REFLEXIONES SOBRE EL VALOR DE LA INSEGURIDAD
Las personas inseguras se alegran doblemente.
La primera vez, cuando les sucede algo bueno.
La segunda, ¡porque no pueden creerlo!
Se contentan ante lo obvio.
Se sorprenden de sí mismos.
Sueñan, se entusiasman, finalmente no se animan, y vuelta a empezar.
La inseguridad “tiene mala fama”, pero es un motor poderoso cuando no alcanza, obviamente, el límite de la falta de valoración personal.
Los inseguros mantiene una relación muy viva con la realidad.
Exageran, agigantan situaciones, se sienten observados por demás.
Necesitan, de modo insaciable, demostrarse que son capaces.
Pregunto:
¿Realmente existen personas seguras de sí mismas?
Quizá, tal vez, sea un modo rebuscado de negar sus temores y fragilidades naturales.
La vida y la seguridad…
A mí, al menos, se me presentan como dos opuestos inconciliables.
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