¿Quiere el rey de Jordania seguir siendo Abdalá el Irrelevante?
Por su interés, traducimos buena parte del artículo que, con el título “Abdalá de Jordania, el Irrelevante”, publicó la analista israelo-americana Caroline Glick el pasado día 19 en Israel Hayom, el diario más leído de Israel.
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(…) el tremendo éxito de la diplomacia regional de Netanyahu (…) representa un reto estratégico para Jordania y es fuente de angustia existencial para el régimen hachemita.
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Si se deja de lado a la OLP y su Autoridad Palestina, el gran portaestandarte árabe del veto palestino a la paz árabe-israelí viene siendo el rey Abdalá. Mientras que el presidente de Egipto, Abdelfatah el Sisi, saludó los Acuerdos de Abraham, Abdalá se unió al líder palestino Mahmud Abás en su condena.
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(…) Abdalá vive temeroso de que, a cambio de la normalización de relaciones, Israel otorgue a los saudíes una posición oficial en la gestión de las mezquitas del Monte del Templo a expensas de Jordania. […] Rabat es quien lleva la cuestión de Jerusalén en la Liga Árabe. Como miembro de los Acuerdos de Abraham, también ansía socavar la posición de Amán en la mezquita de Al Aqsa.
La irrelevancia de Amán en un Oriente Medio post conflicto árabe-israelí en el que los miembros y partidarios de los Acuerdos de Abraham dominen el panorama económico y estratégico plantea a Jordania una disyuntiva. […] Puede seguir negándose a normalizar las relaciones con Israel e insistiendo en que toda normalización ha de basarse en la entrega israelí de Judea, Samaria y el norte, el sur y el este de Jerusalén, incluido el Monte del Templo. En ese caso, seguirá en la marginalidad y en la miseria, mientras Israel y otros Estados árabes galopan hacia el desarrollo conjunto y una prosperidad inaudita. Para poner en perspectiva el coste de sostener tal posición: mientras que Emiratos pretende invertir 10.000 millones de dólares en Israel, el presupuesto total de Jordania apenas suma 11.000 millones. […] Por otro lado, insistir en el obstruccionismo permitirá al reino seguir siendo la niña bonita de Europa, la izquierda norteamericana y los medios israelíes.
La otra opción de Abdalá es seguir la estela del presidente Sisi y convertirse en miembro asociado de los Acuerdos de Abraham. Entre otras cosas, puede dar su consentimiento a una gran expansión de los parques industriales a ambos lados del Jordán, en consonancia con la visión trumpiana de la paz económica. Esa decisión podría generar cientos de miles de empleos para los jordanos, los palestinos y los israelíes y beneficiar a todas las partes con miles de millones de dólares de inversión extranjera.
En cuanto a los palestinos, Abdalá puede seguir apoyando ciegamente a la OLP en su camino hacia ninguna parte; puede hacer lo que Sisi, es decir, limitar su apoyo a la OLP a meros brindis al sol; o por el contrario puede seguir los pasos de su bisabuelo, el primer rey Abdalá, y declarar que Jordania es Palestina y que él es el soberano de los palestinos –como palestinos son, de hecho, la gran mayoría sus súbditos.
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