sábado, 18 de enero de 2025

DEL JERUSALEM POST

 EL ACUERDO POR LOS REHENES: TIEMPO PARA BAILAR Y PARA LAMENTAR

Concentrarse en las hipótesis no cambiará la realidad. Lo que importa ahora es aprender de los errores, no reescribir la historia para que se ajuste a narrativas convenientes.

Por Herb Keinon
Enero 17, 2025
traducido por Marcela Lubczanski
"Todo tiene un tiempo,” dice el Libro del Eclesiastés, “y un tiempo para todo propósito bajo el cielo.”

“Un tiempo para llorar, y un tiempo para reír,” continúan los versículos. “Un tiempo para lamentar, y un tiempo para bailar.”

Esto crea un paradigma dicotómico, donde cada propósito tiene su propio tiempo separado. Hay un tiempo para una cosa, y otro tiempo para su opuesto.

Pero la vida a menudo desafía tan claras divisiones, y las emociones no son compartimentadas tan fácilmente en tiempos separados y distintos. A veces, el tiempo de llorar y el tiempo de reír suceden simultáneamente. A veces la hora de lamentarse y el tiempo de bailar comparten el mismo momento.

Israel acaba de entrar en tal momento.

La noticia largamente esperada del jueves de un acuerdo por los rehenes finalmente sumió a la nación dentro de un torbellino de emociones mezcladas.

Hay euforia, por supuesto, que después de cerca de 500 días en cautiverio, los rehenes empiecen a llegar a casa. Hay desesperación porque algunos de ellos no llegarán a casa con vida. Alegría por las familias que serán reunidas con sus seres amados, y dolor por las que no lo harán.

Y este es apenas el inicio de lo que será una temporada intensa con emociones entretejidas y encontradas.

Las lágrimas derramadas mientras se observan las imágenes de los regresos a casa pronto darán paso a la amargura de ver imágenes de terroristas palestinos asesinos liberados de la prisión y recibidos en su casa como héroes. El corazón dolerá por el dolor que esto debe causar a los parientes de las víctimas de los terroristas.

El alivio de que esta larga guerra parece estar finalizando será templado por la ansiedad que los términos de este acuerdo pueden haber plantado las semillas para el inicio de la siguiente al incentivar la toma de rehenes (la única táctica que parece capaz de torcer la mano de Israel) y al permitir que Hamas reclame la victoria simplemente sobreviviendo 15 meses de guerra sin hacer flamear una bandera blanca o rendirse totalmente.

Durante los siguientes 42 días—la extensión de la primera etapa del acuerdo de rehenes—las imágenes de pantalla dividida llenarán las pantallas de televisión a lo largo de la nación: de regresos y funerales, de rezos de agradecimiento y el recitado del kadish, soldados abandonando un paisaje devastado en Gaza y líderes enemigos jactándose de la "victoria."

Estas imágenes divididas ilustrarán vívidamente que la alegría y el dolor, el orgullo y la humillación, el regocijo y el duelo, no están confinados a tiempos separados; ellos a menudo pueden mezclarse y chocar. 

La nación está entrando en un tiempo de emociones enredadas, y no será fácil. Aquí hay algunos puntos claves a tener en cuenta:

Recuerden el sacrificio de los soldados
El foco de los medios de comunicación durante las siguientes semanas estará naturalmente sobre las familias de los rehenes y los propios rehenes: lo que pasaron, lo que están sintiendo, lo que piensan.

Se prestará menos atención a las decenas de miles de soldados de las FDI, soldados comunes y reservistas, que han estado luchando en Gaza durante los últimos 15 meses, muchos de ellos con imágenes de los rehenes en sus chalecos o pinchadas sobre las paredes de sus habitaciones para recordarles por qué están luchando.

Los que han defendido enérgicamente el acuerdo por los rehenes, han dicho que es esencial traerlos de regreso a casa por la solidaridad del país, que una de las fortalezas fundamentales de Israel es el sentimiento de responsabilidad mutua—que el estado nunca abandonará a sus ciudadanos. El argumento es que si este ethos se pierde—si el país muestra que no llegará a ningún extremo ni pagará casi cualquier precio por rescatar a sus ciudadanos—entonces su resiliencia y capacidad de resistir la adversidad que enfrenta serán debilitadas.

