Detalles, detalles
El tema que ocupa la mayor parte de la parashá semanal es la búsqueda de una esposa para Itzjak. Abraham envía a Eliézer, su fiel sirviente, en una misión: visitar la familia de Abraham y encontrar una pareja adecuada. Claramente, se trata de un asunto de suma importancia y relevancia: ¡está en juego el siguiente eslabón en la formación del pueblo judío!
Sorprendentemente, justo en medio de esta espectacular secuencia de eventos, aparecen detalles de la forma en que Eliézer atiende a los camellos (les quita los bozales al entrar a la tierra que pertenece a la familia, les provee alimento, etc.). Es imposible no preguntarse por qué estos detalles aparentemente triviales aparecen en medio de un tema que tiene enorme importancia.
Imagina que al informarle al presidente sobre lo ocurrido en un asunto de suma importancia e interés nacional, el mensajero también le informara lo bien que el servicio de limpieza realizó su trabajo al limpiar la oficina presidencial.
Esto puede entenderse al responder a una pregunta similar.
Antes de designar a Moshé como líder y libertador del pueblo judío, Hashem lo puso a prueba para corroborar cómo cuidaría a su rebaño. Moshé aprobó el examen con honores cuando se perdió una de sus ovejas y era obvio que estaba cansada. Ante esto Moshé reaccionó con excepcional misericordia y cargó a la oveja en sus brazos hasta llevarla de vuelta con el rebaño. Esto fue una muestra de la responsabilidad y la sensibilidad de Moshé hacia las necesidades de los demás, cualidades que lo hicieron apto para liderar al pueblo judío.
Rav Iaakov Weinberg, citando a Rabí Tzadok de Lublín, señaló que a primera vista esto parece extraño. ¿No sería más apropiado poner a prueba a un líder con algo como un gran acto de heroísmo o autosacrificio? ¿Acaso cuidar a una oveja no es un acto demasiado mundano para ser el barómetro de quién es apto para ser un gran líder?
Rav Weinberg respondió que los actos trascendentales de heroísmo no necesariamente demuestran el verdadero carácter de una persona. En momentos tan especiales e importantes, la persona puede llenarse de adrenalina y, gracias a ella, realizar actos que no reflejan su carácter verdadero.
Liderar con éxito a la nación requiere ser capaz de vivir a la altura de la mucho más formidable tarea de lidiar correctamente con los pormenores cotidianos de la vida. La capacidad de actuar con bondad y compasión, con misericordia y comprensión, de manera constante y en todas las menudencias de la vida es la prueba de fuego de la grandeza verdadera. Como tal, la conducta de Moshé al cuidar su ganado fue el indicio perfecto de que sería capaz de liderar exitosamente al pueblo judío.
Con este principio, ahora podemos responder nuestra pregunta original. Eliézer estaba en medio de una de las misiones más importantes que se pueden imaginar: encontrar a la próxima matriarca del pueblo judío. En este momento de pompa y glamour, de suma magnitud y trascendencia, la Torá nos enseña que las pruebas morales verdaderas están en no olvidar los detalles pequeños. Que Eliézer esté realizando una tarea tan crucial no quita que los camellos no sean de su propiedad sino de Abraham, su amo, que están a su cargo y que es su responsabilidad cuidarlos apropiadamente.
Al no perder de vista esos pequeños detalles, Eliézer demuestra claramente ser una persona de una elevada moral. Esta es la fenomenal enseñanza que nos brinda la Torá al contar esos detalles en medio de un tema tan fundamental: la verdadera grandeza se demuestra al enfrentar apropiadamente la miríada de detalles pequeños de la vida diaria.
Sorprendentemente, justo en medio de esta espectacular secuencia de eventos, aparecen detalles de la forma en que Eliézer atiende a los camellos (les quita los bozales al entrar a la tierra que pertenece a la familia, les provee alimento, etc.). Es imposible no preguntarse por qué estos detalles aparentemente triviales aparecen en medio de un tema que tiene enorme importancia.
Imagina que al informarle al presidente sobre lo ocurrido en un asunto de suma importancia e interés nacional, el mensajero también le informara lo bien que el servicio de limpieza realizó su trabajo al limpiar la oficina presidencial.
Esto puede entenderse al responder a una pregunta similar.
Antes de designar a Moshé como líder y libertador del pueblo judío, Hashem lo puso a prueba para corroborar cómo cuidaría a su rebaño. Moshé aprobó el examen con honores cuando se perdió una de sus ovejas y era obvio que estaba cansada. Ante esto Moshé reaccionó con excepcional misericordia y cargó a la oveja en sus brazos hasta llevarla de vuelta con el rebaño. Esto fue una muestra de la responsabilidad y la sensibilidad de Moshé hacia las necesidades de los demás, cualidades que lo hicieron apto para liderar al pueblo judío.
Rav Iaakov Weinberg, citando a Rabí Tzadok de Lublín, señaló que a primera vista esto parece extraño. ¿No sería más apropiado poner a prueba a un líder con algo como un gran acto de heroísmo o autosacrificio? ¿Acaso cuidar a una oveja no es un acto demasiado mundano para ser el barómetro de quién es apto para ser un gran líder?
Rav Weinberg respondió que los actos trascendentales de heroísmo no necesariamente demuestran el verdadero carácter de una persona. En momentos tan especiales e importantes, la persona puede llenarse de adrenalina y, gracias a ella, realizar actos que no reflejan su carácter verdadero.
Liderar con éxito a la nación requiere ser capaz de vivir a la altura de la mucho más formidable tarea de lidiar correctamente con los pormenores cotidianos de la vida. La capacidad de actuar con bondad y compasión, con misericordia y comprensión, de manera constante y en todas las menudencias de la vida es la prueba de fuego de la grandeza verdadera. Como tal, la conducta de Moshé al cuidar su ganado fue el indicio perfecto de que sería capaz de liderar exitosamente al pueblo judío.
Con este principio, ahora podemos responder nuestra pregunta original. Eliézer estaba en medio de una de las misiones más importantes que se pueden imaginar: encontrar a la próxima matriarca del pueblo judío. En este momento de pompa y glamour, de suma magnitud y trascendencia, la Torá nos enseña que las pruebas morales verdaderas están en no olvidar los detalles pequeños. Que Eliézer esté realizando una tarea tan crucial no quita que los camellos no sean de su propiedad sino de Abraham, su amo, que están a su cargo y que es su responsabilidad cuidarlos apropiadamente.
Al no perder de vista esos pequeños detalles, Eliézer demuestra claramente ser una persona de una elevada moral. Esta es la fenomenal enseñanza que nos brinda la Torá al contar esos detalles en medio de un tema tan fundamental: la verdadera grandeza se demuestra al enfrentar apropiadamente la miríada de detalles pequeños de la vida diaria.
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