En 1975, la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 3379, declarando:
La aprobación de esta resolución significó que las Naciones Unidas vieron la aspiración del pueblo judío de vivir en su patria ancestral e indígena como racismo. Se oponían a los cimientos ideológicos que llevaron a la independencia del Estado de Israel después del holocausto.Este voto fue impulsado por presiones geopolíticas, no por principios de derechos humanos. Causó un profundo daño a las comunidades judías mundiales y a la búsqueda de la paz.A lo largo de la década de 1980, las naciones democráticas, los grupos de la sociedad civil y las comunidades judías de todo el mundo pidieron a la ONU que revertiera la resolución, que era una barrera para el diálogo y deslegitimó el derecho del pueblo judío a la autodeterminación.Sin embargo, el 16 de diciembre de 1991, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 46/86, que revocó la resolución de 1975Afirmó claramente que la Resolución 3379 era "nula y sin valor. ”Este raro revés marcó un poderoso rechazo a esta injusticia.La derogación afirmó:La legitimidad de la autodeterminación judía, como la de todos los pueblos
La necesidad de un diálogo honesto, libre de discriminación
La posibilidad de cambio, incluso en las instituciones internacionales
El revés fue un recordatorio de que las palabras importan, y corregirlas importa aún más.

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