domingo, 4 de febrero de 2018

**Un Recuerdo, Nada Más**

He vivido más años que los que me quedan por vivir y esta realidad, me hace preguntarme,
si tendré tiempo de escribir y contar. De escribir, contar y recordar, antes que mis recuerdos,
apurado por los años, levanten vuelo y se pierdan en la eternidad. Los recuerdos, siempre,
tienden a viajar empujados por los años, hasta su vuelo final y muerte en el olvido.
He, escrito de amores, grandes y pequeños, cuya duración, también, fue grande o pequeña.
Hoy les contaré, de un amor tan real, que vive en mi, después de los años transcurridos.
No fue el primer amor, que dicen que nunca se olvida, tampoco fue el último, del día de ayer.
Fue el amor que me enseñó a amar, a comprender, a soñar, a perdonar, a vivir, con él, como
un recuerdo grabado en la piel, guardado en mi corazón, donde de noche despierta y se
apodera de mi ser.
Pasaron muchos años, o quizás no fueron muchos, que no la veo y que nada sé de ella. Pero
todos los días, como si fuera una plegaria, pido para ella la felicidad merecida, por haber
obrado, como obró. Su enorme cariño, del hombre que nunca sería de ella, de su sonrisa triste, que reflejaba su rostro, al saber que nuestro amor había muerto al nacer, por su resignación, a
perder lo que más quería, por dejar pasar sus mejores años, junto a un hombre que nunca sería
de ella.
Me gustaría que leas, este recuerdo, que te amo como el primer día, que pido por tu felicidad,
que no te haya llegado tarde, que tu esposo sepa la fortuna, que tiene a su lado, que sepa, de
tu riqueza ética.
Si en algún momento lees, lo que acabo de escribir, te pido perdón, nunca te olvidaré...
¡ Tu sonrisa triste está clavada, como una espina, en mi corazón !

Mario Beer-Sheva

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