¡SHABAT SHALOM, ALMAS BELLAS!
LA VIDA Y LA MUERTE
La vida no se muere.
No se marchita el tulipán al exhibir su belleza extrema.
No se mueren los pasos que ahora asienta el caminante sobre el sendero.
La vida no se muere.
No se muere el abrazo que abraza, ni el beso que besa, ni el llanto que llora.
No se mueren mis ojos reflejados en el río, ni la nostalgia urgente de lo irrecuperable.
La vida no se muere.
Se muere la vida cuando la roza el desasosiego y la zozobra.
Se muere la vida cuando la duda, lentamente, se va instalando en el alma.
Se muere la vida cuando nos desconectamos de la eternidad de cada instante, de cada instante.
Se muere la vida cuando el sentido es ambiguo y el camino incierto.
Se muere la vida cuando el fuego no quema, cuando el agua no moja, y cuando el olvido y la indiferencia se transforman en dueños de casa.
Se muere, se muere la vida, cuando la intensidad y la plenitud de una mañana soleada no alegran nuestro espíritu, ni hierven nuestra sangre.
No, la vida no se muere.
Porque la vida, cuando está viva, no se muere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.