viernes, 23 de marzo de 2018

Al final de la Primera Guerra Mundial, un antisemita le dice a su interlocutor que los judíos provocaron la guerra. "Sí, los judíos y los ciclistas", responde el segundo. "¿Por qué los ciclistas?", pregunta el primero. "¿Por qué los judíos?", replica el segundo.
La broma era utilizada por una de las intelectuales judías más relevantes del siglo XX, Hannah Arendt, para ilustrar la irracionalidad del antisemitismo.

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