Una historia para contar.
Rabí Israel Salanter fue visto una vez en las calles de Vilna hablando y riendo de manera aparentemente frívola con una de las personas de la ciudad.
La gente que lo vio, notó que el Rab de Salant estaba tratando de hacer reír al otro hombre con sus bromas.
Quienes observaban se quedaron muy asombrados por el extraño comportamiento del Rabino, pues como era bien sabido, era un hombre lleno de temor a D/s y continuamente cuidaba su hablar; nunca decía una palabra innecesaria.
De pronto, contrario a su costumbre, ¡allí estaba Rab Israel hablando palabras aparentemente vanas y bromeando”.
Uno de sus alumnos no pudo aguantar la curiosidad; se armó de valor y fue a preguntarle al Rab sobre su extraño comportamiento.
Rabí Israel le contestó:
—La persona con la cual yo estaba hablabando estaba deprimida y amargada.
Yo solo intentaba levantarle los ánimos, y no hay mayor jésed (bondad), que alegrar un alma triste.
Linda Michan
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