LO QUE ESTADOS UNIDOS PUEDE APRENDER SOBRE LOS REHENES DE ISRAEL: NADIE ES DEJADO ATRAS
¿Por qué la recuperación de los rehenes provoca urgencia nacional, pero en Estados Unidos no?
Por Herb Keinon
Marzo 11, 2025
traducida por Marcela Lubczanski
En un torrente de entrevistas que dió el sábado, Adam Boehler, el enviado especial presidencial de EE.UU. para asuntos de rehenes, dijo muchas cosas que, francamente, sonaron locas para el oído israelí.
El llamó "prisioneros" a los rehenes y "rehenes" a los prisioneros de seguridad palestinos; utilizó términos como “ellos no tienen cuernos saliendo de sus cabezas,” “tipos como nosotros,” y “muy buenos chicos” cuando discutió sus conversaciones con Hamas; y dijo que Hamas estaría dispuesto a bajar sus armas.
Todo eso sonó absolutamente desapegado de la realidad.
Sin embargo, al final de su entrevista con Jake Tapper de CNN, sonó francamente israelí.
Cuando se le preguntó si el periodista estadounidense Austin Tice, desaparecido en Siria desde el 2012, estaba todavía vivo, Boehler dijo que no lo sabía. Pero su tarea, dijo, era traer a Tice – y a todos los estadounidenses retenidos en el extranjero – a casa.
Traer a los estadounidenses a casa
“Si él [Tice] está allí, voy a traerlo a casa,” dijo Boehler. “Si él está muerto, voy a desenterrar sus restos con el FBI – lo hacemos juntos – y lo traeremos a casa con su mamá porque eso es lo correcto.
“Nuestros estadounidenses – no me importa donde están – se están perdidos en algún lugar – vamos a ir por ustedes. Es uno de nuestros caracteres distintivos, uno de nuestros caracteres distintivos más importante, y vamos a reclamar ese carácter distintivo.
“Lo perdimos un poco bajo la administración Biden, pero vamos a reclamar ese carácter distintivo porque, en mi pensamiento, nosotros deberíamos estar trayendo a todos a casa. Nos lo debemos los unos a los otros, y no voy a parar hasta que los consigamos.”
Ese tipo de discurso respecto a traer a casa a los estadounidenses retenidos bajo acusaciones falsas o retenidos como rehenes en el extranjero no es escuchado todos los días.
Uno se pregunta si Boehler y la administración Trump, la cual ha hecho del retorno de los estadounidenses una alta prioridad y ha traído a casa a 11 estadounidenses retenidos prisioneros en el extranjero (incluidos dos israelíes-estadounidenses) desde que el presidente estadounidense Donald Trump asumió el cargo, no ha sido influenciado por la actitud israelí sobre este tema.
EL COMPROMISO PROFUNDO DE ISRAEL con recuperar a los rehenes, muertos o vivos, claramente ha dejado una impresión en Trump.
En la primera reunión de su gabinete el 26 de febrero, después de la liberación de cuatro de los ocho cuerpos en el reciente acuerdo de cese del fuego, él destacó con admiración: "Diré una cosa; he hablado con muchos de los padres y muchas de las personas involucradas, y ellos quieren esos cuerpos casi tanto, y tal vez aun más, de lo que querían a su hijo o hija. Asombroso."
El continuó, “Es lo más grande. Es increíble el nivel [en el cual] ellos quieren los cuerpos de estas personas. Ellas están muertas."
La sensibilidad de Israel con la suerte de los rehenes – y el precio enorme que está dispuesta a pagar por su retorno – se topa con admiración y desconcierto en el extranjero.
Algunos la ven como una expresión profunda de solidaridad nacional. Otros cuestionan la sabiduría de liberar a asesinos terroristas. De acuerdo con un informe escalofriante de Maariv el viernes, los terroristas liberados en los acuerdos de rehenes desde el 7 de octubre han asesinado a 639 israelíes.
En su entrevista con Tapper, Boehler dijo que miles de estadounidenses están siendo retenidos en el extranjero. El dijo que Hamas está reteniendo a un estadounidense – Edan Alexander – y los cuerpos de otros cuatro, y que en los ataques de Hamas fueron asesinados 50 ciudadanos estadounidenses.
