EL ACUERDO DE REHENES ES EL PRECIO DE LAS FALLAS DE ISRAEL
The sacrifices of this proposed agreement are the cost of Israel’s weakness on October 7, Michael Oren writes.
Por Michael Oren
Enero 15, 2025
traducida por Marcela Lubczanski
Israel está al borde de lograr un acuerdo con Hamas. Después de más de un año de negociaciones intermitentes, hace horas llegó la noticia que el líder militar de Hamas, Mohammed Sinwar, había aprobado el acuerdo.
El acuerdo es complicado y está estructurado en tres fases durante un período de 42 días. En la primera fase, que puede empezar tan pronto como el domingo, Hamas liberará a 33 rehenes—mujeres, ancianos y enfermos, y niños, entre ellos los bebés Bibas. Las dos fases subsiguientes verán la liberación de todos los 98 rehenes, vivos y muertos, y la retirada de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza entera. La guerra terminará oficialmente. Pero el cumplimiento de la segunda y tercera fase es contingente de la implementación exitosa de la primera fase.
Si tiene éxito, el acuerdo será saludado con cacofonía en Israel. La alegría desbordante se mezclará con el enojo y el dolor, el alivio con el temor y decepción abrasadora.
Las concentraciones a favor y las protestas en contra del acuerdo envolvieron a Tel Aviv y Jerusalén el martes a la noche. Generalmente hablando, la izquiera israelí en Tel Aviv apoya poner fin a la guerra en Gaza a cambio de la liberación de los rehenes. La izquierda israelí da la bienvenida al retorno de los rehenes, pero insiste en que Israel priorice ganar la guerra.
En Tel Aviv, las multitudes inundaron las calles llamando al gobierno a "sellar el acuerdo" y preguntando "cuánta más sangre debe ser derramada" antes que lo haga. En Jerusalén, los manifestantes afirmaron que el gobierno no tenía un mandato para "rendirse" ante Hamas. “Un terrorista liberado es el asesino de mañana," gritaban los opositores de derecha mientras bloqueaban el tráfico cerca de la oficina del primer ministro.
Tal discordancia es inevitable.
Desde el día uno—7 de octubre del 2023—los objetivos gemelos de Israel en Gaza fueron fundamentalmente irreconciliables. Israel no podía, como prometieron sus líderes, destruir simultáneamente a Hamas y garantizar la liberación de todos los rehenes. Los terroristas que veían a los rehenes como la clave para su supervivencia difícilmente renunciarían a ellos por menos que un compromiso israelí de poner fin—y por lo tanto perder—la guerra. Los israelíes, por su parte, estaban divididos entre los que sentían que no podían enviar a sus hijos al ejército en tanto los rehenes permanecieran en cautiverio y los que sostenían que, si Hamas gana, Israel no tendrá un ejército en lo absoluto.
Sin embargo, Israel creía que, incrementando la presión militar sobre Hamas, podría obligar a los terroristas a liberar a los rehenes. La estrategia pareció funcionar cuando, en noviembre del 2023, Hamas liberó a 105 de sus 251 rehenes a cambio de un cese del fuego de una semana y liberar a 240 prisioneros palestinos de las cárceles israelíes. Israel asumió razonablemente que aumentar sus operaciones en Gaza, especialmente en el bastión de Hamas en Rafah, devengaría resultados similares.
Pero Hamas pensaba de otra manera. Sorprendido por la determinación de Israel de reanudar el combate después del cese del fuego y convencido que la creciente condena internacional de la conducta de guerra pronto obligaría a los israelíes a rendirse, el grupo terrorista se mantuvo firme. Las fuerzas israelíes entrarían en Rafah y varios campamentos de refugiados, eliminaría a los altos líderes de Hamas, y disiparía la esperanza de los terroristas de la apertura de un segundo frente con Hezbola en Líbano—pero no siguió ningún nuevo acuerdo de rehenes. Hamas todavía insistió en un cese del fuego ilimitado y una retirada israelí completa de la franja. En lugar de ceder ante la presión militar y liberar a los rehenes, los terroristas les dispararon.
