miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Trilogía Antijudía

La trilogía de conceptos que se utilizan en nuestro tiempo contra los judíos, sospecho, está entrelazada, y mediante un análisis me dispongo a comprobarlo.
No hay que confundir una simple crítica a Israel con un argumento antisemita ; ni crear una generalización que aumente o desproporcione un pensamiento, tergiversándolo y dándole un nuevo significado.
Retornemos a la trilogía del antiisraelí, antisionista y antisemita. Tomando al antiisraelismo, lo voy a definir como la negación al Estado de Israel, el no reconocimiento a su existencia, el detractar su derecho a ser.
No se incluye dentro del concepto a quien no coincide con una política determinada adoptada por el gobierno israelí, a quien discrepe con leyes o medidas, pero que lo hace sin cuestionar la existencia misma del Estado. Me refiero exclusivamente a los que ponen en tela de juicio, mejor dicho directamente niegan, el derecho a la existencia. Estoy hablando por ejemplo del grupo terrorista Hamas, que tiene la postura que Israel no debe existir y se deben ¨arrojar a todos los judíos al mar¨. O Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, que alienta a ¨borrar a Israel del mapa¨.
Se escucha en muchos círculos intelectuales el término ¨antinorteamericanismo¨. Algunos pensadores occidentales lo emplean para definir su repudio a lo que consideran la política imperialista de Estados Unidos. Radicales musulmanes como Bin Laden consideran además que se debe destruir al denominado ¨imperio¨. Más allá de eso, lo que deseo dejar en claro es que el antiisraelismo voy a circunscribirlo a la posición extremista de querer hacer desaparecer a Israel. Se toma como un problema concreto que tiene Israel con sus enemigos; no vamos a escuchar por ahí ¨antiargentinismo¨ o ¨antiitalianismo¨ en el sentido de buscar borrar a dichos países por enemigos mortales.
Ahora es el turno del antisionismo. El sionismo es un movimiento que rescata al pueblo judío como una nación, hay una nacionalidad judía. El mejor lugar para el desarrollo y crecimiento de la nación judía es Israel. Los pensadores sionistas coinciden en que Israel es el Hogar Judío, el punto al cual se convoca a todos los judíos del mundo a fortalecer y colaborar con la patria. Se defiende el derecho del pueblo judío de tener un Estado en su tierra.
Los antisionistas no reconocen ese derecho. Están en contra de las políticas realizadas en consecuencia, es decir, de la edificación de un País Judío. El antisionista no acepta la cración de Israel, sino que protesta por la supuesta ocupación del territorio en Palestina. Los argumentos antisionistas identifican al sionismo como una ideología racista, y lo vinculan con el imperialismo, en una acusación directa de la alianza de Israel con Estados Unidos. Otras severas y falaces críticas se le han hecho al sionismo. Se lo acusa de ocupar ilegalmente el territorio de la Palestina, de expansionismo tratando de avanzar y desposeer cada vez más, en el siglo XXI principalmente se lo tilda de aplicar políticas nazis.
Llegando al antisemitismo, el concepto está mucho más claro. El antisemitismo carga el odio milenario y ancestral a los judíos. Por antisemitismo se les ha robado, desposeído, ultrajado, convertido, asesinado, y podría seguir. Aquí rescatamos nada más que algunas de sus múltiples manifestaciones, como el deicismo (acusando a los judíos de ser los asesinos de Jesus), los Protocolos de los Sabios de Sión (panfleto que incluye una mentira asquerosa acerca de una conspiración judía para dominar al mundo), o el expresado por el nazismo (ver al judío como una raza inferior, lacra de la sociedad, culpable de la derrota alemana en la Primer Guerra Mundial, y dominador corrupto de la economía).
El desafío planteado consiste en la demostración de la íntima relación de la Trilogía Antijudía, de esa vinculación maliciosamente oculta o a veces claramente visible. Se puede demostrar tanto racional como empiricamente.
Hay un sujeto que abiertamente manifiesta que es antiisraelí. No quiere que Israel exista. No debe haber un Estado Judío. Por más que se refugie en pensamientos como que el Estado Judío está en contra del Estado Democrático, no debemos permitir que empiece a desvirtuar (eso es otra discución aparte que los mismos judíos tenemos, pero sin eliminar el derecho de Israel a existir).
