martes, 23 de marzo de 2021

 KNÉSET SIN MAYORÍAS

En Israel celebramos este martes elecciones, las cuartas en cerca de dos años, tras el colapso del gobierno de unidad pactado por Netanyahu, y el líder de Kajol Laván, Benny Gantz, y ante la perspectiva de una Knéset nuevamente fragmentada y sin mayorías claras.
El bloqueo emana de las elecciones de abril de 2019, que se celebraron de forma anticipada a causa de las disputas en torno a un proyecto de ley sobre el servicio militar entre la comunidad ultraortodoxa - que llevó a la dimisión en noviembre de 2018 del entonces ministro de Defensa, Avigdor Liberman -, así como por las acusaciones de corrupción contra Bibi.
De las urnas salió un Parlamento dividido en el que el Likud de Netanyahu - quien lleva en el cargo desde 2009 - no logró formar un ejecutivo, lo que ocurría por primera vez en la historia del país y lo que le llevó a convocar otras elecciones antes de traspasar el mandato para intentar formar gobierno a Gantz.
Así, se celebraron otros comicios en septiembre de 2019, en los que en esta ocasión se impuso Kajol Laván al Likud por un escaño. Sin embargo, el fraccionamiento derivó en nuevas elecciones en marzo de 2020, de las que surgió un gobierno de coalición por la decisión de Gantz de romper su promesa de campaña de no pactar con Netanyahu.
El acuerdo provocó una fractura en Kajol Laván, mientras Gantz logró el cargo de ministro de Seguridad y el compromiso de Bibi de que pasaría a ser primer ministro tras 18 meses, algo que finalmente no tendrá lugar, dado que se convocaron elecciones antes de eso por que ambos partidos no consiguieron dictar la ley de presupuestos sin la cual la Knéset se disuelve automáticamente.
En este contexto, Gantz sufrió una caída dramática en las encuestas, dado que su figura podría ser castigada por su acercamiento a Bibi, decisión que justificó a causa de la pandemia de coronavirus y la necesidad de contar con un gobierno para sacar adelante unos presupuestos, inexistentes desde 2019, lo que no logró.
Por su parte, Bibi figura como favorito y durante las últimas semanas intentó lograr apoyos con los avances en la vacunación contra el coronavirus, pese a que el país fue duramente golpeado durante la segunda oleada, que provocó un segundo confinamiento a nivel nacional.
Netanyahu recalcó también durante la campaña los acuerdos logrados con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Sudán y Marruecos para normalizar sus relaciones diplomáticas, gracias a la mediación de Trump, y aseguró que al menos otros cuatro países se están preparando para dar el paso.
Bibi reiteró además su apoyo a la 'hoja de ruta' propuesta por el expresidente estadounidense para un proceso de paz con los palestinos, rechazada firmemente por la Autoridad Palestina y el resto de facciones, sin que por ahora esté claro si Joe Biden se alejará de esta postura y abogará por reimpulsar las negociaciones en otros términos.
Los sondeos no reflejan que Netanyahu sufrió una importante pérdida de apoyo a pesar de su imputación por corrupción, que le convirtió en la primera persona en serlo mientras ocupa el cargo de primer ministro. Bibi rechazó los cargos, que fueron usados por la oposición para exigir su dimisión.
Netanyahu, que llegó a tildar el proceso de "caza de brujas", aseguró el sábado pasado por el Canal 12 que se opone a cancelar el juicio y destacó que no cesará al fiscal general, Avijai Mandelblit, si bien defendió que garantizará un equilibrio entre el sistema judicial y el ejecutivo.
A ello se han sumado las críticas por parte del presidente de la Knéset, Yariv Levín, contra la comisión electoral, a la que acusó de parcialidad, si bien rechazó todo paralelismo con las declaraciones de Trump antes de las elecciones de noviembre en Estados Unidos, tras las que se negó a reconocer su derrota.
De cara a los comicios, la oposición - en esta ocasión con Yesh Atid, liderado por Yair Lapid, como principal partido - aseguró que Bibi busca crear un gobierno racista y extorsionador junto con sus aliados ultranacionalistas y ultraortodoxos.
Lapid, quien evitó decir oficialmente si busca ser primer ministro, abogó por aglutinar los votos en torno a su partido y dijo que se necesita una gran fuerza para cambiar la realidad y sacar a Netanyahu del poder.
Asimismo, Lapid, quien consiguió reunir gran parte del voto izquierdista tras su salida de Kajol Laván, acusó a Netanyahu de arrastrar al país a un ciclo de elecciones hasta lograr una mayoría que le permita gozar de inmunidad en el juicio, aplazado hasta abril.
Sin embargo, Bibi tendrá entre sus principales rivales a otros políticos del espectro derechista, que amenazan con agrupar parte del descontento de los votantes conservadores y reducir el número de escaños del Likud, lo que le dejaría en una posición más débil a la hora de encabezar una coalición.
Entre estos partidos figuran Iemina, encabezado por Naftali Bennett - antiguo aliado de Netanyahu -, y Tikvá Jadashá, liderado por el exministro de Interior, Gideón Saar, quien formó la lista en diciembre de 2020 y logró desde entonces que se unan al mismo diversos miembros del Likud que abandonaron la formación.
Saar, que se enfrentó a Netanyahu en unas primarias en el Likud en diciembre 2019 tras cargar contra el culto a la personalidad de Bibi, consiguió que se unan a Tikvá Jadashá algunos amiembros de Kajol Laván desepcionados de Gantz.
El surgimiento de Tikvá Jadashá y el refuerzo de Iemina llevaron a Netanyahu a centrar parte de su campaña en disminuir la figura de Bennett e incluso a vincular una poco probable victoria de Lapid a un acuerdo entre ambos para sacarle del poder, esperando con ello alejar de Iemina al votante derechista.
Sin embargo, Bennett afirmó que busca ser primer ministro, en un esfuerzo por no perder tampoco los apoyos que ha logrado por parte de ciudadanos que se alejaron de Bibi y de Liberman, líder de Israel Beitenu, que figura como otro miembro del espectro de la derecha que trabajó para buscar un frente alejado de Netanyahu.
Los partidos derechistas cuentan además con las candidaturas de Shas, liderado por Aryeh Deri; Iahadut Hatorá, encabezado por Moshe Gafni; y el Partido Sionista Religioso de Bezalel Smotrich y el kahanista Itamar Ben Gvir, que se sumarían al bloque de Netanyahu.
Por su parte, en el bloque izquierdista se encuentran Meretz, encabezado por Nitzán Horowitz, y el Partido Laborista - históricamente líder de la la izquierda israelí, si bien perdió peso en los últimos años -, liderado por Merav Mijaeli.
A todos ellos hay que sumar la Lista Conjunta Árabe (LCA), que aglutina a varios partidos árabes y que en las últimas elecciones logró once escaños, convirtiéndose en el cuarto partido con más representación. Pese a ello, la negativa de cualquiera de los bloques a formar gobierno con la LCA provocó que quedara nuevamente apartada de la escena política.
En esta ocasión, el partido Ra'am, del diputado Mansour Abbás, representante del Movimiento Islámico y la Hermandad Musulmana, abandonó la coalición árabe y llegó a apuntar a un posible apoyo a Netanyahu que podría volcar la balanza a su favor, si bien el bloque derechista reniega de su respaldo.
La Knéset está integrada por 120 escaños, por lo que cualquiera de los bloques tiene entre sus objetivos sumar al menos 61 para garantizar un gobierno, algo que, según los sondeos, está nuevamente en duda en estas elecciones, lo que podría derivar en una quinta votación en los próximos meses.
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