Mientras tanto se profundizaron los cismas dentro de la sociedad israelí. Decenas de miles salieron a las calles semanalmente no para protestar por la inhumanidad de Hamas sino por la presunta intransigencia de su propio gobierno. El Primer Ministro Netanyahu, afirmaron ellos, desesperado por preservar su coalición con los derechistas radicales se opuso a cualquier acuerdo, y lo bloqueó agregando precondiciones irrazonables. Netanyahu, protestaron ellos, condenó a los rehenes. Sólo la administración Biden, un crítico a menudo feroz de las políticas israelíes en Gaza, colocó el grueso de la culpa sobre Hamas.
Otros israelíes, en su mayoría de la derecha, aplaudieron el rechazo del gobierno a acceder a un acuerdo que recompensaba el terrorismo y garantizaba la victoria de Hamas. Muchos de los líderes de Hamas, recordaron ellos, entre ellos el planificador del 7 de octubre, Yahya Sinwar, fueron liberados en anteriores intercambios de rehenes por prisioneros. Los terroristas liberados en este acuerdo, predicen sus opositores, matarán a incontables israelíes en el futuro.
Pero ahora, de pronto, un acuerdo innovador está en ciernes. Tanto Israel como Hamas han suavizado según se informa sus posiciones y salvaron las brechas anteriormente insuperables.
¿Qué ha cambiado? Aunque la Casa Blanca merece el crédito por perseverar en las conversaciones por la liberación de los rehenes, el acuerdo probablemente debe mucho a las amenazas del pronto presidente entrante de hacer caer "todo el infierno" sobre Hamas y su capacidad de presionar a Netanyahu.
El Presidente Biden podía decir "no lo hagan," y todos en el Medio Oriente—los iraníes, árabes e israelíes por igual—lo hacían. No así con Donald Trump. Una reunión con su enviado especial al Medio Oriente, Steve Witkoff según se informa persuadió a Bibi de aceptar las condiciones que había rechazado durante mucho tiempo. No es sorpresa que Trump esté asumiendo el crédito por el acuerdo y llamándolo "épico."
Sin embargo, si se rompe el alto el fuego, el gobierno israelí está contando con el apoyo incondicional de la administración Trump al completar la destrucción de Hamas. Hamas está contando con la acción internacional para impedir que se reinicie la guerra. La mayoría del mundo aplaudirá.
La respuesta del público israelí, por el contrario, será fragmentada. Si bien la vasta mayoría celebrará a los que vienen a casa, su alegría será templada por las torturas inenarrables que sufrieron los rehenes y su largo, si no eterno, camino a la recuperación.
Aunque serán liberados 33 rehenes en la primera etapa, docenas—vivos y muertos—seguirán en Gaza, prolongando el sufrimiento de sus familias. Los parientes de los asesinados por los terroristas palestinos ahora saliendo libres también estarán destrozados. Así, también, lo estarán los israelíes que todavía ven a los soldados muriendo en Gaza casi diariamente mientras continúa el disparo de cohetes por parte de Hamas. Para qué fueron todos los sacrificios de Israel, preguntarán ellos. Como con los acuerdos previos, este sólo alentará más terrorismo y toma de rehenes, advertirán ellos, y prepara la escena para un ataque futuro, como el 7 de octubre.
Quizás este resultado fue inevitable desde el inicio. Tal vez el acuerdo es la única forma de reconciliar los objetivos mutuamente excluyentes de Israel de aniquilar a Hamas y repatriar a los rehenes. Quizás, a pesar del subsiguiente triunfo militar de Israel, este es el precio por las fallas del 7 de octubre.
Michael Oren, anteriormente embajador de Israel ante las Naciones Unidas, miembro de la Kneset y viceministro para diplomacia en la oficina del primer ministro, es el fundador del Israel Advocacy Group y autor del Substack Clarity.
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