domingo, 24 de junio de 2018

Contextos

Turquía vuelve a las urnas

Por Burak Bekdil 

Bandera de Turquía.
"Con el referéndum de abril de 2017, los turcos decidieron renunciar a su democracia. Ahora, sólo un año después, quizá decidan recuperarla"
El hombre fuerte de Turquía, el presidente islamista Recep Tayyip Erdogan, no ha perdido una sola elección desde que su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) llegó al poder, en noviembre de 2002. El próximo domingo los turcos acudirán a las urnas por sexta vez en cuatro años. Puesto que la gente muestra signos de descontento por el desplome de la moneda nacional y la ralentización de la actividad económica, y la oposición está ganando popularidad, estos comicios podrían ser un desafío mayor del esperado para que en los últimos 16 años va de victoria en victoria.

Calendario electoral

En un referéndum celebrado el 6 de abril de 2017, los turcos se decantaron –por un estrecho margen– por introducir unas enmiendas constitucionales que otorgaban al presidente del país poderes cuasi ilimitados, sin verdaderos controles ni contrapesos. Con esos cambios, el presidente sería a la vez el jefe del Estado, el jefe del Gobierno y el jefe del partido en el Gobierno, todo a la vez. Podría gobernar por decreto.
Turquía iba a celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias en noviembre de 2019. Pero, en un movimiento sorpresivo, Erdogan decidió convocar elecciones anticipadas, posiblemente por temor a las repercusiones electorales del hundimiento de la economía. Esperar hasta noviembre de 2019 conllevaba el riesgo de que para entonces la economía se descontrolase totalmente.

La votación

Erdogan y su AKP se han aliado con una formación nacionalista (el Partido del Movimiento Nacionalista, o MHP) y una escisión de la misma, el Partido de la Gran Unidad (BBP), nacionalista y conservador, con la esperanza de formar un sólido bloque de derechas que atraiga a una sociedad cada vez más nacionalista. Esta coalición se hace llamar Alianza del Pueblo.
La oposición, liderada por el socialdemócrata Partido Popular Republicano (CHP), formó rápidamente una alianza rival, la Alianza de la Nación, de la que también forman parte un nuevo partido de centro-derecha, el IYI, o Buen Partido, y su escisión, el SP (Partido de la Felicidad).
El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) no se ha unido a ninguna alianza. En las elecciones, por tanto, competirán tres bloques: Pueblo, Nación y Kurdos.

Una lucha desigual  

El bloque del Gobierno está utilizando cuantiosos recursos del Estado en su campaña. Ha anunciado varios incentivos a la inversión, exenciones tributarias, reducciones de impuestos, subsidios, megaproyectos y nuevos empleos. La operación Rama de Olivo, incursión militar en el noroeste de Siria, y la captura de un enclave kurdo podrían hacer ganar al Gobierno votos adicionales entre los nacionalistas, ya que las encuestas han revelado que cerca del 85% de los turcos está a favor de la campaña militar, que empezó el 20 de enero. El Gobierno de Erdogan utiliza además sistemáticamente un enorme aparato de propaganda, no en vano controla alrededor del 90% de los medios. Así, el canal público TRT ha dedicado 117 minutos a la campaña de Erdogan, y su a principal rival, Muharrem Ince, sólo 16.
En la parte negativa, la lira turca cayó más de un 17% entre principios de año y el 23 de mayo, en medio de las preocupaciones por la incapacidad del Banco Central de contener una inflación de dos dígitos. Según la encuestadora Remres, el 68% de los turcos cree que el estado de la economía irá a peor.
Nada de eso importará si, como teme la oposición, el domingo hay fraude electoral. Los observadores europeos sospecharon que se podrían haber amañado hasta 2,5 millones de votos en el referéndum de abril de 2017.
Con o sin pucherazo, Remres reveló que el 61% de los turcos piensa que las elecciones no serán limpias.