El antiisraelí necesariamente es antisionista. No quiere un Hogar Nacional Judío bajo la forma de un Estado. No apoyará y será contrario al Movimiento Sionista en su esfuerzo de llevar judíos a Israel y consolidar un país que sea judío por definición. Al ser antiisraelí y antisionista, le niega el derecho natural al pueblo judío de tener un Estado en su tierra. No concibe a los judíos como una nación con derecho a un país, mientras que seguramente no cuestiona a ningún otro Estado su derecho a existir, ni a las naciones. No admitir los derechos de un grupo es estar en su contra. Este sujeto es antisemita.
Se puede partir de otro punto. Quien es antisionista, aparte de oponerse al movimiento y su ideología, hemos visto que alienta a los boicots en contra de Israel, aboga por la desocupación de Palestina y la eliminación de un gobierno israelí. De más está decir que es antiisraelí. Y por mismas razones es un antisemita, tratando de eliminar el autogobierno y la autodeterminación del pueblo judío.
Si arrancamos desde el sujeto antisemita, es obvia la conexión con los otros dos conceptos. El antisemita que mata, que discrimina, no quiere ver a un judío triunfante ni gozando de un Estado con todas las letras. El que los separa y aisla, no es para reunirlos en un buen país, sino para hacer un campo de concentración o un pogrom.
Por vía racional la conclusión de que los términos de la trilogía son como sinónimos. Ahora lo práctico.
Los grupos autodenominados antisionistas realizan marchas violentas en contra de las instituciones y comunidades judías de varios países. En Agentina, Venezuela y demás lugares se han pintado, mayormente en 2009, leyendas como ¨fuera judíos de Palestina¨, ¨no a la ocupación¨, ¨judíos vuelvan al ghetto¨. Con estas manifestaciones quieren echar a los judíos de Palestina. Es decir, no solo no reconocen a Israel cuando dicen ¨Palestina¨ u ¨ocupación¨, sino que piensan que los judíos deben abandonar la tierra. Piden que vuelvan al ghetto, o sea, a que se encierren en su comunidad o a que sean prisioneros en barrios como durante el nazismo.
Cuando las pancartas igualan a un Maguen David con una cruz svástica, se profana un símbolo religioso judío y se mancha a Israel como un régimen fundamentalista y totalitario que no existe en la realidad. Aparte, las marchas de estas agrupaciones han ido acompañadas de golpizas a judíos (como en la celebración de Iom Haatzmaut por el 61º aniversario de la creación del Estado de Israel en Buenos Aires) y destrucción de sinagogas (como en Caracas, donde se dañó la arquitectura del templo y se rompió la Toráh).
Hay que decir también que los grupos e intelectuales que dicen ser antisionistas y no antisemitas, han apoyado a dictadores que quieren destruir a Israel y asesinar a los judíos (Pino Solanas y Luis D´elía, por ejemplo, que han firmado cartas de apoyo a Ahmadinejad y su sangriento régimen iraní). Ser un antisionista que apoya a un antisemita para que mate judíos, no puede ni un poco ocultar el propio antisemitismo. Muchos dirán que no están en contra de que los judíos profesen su religión, pero el pueblo judio tiene más que una religión. Hay toda una nacion, y estos antijudíos están en contra del país de los judíos. Y el pueblo judío tiene un derecho histórico y una base de legalidad afianzada en las Naciones Unidas para tener un Estado en su tierra.
Por todo lo dicho, concluyo que la Trilogía Antijudía expresa lo mismo. El antiisraelismo, antisionismo y antisemitismo son lo mismo, son iguales, parejas demostraciones de las caras del antijudaísmo.
Lo digo escapando a ser un judío perseguido que siente que están todos en su contra o lo miran mal de reojo, e impidiendo peligrosas generalizaciones que meten a todos en una misma bolsa. Lo digo con argumentos expuestos, limitandome a las definiciones expresadas. No se puede tildar a una persona que protesta si Israel no respeta la Línea Verde, de ser un odiador de judíos que merece condena. Pero tampoco una persona autodenominada antisionista que golpea con un palo a un judío en Argentina por la política internacional de Israel, puede pretender que le creamos que no es un antisemita. Las acciones hablan por sí mismas. Judíos, sionistas y pro-israelíes, a estar prevenidos.


AUTOR
Ezequiel Eiben
Madrij de Hejalutz Lamerjav en Cordoba
Rosh en 2009
actualmente en Israel en Shnat Ajshara (kvutza 2009 de HEJALUTZ LAMERJAV). Shnat es un plan de la sojnut de capacitacion para madrijim y lideres comunitarios.

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