martes, 28 de julio de 2020

Mi nuevo artículo sobre los fundamentos de la guerra económica entre EEUU y China.
DETRÁS DE LA GUERRA COMERCIAL CHINO-AMERICANA
Por Flavio Goldvaser.
Mientras asistimos a esta nueva escalada de lo que se ha denominado la guerra comercial entre Estados Unidos y China con efectos económicos que se visibilizan en los mercados financieros del mundo. Y a los cierres punitivos de las embajadas, primero de China en Houston y después de la norteamericana en Chengdu. Debemos entender el porqué China se plantea como un adversario político-económico frente a Occidente. Para vislumbrar el posible devenir de este conflicto y las futuras políticas que aplicarán ambos colosos analizando la raíz cultural y política subyacente de este conflicto.
En el marco de este conflicto y como parte de su ofensiva por la obtención de la superioridad tecnológica. El Partido Popular Comunista Chino ha implementado una estrategia que preocupa a Washington y que es conocida como “fusión civil-militar” o MCF. Bajo la cual China está adquiriendo la propiedad intelectual y desarrollos tecnológicos tanto de individuos privados, de instituciones de investigación y de organizaciones estatales extranjeras que tienen empresas y subsidiarias en su territorio. A través de una ley por la cual toda empresa que trabaje en su territorio está obligada a compartir la tecnología y las patentes con el estado y las fuerzas de seguridad. Además de tener organizadas unidades militares especializada en el hackeo y contrabando de tecnología de países occidentales.
Pero como una primera aproximación a las causas reales de este conflicto debemos recordar las palabras del poeta Ruyard Kippling. Quien escribía hace más de un siglo “Oriente es Oriente y Occidente es Occidente y los dos no se encontraran nunca”. Y esta sabía frase más actual que nunca, se explica en las bases fundacionales de ambas sociedades. Ya que mientras la sociedad china está basada en valores tradicionales culturales que se remontan a más de dos mil años. La sociedad occidental está basada únicamente en un consumismo y laicisismo materialista. Así, que todo el tiempo que Estados Unidos se imaginen que este conflicto se define solo por la competencia en el desarrollo tecnológico y material. Y que China solo desea obtener su superioridad a expensas de robar patentes tecnológicas y del hackeo de nuevos desarrollos de sus contrapartes. No será nunca posible ningún tipo de entendimiento y acuerdo para zanjar estas hostilidades que se incrementarán con el tiempo. Ya que la discusión se desarrolla también en otro plano que no es solo el materialismo práctico, porque en esta batalla también se dirime un modelo cultural.
Estados Unidos debe comprender para enfrentar este peligro a su seguridad que hay civilizaciones múltiples. Y que las mismas se despliegan en sentidos muy diferentes a la civilización occidental moderna. La que a los ojos chinos presenta caracteres que hacen de ella una excepción materialista bastante singular sin ninguna tradición religiosa o cultural. Ya que para ellos la concepción moderna del mundo según los americanos los espanta y aterroriza. Y ven con desprecio la decadencia de la cultura del consumo occidental, de la que ha comprendido como aprovecharse.
China mira con desprecio a occidente y confirma sus posturas recordando la feroz lucha que sostuvo durante el siglo XIX y principios del XX contra el imperio Británico y los poderes centrales. Donde como consecuencia de sus sucesivas derrotas militares fue obligada a firmar tratados de comercio desiguales. Que la obligaron a tolerar el comercio y distribución de opio entre sus ciudadanos lo que llevo a generaciones y al país a su ruina. Además de la perdida de territorios que incluían la ciudad de Hong Kong. Y que terminó derivando en la caída de la Dinastía Real Qing en 1912. En estas guerras en las que China se jugó su propia supervivencia como estado. Quedó con terribles cicatrices que aun no han sanado y que generaron un gran resentimiento contra el imperialismo anglo-sajón, del que ven a Estados Unidos como su heredero. El resultado es el monstruo político comercial que es hoy la Republica Popular China. Por esto China piensa y sostiene que no le debe nada a Occidente. Y solo recuerda que los acontecimientos más trágicos de su historia moderna devienen de su relación con este bloque. Por esto China se encuentra en una guerra cultural y no comercial contra Occidente en su conjunto, y con la que quiere destruir el hegemonismo de pensamiento Europeo-Americano moderno.
Por eso las medidas económicas que vemos en la forma de restricciones al comercio y sanciones económicas solo son la exteriorización de la situación descripta anteriormente.
Si Estados Unidos quiere triunfar en este tipo nuevo de guerra debería entender a China sin ningún tipo de hostilidad y denigración de su cultura. Y si esto ocurre no solo saldrán victoriosos como potencia dominante durante el Siglo XXI sino también podrá nutrirse de toda la espiritualidad que le falta a la sociedad occidental

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