“LA VIUDA DE VILLA CRESPO”
Nelson convirtió en culto el recuerdo de Gardel. Él lo llamó “El bronce que sonríe” y, aseguraba, que “Cada día canta mejor”, una frase hecha absolutamente veraz merced a la tecnología que mejoraba las grabaciones de “El Zozal criollo”.
Mientras algunos sospechaban que “El Rusito” quería vivir de la memoria de “El morocho del Abasto”, otros sostenían que Gardel le debía en buena parte su perduración. De hecho, desde la muerte de Nelson, la voz de Gardel fue desapareciendo de las radios argentinas, salvo algún ocasional rebrote de aniversario.
Así como no hubo otro Gardel, tampoco hubo otro Julio Jorge Nelson. Parodiado por todos los imitadores, fue un clásico de la radiofonía argentina.
Isaac, hijo de un zapatero, se crio en el barrio de Villa Crespo. Su casa estaba en Triunvirato 225, hoy es Corrientes 4943, frente al teatro Florencio Sánchez.
Entreverado desde niño en el ambiente teatral y en el incipiente mundo de la radio, a los catorce años resolvió no estudiar más, decisión que le valió ser echado a la calle por el padre.
Se vino para el Centro y trabajó en la compañía de Angelina Pagano junto a Rosa Rosen, Marcos Zucker e Irma Córdoba. En los cafés vio que las orquestas no tenían quién le anunciase al público los temas. A falta de animador o glosista, alguno de los músicos anotaba con tiza el título en una pizarra. Esto le hizo imaginar que podría haber un lugar para su verba.
La vinculación de su destino con Gardel comenzó en 1933 cuando, por única vez, presentó como speaker una actuación del artista en el Teatro Nacional.
En 1934 Nelson empezó a emitir por radio Buenos Aires el programa “Escuche esta noche a Gardel”, que intentaba mantener vivo el interés del público por un cantor ausente del país desde el año anterior.
El 24 de junio de 1935, la noticia del accidente de Medellín traída por Francisco Canaro y José Razzano, sorprende a Nelson en el café “Los 36 Billares”. Poco después, por Radio Callao, inaugurada en enero de ese año, el locutor Carlos Enrique Cecchetti comenzó a difundir una audición totalmente consagrada al “Morocho”, que Julio Jorge pasó a conducir en 1936, bautizándola “El bronce que sonríe”. Ese programa se mudó en 1944 a Radio Mitre. Cada emisión diaria se iniciaba con esta portada:
“A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte menor. Carlos Gardel, el bronce que sonríe”.
Nelson no olvidó el toque necrofílico, pertinente en la creación de cualquier mito, y tras la repatriación de los restos de “El Mudo”, llegados desde Colombia el 5 de febrero de 1936, transmitió un programa desde la sepultura en Chacarita.
Otra audición diaria que le dio gran popularidad fue “El éxito de cada orquesta”, que creó en Radio Callao (emisora en la que además dirigió “La Pandilla Corazón”), para transferir luego a Mitre y finalmente a Rivadavia. Conociendo el valor de las fórmulas rituales, Nelson concluía cada programa con la misma despedida: “Hasta mañana, si Dios así lo permite”.
Julio Jorge Nelson murió el 6 de marzo de 1976. Pocas semanas antes había abandonado la casa de su hijo en Martínez para instalarse en el Hotel Wilton, cerca de donde entonces estaba la radio. Pero el 2 de marzo le sobrevino un nuevo infarto, del que ya no pudo recobrarse. Estaba internado en el Anchorena. Su última aventura fue escabullirse de su cuarto hasta el de Julián Centeya cuando supo que también lo habían internado.
Aunque como letrista firmó varios tangos de cierta difusión, su éxito absoluto fue “Margarita Gauthier”, con música del talentoso Joaquín Mora. La pieza, que evoca al personaje de “La Dama de las Camelias”, atrae por su mórbido romanticismo, aunque lo mejor que puede decirse de esos versos es que no estorban el disfrute de la refinada melodía. Este tango fue grabado por Alberto Gómez en 1935, pero realmente se impuso a partir de la versión de Miguel Caló con Raúl Berón, en 1942, a la que siguió la de Aníbal Troilo con Fiorentino, en 1943. Entre las diversas interpretaciones posteriores pueden destacarse la de Osmar Maderna con Pedro Dátila, en 1947 y las de Astor Piazzolla: con Roberto Yanés, en 1964 y en solo de bandoneón en 1971.
Nelson —protagonista demoníaco en Megafón, o la Guerra, la novela póstuma de Leopoldo Marechal— fue autor también de los tangos “Carriego”, “Óyeme, mamá”, “Qué será de ti”, “No debemos retornar”, “Nocturno de tango”, “La casa vacía”, “Escuchando tu voz”, “Al volverte a ver”, “Junto al piano”, “Cuento azul” y “Derrotao”, entre otros.
No formó un binomio creador con ningún compositor en particular, firmando sus tangos con músicos tan diversos como el ya mencionado Mora, Armando Baliotti, Roberto Nievas Blanco, José García, Miguel Nijensohn y Marcos Larrosa, entre otros. Tuvo además dos incursiones en el cine, en las películas “Historia de un Ídolo” y “Soy del Tiempo de Gardel”, ese tiempo que él contribuyó como nadie a prolongar.
HOMENAJE: La ciudad de Buenos Aires le rinde tributo con una plazoleta ubicada ubicada entre las calles Virrey Aviles, Superí y Av. Elcano, en el barrio de Colegiales.
(Extraído y resumido del libro “Tango Judío. Del ghetto a la milonga”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998).
“VILLA CRESPO, nuestro Barrio – Historia y Cultura”
*Alma y Corazón de Buenos Aires*
“MEMORIONES” *Donde VIVEN los Recuerdos*
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.