Candidatos

Cinco candidatos competirán contra Erdogan en la primera vuelta, este domingo. Son Muharrem Ince (CHP), Meral Akşener (IYI), Temel Karamollaoğulları (SP), Selahattin Demirtaş (HDP) –que ha hecho campaña desde la cárcel– y Doğu Perinçek, excéntrico exmaoísta que ahora es nacionalista de izquierdas. El candidato ganador tendría que obtener más del 50% de los votos en la primera vuelta para no tener que ir a la segunda. Según la mayoría de las encuestas, a Erdogan no le bastará la vuelta, en la que se estima que el orden sea éste: Erdogan, Ince, Akşener y Demirtaş. Si fuese así, Erdogan se enfrentaría a Ince en la segunda vuelta, con el probable apoyo del IYI y el SP al candidato de la oposición. Lo que convertiría a los kurdos de Demirtaş en la clave.

Escenarios

Hay cuatro posibilidades tras las elecciones:
1. Erdogan gana la presidencia y el AKP, la mayoría parlamentaria.
2. Erdogan gana pero el AKP pierde la mayoría parlamentaria.
3. Erdogan pierde pero el AKP obtiene la mayoría parlamentaria.
4. Tanto Erdogan como el AKP pierden.
La cuarta opción es la menos probable, y también son pocos los observadores que consideran plausible la tercera. Las apuestas se concentran en la 1 y en la 2. Si, no obstante, se materializara la opción 4, Turquía atravesaría un doloroso periodo de cambio de régimen, con el posible riesgo de que haya violencia callejera y esa sociedad peligrosamente polarizada quede al borde de la guerra civil. Los seguidores de Erdogan, que a menudo forman grupos violentos, no creerían en la limpieza del recuento electoral y saldrían a la calle a enfrentarse a los “traidores” que fueron contra su “gran líder”.
La primera opción significaría simplemente que todo seguiría igual: Turquía se hundiría aún más en el autoritarismo islamista de Erdogan y el país –ahora más polarizado entre laicos y conservadores– se volvería menos manejable. La segunda opción sería la más interesante: no complacería a Erdogan y podría atarle las manos. En teoría, Erdogan podría gobernar por decreto, pero un Parlamento controlado por la oposición siempre podría aprobar leyes que derogasen sus decretos (como establece la Constitución). Erdogan podría en ese caso verse obligado a disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, que se celebrarían en un plazo mínimo de 90 días. Los turcos podrían tener que volver a las urnas una vez más a finales de año.

El ‘factor Gaza’

La tensión en Gaza –en realidad, cualquier conflicto relacionado con Israel, como la guerra del Líbano de 2006– siempre ha beneficiado a Erdogan, antisionista y pro Hamás. Erdogan es siempre el político turco más rápido y fiero a la hora de despotricar contra Israel cada vez que una disputa árabes-israelí se torna violenta. Sus mítines están llenos de fieles que ondean banderas palestinas junto a las turcas.
Erdogan ha explotado ampliamente el sentimiento propalestino de los turcos y lo ha convertido en votos. A la oposición le costó más de una década descubrir la munición palestina. Una vez más, como en 2014, antes de unas presidenciales turcas llegaron noticias de que “nuestros hermanos musulmanes están muriendo alcanzados por balas judías”, con Erdogan llamando a Israel Estado apartheid y Estado terrorista, calificando la muerte de 60 gazatíes de “genocidio”, pidiendo una reunión de urgencia de la Organización de Cooperación Islámica y organizando una manifestación “en solidaridad con nuestros hermanos palestinos”.
Pero esta vez ha perdido el monopolio sobre el antiisraelismo generalizado, ya que el bloque de la oposición ha asumido esa retórica, que incluso a veces ha llevado más lejos. Los partidos de la oposición hicieron una declaración parlamentaria que condenaba la “violencia de Israel en Gaza”. El CHP propuso incluso que el Gobierno redujera sus contactos diplomáticos con el Estado judío y cancelara el acuerdo de reconciliación de diciembre de 2016. Cuando Ankara decidió retirar temporalmente a su embajador Kemal Ökem, el CHP dijo que no era suficiente, que había que retirarlo indefinidamente.
En campaña, Erdogan ha prometido consolidar su régimen, basado en la unidad de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Inces promete deshacer el sistema presidencial ejecutivo de Erdogan, volviendo a la separación de poderes. Con el referéndum de abril de 2017, los turcos decidieron renunciar a su democracia. Ahora, sólo un año después, quizá decidan recuperarla.
© Versión original (en inglés): BESA Center
© Versión en español: Revista El Medio

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