Personalmente, estoy convencido que el gobierno de Chile no desea ser considerado como la nueva Venezuela. Eso explicaría la moderación y el silencio constatado en las últimas jornadas. El problema con el antisemitismo es que cuando no se lo combate proactivamente y se permite que legisladores del mismo partido del gobierno lo promuevan, o que lo haga la Federación Palestina de Chile sin intervención oficial… entonces la manzana podrida se expande y multiplica, dañando a la sociedad chilena toda y a su comunidad judía en particular.
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