jueves, 22 de febrero de 2018

Revista de Prensa

¿Está acabado Netanyahu?

 

Benjamín Netanyahu, en la ONU (SEP 15).
A contracorriente, Jonathan Tobin dice que el primer ministro de Israel no está acorralado y quelas acusaciones que pesan sobre él tienen muy escaso fundamento.
La Policía israelí está recomendando el procesamiento del primer ministro. Pero hay menos cargos de corrupción de lo que sus críticos quieren hacer creer. Y hasta que se demuestre lo contrario, Netanyahu sigue siendo el hombre imprescindible de la política israelí.
(…)
Las comparaciones con [el ex primer ministro Ehud] Olmert, que fue condenado por asuntos de corrupción que se remontaban a sus años de alcalde de Jerusalén, son engañosas. Sobre Netanyahu pesan dos acusaciones fundamentales, pero, a pesar de los resonantes nombres ominosos que les ha puesto la Policía, ninguna de ellas resiste el menor escrutinio.
En el Caso 1000 se dice que Netanyahu recibió champaña y cigarros puros de amigos millonarios por valor de cientos de miles de shékels. Pero aunque esto pueda suscitar comparaciones desfavorables con el ascetismo de padres fundadores de Israel como David ben Gurión o Menájem Beguin, no hay indicios de que esos millonarios recibieran nada a cambio. Si el soborno forma parte de un ‘quid pro quo’, aquí no lo hubo.
El Caso 2000 es aún más truculento. Tiene que ver con unas conversaciones entre Netanyahu y el dueño del diario’ Yediot Ahronot’, Arnon Mozes. Netanyahu pide a Mozes que rebaje el tono crítico de su periódico y que a cambio él hará algo para reducir la circulación del gratuito ‘Israel Hayom’, que ha superado al ‘Yediot’ como el diario más leído de Israel. Aunque ‘Israel Hayom’ es propiedad de Sheldon Adelson, aliado de Netanyahu (y donante de JNS [del que Tobin es redactor jefe]), teniendo en cuenta que Netanyahu no tiene capacidad de honrar esa promesa, se trató de un absurdo. Ni es razonable sostener que eso fue ilegal.
Netanyahu sí es culpable de tener una mujer con un mal genio célebre (…) El comportamiento grosero de su hijo Yair también ha suscitado el interés público. La familia entera parece tener un sentido del privilegio, alimentado por [tantos] años en el poder, que con razón ofende a muchos israelíes.
Pero ni los intentos de procesarle con acusaciones tan endebles ni el invasivo escrutinio de su familia nos dicen nada sobre sus capacidades como gobernante. (…) la razón por la que Netanyahu, pese a no ser particularmente querido, sigue en el poder es que verdaderamente no hay una alternativa mejor.
(…) Guste o no, el sagaz equilibrismo de Netanyahu y su valerosa negativa a decir no a acuerdos perjudiciales para su país siguen siendo necesarios. Llegará el día en que los israelíes tengan bastante de Netanyahu, pero la presunción de que ese día está próximo puede estar completamente equivocada.

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