lunes, 30 de octubre de 2017

Por qué la Declaración Balfour sigue siendo tan importante

 

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El analista Rick Richman asegura que la campaña palestina contra la Declaración Balfour a cuenta de su centenario es harto reveladora de su auténtico objetivo: la erradicación del Estado de Israel.
Los ‘procesistas’ de la paz tendían a creer que la paz israelo-palestina era una cuestión relacionada con 1967, con la negociación de unas fronteras ajustadas; o quizá una cuestión relacionada con 1948, con los refugiados de la guerra árabe contra Israel. Ahora está claro que es una cuestión relacionada con 1917, con el rechazo de los árabes palestinos a cualquier soberanía judía en cualquier lugar de la patria ancestral de los judíos. (…)
En lugar de referirse a “dos Estados para dos pueblos”, los palestinos siempre enmarcan el objetivo del proceso en la finalización de “la ocupación que empezó en 1967”. La razón de que añadan invariablemente estas cuatro palabras a su formulación es que creen que hay otra ocupación, a la que también quieren poner fin: “La ocupación que empezó en 1948”. Esa es la razón por la que “nunca” renuncian al “derecho de retorno”. Hacerlo sería reconocer a Israel como Estado judío.
La Administración del presidente Trump está en estos momentos pergeñando un nuevo proceso de paz, a pesar de los fracasos de los presidentes Clinton, Bush y Obama en las últimas tres décadas. Una clave para saber si puede tener alguna posibilidad de éxito es preguntarse si los palestinos estarán de acuerdo con que el objetivo sea “dos Estados para dos pueblos”. Cien años después de la Declaración Balfour, y 95 después de que la comunidad internacional la hiciera suya, los palestinos siguen oponiéndose al reconocimiento de cualquier soberanía judía.
Hasta que Arabia Saudí se asegure de que no va a tener en el país vecino un satélite iraní que destruya el Yemen como Hezbolá ha destruido el Líbano: eso es lo que asegura el príncipe heredero Mohamed ben Salman, según informa el periodista saudí Mashari Alzaidi.
El jueves, en una entrevista con la agencia Reuters, el príncipe heredero Mohamed ben Salman dijo que la guerra en el Yemen tiene por objetivo “impedir que los huzis se conviertan en otro [Hezbolá] en nuestras fronteras”. Y añadió: “Proseguiremos hasta que estemos seguros de que no va a haber nada parecido a Hezbolá aquí, porque el Yemen es más peligroso que el Líbano”.
Estas declaraciones se dirigen al pueblo y guían a los confusos. ¿Puede un saudí o alguien que estime a Arabia Saudí, o se preocupe por los intereses árabes y globales, aceptar que el Irán de Jomeini cree un cáncer huzi –que clona el cáncer de Hezbolá en el Líbano– en la frontera sur de Arabia Saudí, y en las líneas internacionales de navegación de Bab el Mandeb y el Golfo de Adén?
Con la celebración –ayer domingo– de un nuevo aniversario de la república fundada por Atatürk, el periodista turco Murat Yetkin reflexiona sobre el futuro de su país y aboga por la preservación de los elementos que le han permitido prosperar.
La República de Turquía acaba de cumplir 94 años, en un momento en que afronta graves dificultades en sus decisiones estratégicas de política exterior.
Habida cuenta de los graves problemas que tiene con su principal aliado político, los Estados Unidos, y su principal socio económico, la Unión Europea, el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), comandado por el presidente, [Recep] Tayyip Erdogan, viene buscando una cooperación más estrecha con rivales históricos de Turquía en la región: Rusia e Irán. También ha habido problemas con una serie de países árabes, pese a que en el interior se ha apoyado en el voto islámico conservador. La amenaza del nacionalismo kurdo también está alimentando los antagonismos.
Turquía tiene dos activos estratégicos que están estrechamente vinculados. El primero es geoestratégico: (…) el Bósforo y los Dardanelos. Vías de paso entre el Mediterráneo y el Mar Negro, claves para el acceso ruso a los mares del sur y para el acceso occidental al sur de Rusia, estos estrechos han sido escenario de numerosos conflictos durante siglos.
El segundo valor es político y económico: [su pertenencia al] sistema occidental.
(…)
El control sobre los Estrechos y la pertenencia al sistema político y económico occidental son dos valores estratégicos que la República de Turquía no debería perder (…)  los problemas actuales, que agrandan la brecha entre Turquía y Occidente,  no benefician a ninguna de las partes.

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