*LAS NIÑAS DE SDEROT CELEBRAN SU BAT-MITZVÁ, ¿QUE PODEMOS APRENDER DE ELLAS?*
Fue difícil no derramar una lágrima el miércoles por la noche, en el auditorio de la Escuela de Torá y Ciencias de Sderot.
Cada acontecimiento rutinario que tiene lugar estos días en la Sderot tranquila es una pequeña victoria, pero este fue un acontecimiento particularmente simbólico: una celebración de Bat Mitzvá para las niñas de la ciudad, para la próxima generación.
Cuando las jóvenes subieron al escenario para un baile festivo conjunto, y decenas de madres se tomaron fotos y se emocionaron, alguien me susurró:
"¿Ves a la chica que baila en la segunda fila?
Su hermana, Danit Cohen, fue asesinad@ en Simjat Torá".
No pregunté cuántas otras situaciones tristes como esa existen en este círculo de chicas felices.
Entonces, cuando me pidieron que las felicitara, decidí contarles lo aue había aprendido de ellas.
Explicarles que ellas son la historia. Heroínas históricas.
Desde Simjat Torá, he visitado alrededor de 20 hoteles donde se encontraban las personas que fueron evacuadas en todo el país.
Hoy en día, la mayoría de ellas ya están en casa, gracias a Dios, tanto en el norte como en el sur del país.
Este no fue un frente que recibió mucha atención, a pesar del heroísmo demostrado, pero creo que estas chicas pueden sentirse orgullosas de sí mismas.
Comenzamos en el Hotel “Wort” de Jerusalén. Alrededor de 300 evacuados huyeron allí, incluidas varias de las niñas de Bat Mitzvá que estaban en el salón de fiestas esta semana.
Yo había llegado al hotel el domingo después de Simjat Torá y me quedé sorprendida: Orna Didi, una residente de Sderot, había montado allí, por su propria iniciativa, un centro de operaciones.
Había gente allí conmocionada y confundida, algunos de los cuales todavía no sabían qué había sucedido con sus seres queridos.
Pero Orna pidió voluntarios y, en cuestión de segundos, se creó un comité de educación infantil, un comité de jóvenes, un comité de lavandería y un comité de fortalecimiento. Cada uno de los voluntarios dijo de qué se responsabilizaba.
Pedí permiso para fotografiar esta reunión improvisada de personas dispuestas en reorganizar sus vidas en medio del terrible desastre. Pero luego Orna me pidió que les tomara otra foto.
“Es muy importante que nos tomen fotos sonriendo", dijo. ¡Qué mensaje!
A ella, al grupo de voluntarios, a todos los que vieron la foto.
Pocos días después llegó Shabat y me quedé una vez más sorprendida: los jóvenes de Sderot que estaban alojados en el hotel habían preparado un programa bien organizado.
Charlas, oraciones, Kidush, refrigerios, actividades para niños.
Todo esto bien planeado, diseñado, con horarios establecidos.
Una vez más vi su devoción por la vida.
Personas que podrían haber tenido motivos para quedarse en la cama el día entero querían santificar el Shabat y la comunidad, y eran los jóvenes los que preparaban el horario.
Les dije a las niñas que aún tengo este programa en mi casa hasta el día de hoy.
Es difícil botar un papel como ese.
Realmente me parece que tiene algo de sagrado.
Pero no es sólo la rutina la que da fuerza, es también la tradición.
Estas Bnot Mitzvá ya han visto cómo las mitzvot que ahora están recibiendo son un ancla, una fortaleza y un compás.
No hay muchas niñas de 12 años que hayan recibido una lección de vida así.
Juntas recreamos las ceremonias que tuvieron lugar en todos los hoteles: primero, la finalización de Simjat Torá, que fue cruelmente interrumpida.
En Simjat Torá, es costumbre que todos los niños suban juntos a la Torá, en un ascenso festivo conocido como "Kol Haneharim”- “Todos los jóvenes".
El público les lanza caramelos, reza, los bendice.
Esto ocurrió con un atraso, pero ocurrió, y ellas lo recuerdan como un momento de cierre.
Luego celebraron todas las fiestas, pero de forma diferente, y recibieron importantes herramientas de flexibilidad y adaptación.
Por ejemplo: encender velas de Janucá en el vestíbulo del hotel con todo el mundo. Celebrar el Séder de Pesaj en un gran salón.
Hubo quienes insistieron en no renunciar a nada, ni siquiera a las costumbres más preciadas: en el Hotel Ramada Renaissance, los evacuados del sur y del norte celebraron un evento en honor de la fecha de fallecimiento del Baba Sali. Cuando era imposible ir a su tumba en Netivot, se reunieron en Jerusalén y recibieron fuerza del recuerdo de este hombre justo.
Fue asombroso ver el canto, la alegría y el baile durante un período tan desafiante como lo es estar alejado del hogar.
Una consejera en educación de la ciudad me dijo: Las jóvenes pueden verse a si mismas como pobrecitas, pero puedes transmitirles también que esta es una experiencia que las empodera.
Tú eliges cómo contarte la historia.
Por ejemplo, estas son niñas que tuvieron el privilegio de ver muy de cerca el voluntariado, la bondad y la solidaridad entre el pueblo de Israel.
Cada una de ellas experimentó de manera personal lo que es el estar el uno para el otro (de manera personal, porque alguien le lavaba la ropa y, a veces, también se la donaba).
Una vez, unas chicas del sur, que estaban en el Hotel Neve Ilan, me contaron lo difícil que era para ellas estar del lado que recibía ayuda.
“Estábamos acostumbrados a hacer voluntariado, a donar, a emprender proyectos.
De repente, estamos del lado de los necesitados", dijeron avergonzadas.
“Estamos esperando volver a casa y estar del lado de quien da".
Les deseé a las muchachas de Sderot que llevaran consigo todas estas fortalezas: la Torá, la fortaleza, la rutina, la flexibilidad y el voluntariado. Luego subieron una vez más al escenario para bailar en cuanto que las madres sostenían el teléfono celular en una mano y se secaban las lágrimas con la otra.
Me llenaron de emoción. ¡Felicidades!
Sivan Rahav Meir
La Porción Diaria

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