Ucrania como Israel
Por Marcel Gascón
Tanto Ucrania como la OTAN han dejado claro que el país no se integrará en la Alianza Atlántica. El pueblo ucraniano está aprendiendo en esta guerra que no puede fiar su seguridad a la buena voluntad de sus socios. Pese a que Rusia pretende imponer en la mesa de negociaciones una desmilitarización, aunque sea parcial, del Estado ucraniano, y pese a que Ucrania ha propuesto a varias potencias regionales y mundiales como garantes de su seguridad en un hipotético acuerdo de paz, cuesta creer que los dirigentes y el pueblo ucranianos acepten cualquier cosa que no sea construir un ejército capaz de resistir por sí mismo ante cualquier amenaza y de proteger la integridad de sus fronteras y el bienestar de sus ciudadanos.
En este sentido, es muy probable que Ucrania acabe pareciéndose a Israel, como ya se parece a Israel en la formidable movilización popular con que se está enfrentando a la agresión rusa. Como ocurre con israelíes y judíos de todo el mundo cada vez que el Estado está en peligro, al menos medio millón de ucranianos han vuelto a casa para defender a su país desde que empezó la guerra.
Como Israel, Ucrania combate a un enemigo que quiere aniquilarle con un ejército verdaderamente popular donde tienen un gran protagonismo las mujeres. Como Israel, la Ucrania hostigada por Putin es una nación joven y entusiasta que aglutinará en un solo idioma oficial y profundamente simbólico a una población étnica y lingüísticamente diversa pero con un propósito inquebrantable y común: existir juntos a cualquier precio y en las condiciones de libertad y dignidad que se desprecian en los dominios del enemigo. También como en Israel, millones de ucranianos tienen a Golda Meir [la primera ministra de Israel, que nació en Kiev] como símbolo de fortaleza en tiempos de guerra.
Todas estas identidades, y las intensas conexiones con Israel de un país profundamente marcado por lo judío como es Ucrania, explican quizá el enfado de los líderes ucranianos ante la frialdad hacia su causa que ha mostrado en público un Gobierno israelí preocupado por no antagonizar a Rusia. Ucrania está demostrando ser, como Israel, un país orgulloso que no tiene problemas en reprocharle a los más poderosos del mundo su indiferencia ante su tragedia.
Por ahora, Ucrania es más débil que su enemigo y cuenta con la simpatía de la opinión pública internacional, algo que seguramente cambiará cuando Ucrania empiece a convertirse en la intratable potencia moral, cívica y, por supuesto, militar que inevitablemente será tras la emocionante lección de audacia, compromiso y pundonor que nos está dando a todos en esta guerra. También en esto se parecería a Israel.
Como ha hecho desde antes de su fundación como Estado Israel, Ucrania está demostrando que la Historia no está escrita. Que las naciones cambian y se forjan y que los valores positivos pueden prevalecer ante el más formidable enemigo cuando se defienden con suficiente sacrificio y fe.
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