por Richard Kemp • 27 de Abril de 2020
China décadas lleva librando una guerra contra Occidente, pero nos hemos negado a verlo. Como el 11-S, el covid-19 debe obligar a Occidente a despertar y contraatacar. En la imagen (Andrea Verdelli/Getty Images), el presidente chino, Xi Jinping (centro), preside el desfile militar conmemorativo del 70º aniversario de la fundación de la República Popular de China celebrado en la Plaza de Tiananmen de Pekín el 1 de octubre de 2019.
La pandemia del coronavirus es un momento 11-S. Para entonces Al Qaeda ya llevaba años en guerra contra Occidente, pero fue esa barbarie lo que galvanizó a su abúlica presa.
Ahora tenemos el covid-19. A diferencia de cuando el 11-S, de momento no tenemos pruebas de que China haya diseminado el virus por el mundo. Ahora bien, ciertamente hay evidencias de que deriva de las políticas del Partido Comunista Chino y de que las frecuentemente engañosas y criminalmente irresponsables acciones de Pekín le permitieron expandirse por el mundo, provocando decenas de miles de muertes que se podrían haber evitado.
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