Luego él dijo algo de lo que la mayoría de los estadounidenses no están conscientes, “Vivimos en Estados Unidos, el país más fuerte en el mundo, y hay 6,000 estadounidenses [siendo retenidos] en diferentes países. Una de mis opiniones aquí es que tenemos que cambiar eso completamente.”
En una entrevista con Fox el mes pasado, él detalló esa cifra, diciendo que hay “aproximadamente cien estadounidenses más" siendo retenidos contra su voluntad. “Les diré que ahora mismo hay 6,000 estadounidenses en cárceles extranjeras. Eso no significa que todos sean inocentes, dicho sea de paso, pero ahora mismo hay 6,000 estadounidenses en cárceles extranjeras.”
A diferencia de Israel, sin embargo, la difícil situación de estos estadounidenses – a quienes Estados Unidos etiqueta cuidadosamente como "erróneamente detenidos” en lugar de “rehenes” – raramente domina el discurso público. Ni siquiera casos de alto perfil, como el de docente estadounidense Marc Fogel – encarcelado en Rusia en el 2021 por una infracción menor con cannabis para uso médico – logran galvanizar la presión pública generalizada.
La James W. Foley Legacy Foundation, que rastrea el número de estadounidenses retenidos como rehenes o detenidos erróneamente en el exterior, publicó un informe a finales del 2024 diciendo que al menos 54 estadounidenses se ajustan a esta categoría, con muchos de ellos retenidos por actores estatales tales como China y Rusia.
Boehler, tal vez influenciado por el ejemplo israelí, está tratando de elevar la cuestión.
LA DIFERENCIA en las actitudes públicas hacia los rehenes en Israel y Estados Unidos es moldeada por muchos factores: normas culturales, compromiso público, y políticas gubernamentales, tanto como la escala y geografía. Israel es una sociedad pequeña y unida y siente agudamente estos casos. Con su vasta población, Estados Unidos tiene un enfoque más desapegado.
Dos encuestas Gallup – una en 1985 y una en el 2014 – preguntaron si garantizar la liberación a salvo de rehenes debería ser priorizada por sobre desalentar secuestros futuros por medio de rehusarse a negociar. En el 2014, menos de la mitad (43%) apoyaba priorizar su retorno.
A diferencia de Israel, donde la recuperación de rehenes está arraigada en el espíritu nacional, la cuestión no manda la misma urgencia en Estados Unidos. Si bien Washington sí trabaja para asegurar las liberaciones a través de diplomacia, inteligencia, y, a veces, intercambios de prisioneros, su enfoque es más cauto, y la movilización pública es mucho más débil.
Además, en Estados Unidos, hay consciencia limitada y más apatía hacia la difícil situación de los compatriotas, mientras que en Israel – como han dejado en claro los últimos meses – la cuestión es una prioridad nacional emocional, con implacable presión pública sobre el gobierno para que actúe.
En el nivel político, Estados Unidos evita generalmente las concesiones, prefiriendo campañas diplomáticas para liberar a detenidos. En Israel, hay un precedente histórico de hacer concesiones significativas para traer a casa a los rehenes.
Mientras Washington ha desalentado históricamente las negociaciones para liberaciones de rehenes, temeroso de incentivar a otros a tomar más rehenes, Jerusalén se ha involucrado en numerosos intercambios, algo que luego moldea las expectativas públicas.
Culturalmente, los casos estadounidenses raramente se convierten en momentos nacionales definitorios, mientras que, en Israel, la suerte de cada rehén se siente personal. El debate actual sobre los rehenes invoca repetidamente el argumento que si Israel no logra hacer todo lo posible por su liberación, traicionará su contrato fundamental con sus ciudadanos. Ese argumento raramente es escuchado en Estados Unidos.
Los comentarios de Boehler sugieren que él está adoptando al menos parte del enfoque de Israel – particularmente su énfasis en la solidaridad nacional (aunque no necesariamente la voluntad de pagar precios altos por las liberaciones). Muy al menos, sus palabras – y las de Trump – reflejan admiración por el compromiso inquebrantable de Israel con traer a su gente a casa, viva o muerta.
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