jueves, 1 de agosto de 2019

“Una pareja me cuenta que soy el primero en entrar esa mañana y que estoy en el Museo de Otto Weidt (1883-1947), un fabricante de escobas y cepillos invidente y antinazi que, durante el Tercer Reich, fundó un taller en el que daba trabajo a judíos sordos y ciegos. Su ayuda, su perspicacia y su generosidad salvaron a muchos de sus empleados, a los que ocultó de la Gestapo o permitió huir. Su carisma y su aura de embaucador le permitían apañárselas para falsificar documentos y para seducir a los esbirros de Hitler con regalos (en aquella época un cepillo con pelos de caballo era un lujo) sin otra intención que salvar a muchos de la cámara de gas.”

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