yo oiré, porque Soy compasivo” (1).
A nivel superficial, estas mitzvot parecieran ser bien directas y fáciles de entender. Sin embargo, Rav Jaim Shmuelévitz deriva de estos versículos una idea muy importante respecto a la visión que tiene la Torá sobre el jésed ‘bondad’ (2): Estos versículos tratan sobre una persona que cumple con la gran bondad de ayudar a su amigo prestándole dinero, y de todas maneras la Torá le da varias mitzvot para asegurar que realice el jésed de la manera óptima, sin disminuir su efecto. Si analizamos estos versículos con detenimiento lograremos identificar el denominador común:
“No seas para él como un prestamista”. Rashi, basado en la Mejilta, explica que esto significa que si quien presta el dinero sabe que el prestatario es incapaz de pagar su préstamo en ese momento, no debería hacerlo sentir presionado, sino que debería actuar como si el préstamo jamás hubiera existido, para no avergonzar al prestatario.
“No impongas interés sobre él”, se refiere a la prohibición de prestar dinero con interés (rivit). Rav Shmuelévitz cita varias fuentes rabínicas que enfatizan la seriedad de prestar con interés: por ejemplo, trae el Midrash que dice que por cada pecado hay malajim ‘ángeles’ en el Cielo que tratan de encontrar mérito para el pecador, siendo la única excepción el pecado de rivit. Rav Shmuelévitz señala que la severidad de prestar dinero con interés es difícil de entender. Es claro que incluso quien presta con un pequeño interés le hace un gran jésed al prestatario, quien necesita con urgencia dinero de inmediato y está dispuesto a pagar interés al devolverlo en el futuro. Sin embargo, la Torá trata a esta persona con mucha severidad.
“Si tomas su vestimenta como aval, hasta el atardecer se la devolverás”. Cuando el prestatario es incapaz de devolver el préstamo, el prestamista tiene permitido tomar sus objetos personales como aval para asegurar el pago del mismo. Sin embargo, debe devolver los ítems cuando el prestatario los necesita. Por ejemplo, la ropa es necesaria durante el día, por lo que el prestamista sólo puede conservarla durante la noche y debe devolverla durante el día, para que el prestatario pueda usarla. Esta ley pareciera anular el objetivo del aval, ya que si el prestatario puede usarlo cuando lo necesite, estará mucho menos motivado a pagar el préstamo. Sin embargo, la Torá exige que el prestamista respete las necesidades básicas del prestatario.
Rav Shmuelévitz explica que el denominador común de estas leyes es que acentúan la importancia de hacer jésed de la forma más amplia posible, sin disminuir el efecto del jésed. En consecuencia, si bien prestarle dinero a alguien es una gran mitzvá, el prestamista debe ser extremadamente cuidadoso en no disminuir el efecto de su bondad presionando al prestatario de ninguna manera. Rav Shmuelévitz continúa diciendo que cuanta más importancia le da una persona al jésed, más estrictamente es tratada cuando no consigue actuar de acuerdo a este reconocimiento. Así, quien presta y cobra interés es tratado con particular dureza, porque aprecia el valor de ayudar al prestatario y a pesar de eso elige cobrarle interés.
Aprendemos, de las mitzvot referentes al préstamo de dinero, que al hacer jésed con un compañero es esencial intentar maximizar el efecto positivo de la acción, evitando que sea manchada de cualquier forma. Esto aplica en muchas circunstancias de nuestra vida: muy a menudo se le pide a alguien un favor; puede que acceda o no, pero si lo hace, expresa una renuencia que incomoda a quien pidió el favor por haberlo molestado. En lugar de eso, el dador debería intentar ser lo más positivo que pueda al ayudar a su amigo. Esto mejoraría en gran medida el beneficio positivo resultante, porque además de ser ayudada, la persona necesitada no se siente culpable de haber pedido ayuda. De la misma forma, cuando uno da caridad puede hacerlo con una sonrisa o con una cara amarga. La Guemará nos dice que quien da con simjá ‘alegría’, recibe diecisiete brajot ‘bendiciones’ por su mitzvá, mientras que quien da sin entusiasmo sólo recibe seis (3). Quien realiza un acto de bondad sin entusiasmo disminuye enormemente el efecto de su acción.
Un ejemplo final es cuando alguien le pide a otro que haga un jésed de una manera determinada y la persona accede, pero no es cuidadosa de hacerlo de acuerdo a los requisitos de quien lo necesita. Por ejemplo, una mujer que le pide a su marido que limpie y ordene la casa. Puede que el marido tenga una idea diferente de lo que significa una casa ordenada, y que sólo ordene de acuerdo a sus parámetros. Sin embargo, en realidad él sabe que a su esposa le gustaría que limpiara de acuerdo al nivel de orden que ella tiene. Para hacer este jésed apropiadamente, el marido debería esforzarse para hacerlo como ella espera.
Vemos que las mitzvot referentes al préstamo de dinero nos enseñan la importancia de hacer jésed de la forma más completa posible. Que todos ameritemos ayudar a los demás de la forma más efectiva posible.

Notas:
(1) Mishpatim, 22:24-26.
(2) Sijot Musar, pp.191-197.
(3) Baba Batra, 9b.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.