viernes, 27 de marzo de 2020

LA VIDA Y EL DESIERTO
Toda persona tiene su Egipto.
Y su propia esclavitud.
Toda persona tiene un Faraón.
Y leyes, normas y mandatos que lo esclavizan.
Toda persona suele llegar a creer que, esa esclavitud, “es la única realidad”.
Y suele aceptar, infeliz, su realidad de esclavo.
Pero toda persona también tiene su oportunidad y su momento.
Y un Moisés se cruza por su vida, y le transmite que, sí realmente lo quiere, puede salir de Egipto.
Entonces toda persona teme, duda, vacila, y titubea.
Y algunos, tal vez la minoría, se animan a salir al yermo desierto.
Y entre logros y caídas, ascensos y golpes, finalmente logran Sabiduría.
Y con ella, el objetivo de alcanzar su Tierra Prometida.
Tierra que determina un Norte, un camino, un horizonte.
Un Sentido.
Y que, tal como el horizonte, mientras mas se aproxima, más se aparta y se aleja.
Y lo desafía.
Pero el camino ya se ha transformado y, ahora cada paso, lo acerca al Objetivo.
Con mucho esfuerzo, con bastante sufrimiento, pero con mucha Luz y aire muy puro.
Y fundamentalmente: ¡fuera de Egipto!

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