SABIDURIA DISIDENTE DE ALEXEI NAVALNY Y NATAN SHARANSKY
TRADUCIDO POR Marcela Lubczanski
La correspondencia de los ex alumnos del Gulag muestra lo mejor de la tradición de Rusia y lo peor de la nuestra.
Por Gary Saul Morson
Febrero 23, 2024
Rusia nunca cambia, como concuerdan Alexei Navalny y Natan Sharansky en correspondencia que acaba de ser dada a conocer de marzo y abril del 2023. Ni siquiera las prisiones o castigos han sido actualizados desde la época soviética. Navalny escribe desde SHIZO—la celda de castigo—mientras lee la descripción de Sharansky de la misma experiencia: "Me divirtió que ni la esencia del sistema ni el patrón de sus actos han cambiado."
¿Divertido? Uno pensaría que indignación sería más apropiado. Pero la indignación, que los estadounidenses exhiben tan fácilmente, es la reacción de personas cómodas que pueden expresar su enojo y pueden incluso ser recompensadas por hacerlo. Cuando la represión es la norma—y cuando uno siente su encarcelamiento como parte de una larga cadena que se extiende hasta Iván el Terrible—la diversión, incluso la risa, expresa la capacidad de superar el destino individual de uno. En la risa, como han observado los pensadores rusos, un hombre se para fuera de sí mismo y de la autoridad arbitraria, y mira hacia abajo con una sonrisa a la locura humana siempre repetida.
"Entiendo que no soy el primero, pero quiero convertirme en el último, o al menos uno de los últimos, que son obligados a soportar esto," escribe Navalny. Ambos hombres sabían cuan improbable era eso. Aun si este régimen, como el anterior, colapsa, otro puede surgir. Y aunque Rusia es especialmente propensa a tales catástrofes, ninguna persona, incluidos nosotros, está exenta de ellas.
Los rusos, como demostraron estos dos hombres, han desarrollado libertad interna en ausencia de libertad externa. La disidencia no es nueva. Los sufrientes sacan fuerza de los escritos de los sufrientes anteriores. Ese es el motivo por el cual el Sr. Sharansky previó su libro "NO TEMAS NINGÚN MAL" (1988) no sólo como una biografía sino también como una "suerte de libro de texto o manual de cómo comportarse en un enfrentamiento con las autoridades." Los relatos del encarcelamiento político constituyen un género importante de la literatura rusa. "El Archipiélago Gulag" (1973) de Alexander Solzhenitsyn será recordado mucho tiempo después que muchas obras celebradas del siglo XX sean olvidadas. Eso es apropiado, porque el libro se trata todo de recordar.
El Sr. Sharansky cita al disidente Vladimir Bukovsky, él mismo el autor de una brillante biografía de la prisión, demandando que el comunismo sea llevado a juicio al estilo Nüremberg. Solzhenitsyn recuerda que se le dijo que es más saludable olvidar: "'¡No excaves en el pasado! Vive en el pasado y perderás un ojo.' Pero el proverbio continua diciendo: 'Olvida el pasado y perderás ambos ojos.'"
La literatura de prisión, incluidas novelas y biografías, es tan importante en Rusia debido a que la tradición de disidencia heroica es esencial para la experiencia rusa. Representa lo mejor de Rusia—y debido a ello, cuando Navalny escribe, miles "no están asustados de hablar por la libertad y contra la guerra, a pesar de las amenazas. Cientos de ellos están en prisión, pero estoy confiado en que no serán quebrados y no se rendirán."
¿De dónde viene la fuerza para tolerar tal castigo? En parte de la certeza que uno no está solo y que lo que uno está haciendo tiene importancia histórica.
Es difícil imaginar a los estadounidenses tolerando siquiera un fragmento de tal castigo sin quebrarse, mucho menos hacerlo "con estilo," como dice el Sr. Sharansky de Navalny. Para los lectores occidentales, el momento clave de este intercambio ocurre cuando el Sr. Sharansky cita a un periodista europeo que no podía entender por qué, después que ya había sido envenenado, el Sr. Navalny regresó a Rusia. "Todos sabíamos que él sería arrestado en el aeropuerto," dijo el periodista. "¿No entiende él cosas tan simples?" La pregunta enojó al Sr. Sharansky porque reveló una creencia que muchos en el Occidente daban por sentado: que la vida se trata de uno mismo. Si la disidencia representa lo mejor de la tradición rusa, tal individualismo superficial constituye lo peor de la nuestra.
Los rusos saben que la vida de uno puede importar sólo cuando no se trata meramente de uno mismo. El Sr. Sharansky describió su réplica como "bastante grosera": "Tú eres el que no entiende algo. Si piensas que el objetivo es la supervivencia—entonces tienes razón. Pero su verdadera preocupación es la suerte de su pueblo—y él les está diciendo: 'No tengo miedo, y ustedes tampoco deberían tenerlo.'" El Sr. Sharansky sabía esto de Navalny, aun cuando ellos nunca se conocieron, porque todo lo que él hizo pertenecía a la tradición de la valerosa disidencia rusa.
Ambos hombres comparan su difícil situación con la de los judíos. (El Sr. Sharansky es judío, Navalny no lo era.) En la Pascua a los judíos se les ordena tratar el Éxodo como un hecho histórico y actual y verse a sí mismos como liberados de Egipto. Los disidentes rusos hoy, estos corresponsales entienden, son esclavos de Vladimir Putin en una nueva tierra de esclavitud. El Egipto bíblico nunca desaparece.
Durante dos milenios de Diáspora los judíos anhelaron regresar a Jerusalén. El Sr. Sharansky y Navalny comparan ese anhelo, que fue realizado cuando fue creado el Estado de Israel, con el anhelo ruso de libertad. "Hoy somos esclavos—mañana pueblo libre. Hoy estamos aquí—el año que viene en Jerusalén," el Sr. Sharansky cita la Hagada de Pesaj, y luego desea a Navalny, "y a toda Rusia, un Éxodo tan pronto como sea posible."
Si pudiéramos adquirir siquiera un poco de la sabiduría disidente en Estados Unidos, nuestra libertad sería mucho más segura. Y si perdemos esa libertad, como parece cada vez más probable, nosotros también podemos desarrollar la valentía para luchar por ella.
El Sr. Morson es un profesor de lenguas y literaturas eslavas en la Northwestern University.
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