ISRAEL SE DEFIENDE—Y PUEDE SALVAR A LA CIVILIZACION OCCIDENTAL
La equivocación de Biden, Harris y otros líderes debería causar que todos sintamos un grado de vergüenza.
Por Gerard Baker
Septiembre 30, 2024
traducido por Marcela Lubczanski
¿Cómo podremos alguna vez pagar la deuda que tenemos con Israel?
Lo que el estado judío ha hecho el año pasado—por su propia defensa, pero en el proceso y no por coincidencia por la seguridad de todos nosotros—clasificará entre las contribuciones más grandes a la defensa de la civilización occidental en los últimos tres cuartos de siglo.
Habiendo sido golpeado con un ataque devastador contra su pueblo, más allá de la imaginación fétida de algunos de los antisemitas más viles, Israel en 12 meses no ha hecho nada menos que volver a trazar el equilibrio de la seguridad global, no sólo en la región, sino en el mundo más amplio.
Ha eliminado a miles de los terroristas cuyo compromiso con una ideología teocrática salvaje se ha reclamado tantas vidas a lo largo de la región y el mundo durante décadas. Ha despachado, con extraordinaria precisión táctica, a algunos de los planificadores del peor mal sobre el planeta, incluido más recientemente Hassan Nasrallah, el líder de Hezbola en Líbano. Ha repelido y luego revertido el poder que anteriormente avanzaba de forma inexorable de una de las autocracias más terroríficas del mundo, la República Islámica de Irán. Ha demostrado a todos los enemigos del Occidente, incluidos los aliados de Irán en Moscú y Beijing, que nuestro sistema de libres mercados y gente libre, y la red de alianzas voluntarias que hemos construido para defenderlo, genera recursos y capacidades de vasta superioridad técnica. Por sobre todo, ha proporcionado un recordatorio inesperado pero crucial a nuestros enemigos que hay al menos algunos dispuestos y capaces de perseguirlos y derrotarlos sea cual sea el riesgo para nuestras propias vidas y recursos.
Las únicas respuestas apropiadas a la valentía, fortaleza y habilidad de Israel por parte de nosotros—sus aliados nominales, especialmente en Estados Unidos—son "gracias" y "¿cómo podemos ayudar?"
En su lugar, una y otra vez, los presuntos amigos de Israel, incluida la administración de Joe Biden y Kamala Harris, han tratado repetidamente, mientras expresaban simpatía por la atrocidad del 7 de octubre y pronunciaban el apoyo acostumbrado al "derecho de Israel a defenderse," de restringirla de hacer precisamente eso. Su apoyo temprano y valioso ha sido disminuido constantemente por la forma en que con demasiada frecuencia se han confabulado con los extremistas anti-Israel en su propio partido.
Antes que Israel hubiera siquiera enterrado a sus muertos en octubre pasado y cuando Hamas estaba ocupado asesinando a sus rehenes, hubo llamados a Israel para que cese el fuego. Por un año hemos escuchado las condenas "equilibradas" de nuestros líderes a Hamas y sus maestros terroristas por un lado y al estado judío por el otro, una falsa equivalencia que dice más sobre el desorden moral en nuestra propia política que sobre los motivos y acciones de Israel.
En Europa, han ido aun más lejos, como es costumbre, recompensando a Hamas y Hezbola al reconocer nominalmente un estado palestino inexistente y acusando al Primer Ministro Benjamin Netanyahu bajo cargos falsos de crímenes de guerra.
¿No entienden que al final tenemos que hacer una elección: nuestro aliado, en las líneas del frente de la defensa contra la barbarie o nuestros enemigos, los que quieren vernos enterrados a todos?
Afortunadamente para todos nosotros, parece que Israel está prevaleciendo a pesar del coro de alborotadores.
Tal vez todo esto suena muy alegra a los lectores escépticos; o al menos prematuro dada la expectativa creciente de un conflicto mucho más amplio por venir. Y es cierto que ha habido pérdida espantosa de vidas inocentes en Gaza, Líbano y otras partes que sin dudas alimenta la ira del enemigo a lo largo del mundo. ¿Qué pasa si el enjuiciamiento agresivo del Sr. Netanyahu y su gobierno prueba ser una victoria pírrica?
Pero ese conflicto más amplio fue tal vez siempre inevitable, dados los objetivos declarados de Irán y sus esfuerzos constantes por lograrlos. Podemos decir dos cosas tentativamente sobre ese enfrentamiento más amplio largamente tenido. Primero, el genio estratégico táctico, de inteligencia y tecnológico que Israel ha demostrado durante el último año podría haber hecho tanto daño a los ejércitos representantes de Irán y a sus líderes militares y políticos que ellos estarán mal preparados y equipados para la lucha más grande por venir, e Israel—y, esperemos, los aliados de fiar—mejor colocada para derrotar a sus enemigos. Segundo, habiendo observado esta superioridad israelí durante ese tiempo y su afán de no provocar la destrucción que traería seguramente sobre sí mismo una guerra amplia, tal vez Irán será disuadido.
Nunca en el campo del conflicto humano tantos han debido tanto a tan pocos, dijo Winston Churchill de los hombres de la Real Fuerza Aérea después que ellos habían repelido a la Luftwaffe de Hitler durante la Batalla de Inglaterra. (Recordatorio para algunos "conservadores" recientemente confusos: los primeros eran los chicos buenos; los segundos eran los villanos verdaderos.)
Nosotros deberíamos hacernos eco de esas palabras hoy mientras observamos con asombro lo que un país más chico en superficie que New Jersey, con una población menor que la de North Carolina y una economía más chica que la del estado de Washington, ha hecho por todos nosotros.
Cuando los israelíes conmemoran solemnemente un año desde el 7 de octubre, nosotros deberíamos no sólo redoblar nuestras expresiones de simpatía y solidaridad. Deberíamos mostrarles nuestra gratitud, y si estamos dispuestos a ser realmente honestos, a admitir un poco de nuestra propia vergüenza.
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