Muchos pacientes cardíacos a los que se les implantaron tales válvulas, señalaron desde la universidad israelí, se ven obligados a reemplazarlas diez años después debido a la calcificación del tejido de la prótesis.
Mediante la ingeniería genética del componente biológico en la válvula, los científicos mostraron que es posible evitar el ataque inmunológico y el riesgo de calcificación, ofreciendo así válvulas cardíacas bioprotésicas duraderas de próxima generación.
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