jueves, 13 de mayo de 2021

 ¡DETENGAN ESTA LOCURA!

El presidente de Israel, Reuvén Rivlin, llamó este miércoles a poner fin a la "guerra civil" que enfrenta a árabes y judíos del país, en medio de la escalada de violencia en las calles y el intercambio de ataques aéreos entre el movimiento Hamás y el país hebreo. En declaraciones al Canal 12, el mandatario se mostró "muy preocupado" por la tensión, y agregó que está "clamando" por la paz interna, mientras Israel afronta ataques de enemigos externos.
Rivlin instó a todos los líderes locales, líderes religiosos, ciudadanos y padres a que hagan todo lo posible para detener esta cosa terrible que está sucediendo ante nuestros ojos. "Estamos lidiando con una guerra civil entre nosotros sin ningún motivo. Por favor, detengan esta locura", pidió el presidente. "Se lo ruego. Este país nos pertenece a todos. Absténganse", añadió.
La escalada de tensión entre israelíes y palestinos alcanzó su punto álgido tras semanas de creciente hostilidad. Desde la escalada de violencia este lunes, al menos 67 personas murieron en Gaza y siete en Israel.
El recrudecimiento de los combates entre Israel y Hamás se vio además seguido por un aumento de los enfrentamientos entre judíos y árabes en varias ciudades de Israel y de Cisjordania, incluidas peleas e intentos de linchamiento, lo que hizo saltar las alarmas ante la posibilidad de un conflicto civil a gran escala, según publicaron los medios locales.
Cuando el pasado lunes por la noche la lluvia de cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, y los posteriores bombardeos de represalia, se llevaban todos los titulares, un nuevo foco de tensión comenzaba a surgir en las ciudades mixtas de Israel.
Cientos de árabes israelíes salieron a las calles a reclamar lo mismo que reclamaban los cohetes de Gaza: el fin de la represión en Jerusalén Este y en especial contra los disturbios en la mezquita de Al Aqsa.
Las protestas no pararon de crecer, sobre todo en Lod, donde un manifestante árabe murió el lunes por disparos de un ciudadano judío que intentó evitar que la muchedumbre atacara vehículos y residencias en su calle. A partir de ese incidente, lo que hasta ahora era una convivencia relativamente cordial devino en una situación de violencia identitaria entre vecinos.
La población árabe atacó sinagogas, vehículos y residencias judías, mientras que fieles musulmanes denunciaron la quema de sus vehículos y ataques de grupos judíos ultranacioalistas religiosos, tanto en las calles como dentro de una mezquita.
El alcalde de la ciudad mixta de Lod lo comparó con una guerra civil. Expertos y activistas árabes dicen que la violencia fue alimentada por los disturbios en Jerusalén que llevó a Israel al borde de otra guerra en Gaza, pero tiene sus raíces en agravios más profundos que se remontan a la fundación del estado. El propio Netanyahu, pidió a judíos y árabes que dejen de atacarse unos a otros: “No me importa que te hierva la sangre. No puedes tomar la ley en tus manos“, dijo.
La violencia se extendió a comunidades mixtas en todo Israel. En la vecina Ramle, manifestantes judíos ultranacionalistas destrozaron coches árabes. En Akko, los manifestantes incendiaron Uri Buri, un famoso restaurante de mariscos de propiedad judía en la Ciudad Vieja.
La violencia se produce en un momento en que la minoría árabe de Israel parecía estar ganando una mayor aceptación e influencia. Mansour Abbás, el líder de un partido árabe con raíces islamistas, está preparado para desempeñar un papel clave en una coalición que derrocaría a Netanyahu y sus aliados de derecha.
Los árabes dicen que la violencia de los últimos dos días no estuvo dirigida contra los judíos, sino contra los nacionalistas religiosos con estrechos vínculos con el movimiento de asentamientos que se mudó a áreas mixtas en los últimos años, expulsando a los residentes árabes.
La minoría árabe de Israel representa aproximadamente el 20% de la población y son descendientes de palestinos que se quedaron en el país después de la guerra de 1948 que rodeó la creación de Israel, cuando se estima que 700.000 huyeron o fueron expulsados de sus hogares en ciudades como Lod. Tienen ciudadanía, incluido el derecho al voto, pero se enfrentan a una discriminación generalizada.
Los ciudadanos árabes hablan hebreo y están bien representados en la profesión médica y las universidades de Israel, pero se identifican en gran medida con la causa palestina, lo que lleva a muchos israelíes a verlos con recelo.
Los árabes de Lod, que constituyen alrededor de un tercio de la población de la ciudad, se encuentran entre las comunidades más pobres de Israel.
A las tensiones se suman grupos de extrema derecha cada vez más poderosos en Israel que ganaron escaños en las elecciones de marzo y están aliados con Netanyahu.
En los últimos días, políticos de extrema derecha visitaron el tenso vecindario de Jerusalén oriental donde las familias están amenazadas con el desalojo y organizaron marchas en otros lugares de la ciudad.
Puede ser una imagen de de pie, fuego y al aire libre

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