Decenas de miles de soldados luchando en Gaza, Líbano, y otras partes—muchos de ellos haciéndolo tan voluntariamente—demostrando la fuerza de esta solidaridad. Estuvo allí el 7 de octubre, y el 27 de octubre, cuando comenzó la operación terrestre de las FDI en Gaza.

Algo más de 400 soldados de las FDI han muerto en Gaza para traer a los rehenes a casa. Ese es el motivo por el cual estaban allí—y para desmantelar y derrocar a Hamas—y ese es el motivo por el que murieron.

Esto tiene que ser recordado en medio de declaraciones irresponsables que el estado abandonó a sus ciudadanos o que segmentos específicos de la población son crueles hacia la suerte de los rehenes.

El estado les falló miserablemente a sus ciudadanos el 7 de octubre, y—como dijo el Presidente Isaac Herzog en su discurso el miércoles a la noche—falló en su responsabilidad más básica: proporcionar seguridad. Pero no abandonó después a sus ciudadanos secuestrados a su suerte cruel. Más bien, envió tropas dentro—y muchos murieron—para traerlos a casa. 

En este momento, su sacrificio y el sacrificio de sus familias tiene que ser reconocido. Hamas no liberó a los rehenes por bondad de su corazón. Hamas liberó a los rehenes debido a los esfuerzos de los soldados luchando y muriendo allí desde el 27 de octubre del 2023.
Israel ganó
Los israelíes tienen una habilidad para golpearse el pecho en reproche. Un ejemplo saliente de esto es la Guerra de Iom Kipur de 1973.

En el último día de la guerra, el 25 de octubre de 1973, Israel se encontró posicionada del lado egipcio del Canal de Suez, con el Tercer Ejército egipcio entero rodeado y Cairo a apenas 100 kilómetros de manejo en tanque de distancia. En el norte, las FDI habían cruzado los Altos del Golán y estaban a 32 kilómetros de Damasco—la distancia de Jerusalén a Beit Shemesh.

Sin embargo, hasta hace poco, la memoria colectiva ha sido que la guerra fue un fracaso colosal. Considerando como empezó la guerra—con el país tomado enteramente por sorpresa, superado en número y armamento—la forma en que terminó fue una victoria vertiginosa, pero muchos se niegan a verla así.

¿Por qué? Debido a una tendencia israelí a juzgar una guerra por su primer día, no su último día. El primer día de la Guerra de Iom Kipur fue un desastre absoluto, pero el último no lo fué.

Avancemos rápido 52 años. Habrá quienes digan que debido a que Israel no logró derrocar a Hamas en Gaza por completo—no sólo para diezmar sus capacidades militares sino para quitarlo también del poder (uno de los objetivos de la guerra)—entonces fracasó, la guerra fue una pérdida, y los soldados que murieron lo hicieron en vano.

Eso es un error.

Israel ganó esta guerra de múltiples frentes, y por el bien de la moral y resiliencia del país, esto tiene que ser admitido. Sólo debido a que fueron cometidos errores inconcebibles que llevaron al desastre no mitigado del 7 de octubre no significa que lo que ha resultado desde entonces—incluyendo en Gaza—también haya sido un desastre.

No me crean a mí—sólo escuchen al secretario de estado estadounidense Antony Blinken. En un discurso esta semana ante el Atlantic Council en Washington, Blinken resumió la situación actual en el Medio Oriente.

“Ahora, más de 15 meses después, la capacidad militar y de gobernanza de Hamas ha sido diezmada, y los planificadores detrás del ataque han sido eliminados,” dijo él. 

“Teherán está a la defensiva,” continuó, agregando que las defensas aéreas de Irán han sido demolidas y sus sitios militares sensibles quedaron expuestos y vulnerables.

Además, Hezbola “es una sombra de lo que era,” con su liderazgo eliminado, su infraestructura terrorista de túneles y fabricación de armas arrasada, y sus fuerzas golpeadas retirándose al norte del Río Litani. El podría haber agregado que con la elección de un presidente y primer ministro libaneses no afiliados a Hezbola, la organización también ha perdido su control sobre la política de Líbano.

Y en Siria, continuó Blinken, “después que Irán pasó décadas arrojando miles de millones de dólares para apuntalar la maquinaria asesina de [el presidente Bashir al-]Assad, el régimen de Assad ha caído, y Teherán se ha retirado de Siria.”

Esa es una descripción adecuada del cuadro entero. E incluso con las imágenes que veremos la próxima semana de prisioneros terroristas de Hamas liberados haciendo debilmente la señal de la "V" desde autobuses que los llevan a Gaza, es una gran victoria israelí.

La especulación sobre lo que "pudo haber sido" es inútil
La noticia del acuerdo de rehenes fue acompañada esta semaa por un coro de personas diciendo que de no ser por los cálculos políticos e intransigencia del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, este mismo acuerdo podría haber sido sellado en mayo cuando el presidente estadounidense Joe Biden lo propuso por primera vez. 

Los críticos argumentan que hace falta un microscopio para distinguir el acuerdo actual del que estuvo sobre la mesa el verano pasado. Ellos echan la culpa por el retraso—y las muertes adicionales de soldados y rehenes—llanamente sobre los hombros de Netanyahu.

Sin embargo, la administración estadounidense, no exactamente un bastión de sentimiento pro-Netanyahu, ha dicho constantemente que Hamas—no Netanyahu—fue responsable por el fracaso en llegar a un acuerdo antes.

Tan recientemente como el miércoles a la noche, minutos después que fuera anunciado el acuerdo, el asesor en comunicaciones de la Casa Blanca, John Kirby, dijo a Canal 12 que Hamas había sido el obstáculo principal para las negociaciones.

“Lo que ha cambiado ahora es que Hamas parece estar más dispuesto a avanzar,” dijo él. “Hasta ahora ellos sólo han estado poniendo obstáculo tras obstáculo, y moviendo los palos una y otra vez. El problema ciertamente no fue el lado israelí, el que ha estado dispuesto a comprometerse y dispuesto a permanecer en esta tarea muy, muy difícil."

Más allá de ser fácticamente dudoso, entregarse a la especulación de "qué hubiera pasado si..." logra poco, porque nadie sabe realmente lo que podría haber sido.

Las condiciones que Hamas enfrentaba en mayo difieren abruptamente de las que enfrenta ahora. En mayo, Yahya Sinwar—todavía vivo—creyó aparentemente que podría sostener una guerra de agotamiento con Israel que finalmente llevaría a una presión internacional masiva sobre Jerusalén y finalmente a la intervención militar más activa por parte de Hezbola e Irán. 

Hoy, la fuerza militar de Hamas se encuentra en ruinas, Hezbola ha sido decapitado, Irán está muy debilitado, e incluso Siria es una entidad diferente a la que era cuando Sinwar pensaba que el tiempo estaba de su lado. Tal vez las condiciones cambiantes en la región obligaron a Hamas a aceptar ahora los términos que rechazó en mayo.

Los funcionarios estadounidenses involucrados en las negociaciones, desde Kirby a Blinken y al asesor en seguridad nacional Jake Sullivan, todos han declarado que la intransigencia de Hamas, no la de Israel, fue la barrera real. 

Insistir en que Netanyahu solamente carga con la responsabilidad ignora este punto fundamental.

Este reflejo de culparnos por algo que no controlamos enteramente refleja una tendencia israelí más amplia de jugar al ajedrez consigo mismo, como si lo que decidamos entre nosotros mismos garantiza el éxito en las negociaciones con adversarios que juegan de acuerdo a una serie de normas diferentes. El mundo no funciona así.

La afirmación que Netanyahu bloqueó el acuerdo por razones políticas ganó tracción adicional esta semana después que el ministro de seguridad nacional, Itamar Ben-Gvir, se jactó en redes sociales, “El año pasado, usando nuestro poder político, nos las arreglamos para impedir que este acuerdo siga adelante, una y otra vez."

No está claro de qué acuerdo está hablando él y cómo lo evitó. Sus declaraciones egoístas son muy probablemente un intento por apuntalar el apoyo de la extrema derecha más que un relato creíble de los acontecimientos. ¿Por qué creer su fanfarronadas, por ejemplo, por sobre el relato de Kirby de los hechos?

Israel necesita de forma urgente una comisión estatal de investigación para investigar las fallas catastróficas del 7 de octubre y aprender las lecciones necesarias. Lo que menos necesita es especulación eterna e infructuosa acerca de cómo las cosas podrían haber sido diferentes.

La dura verdad es que nadie sabe cuáles fueron los cálculos de Sinwar en mayo o si él habría aceptado algún acuerdo. La humildad demanda que admitamos eso.

Fijarse en las hipótesis no cambiará la realidad. Lo que importa ahora es aprender de los errores, no reescribir la historia para que se ajuste a narrativas convenientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.