Con motivo del Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, el Partido Popular, a través de su Portavoz Pablo Casado, recordó el drama industrial sufrido por los judíos hace apenas décadas en el corazón de Europa.
Otros políticos españoles, a quienes agradecemos su compromiso, recordaron también a las víctimas de la Shoá. Pero queremos destacar especialmente la
valiente y firme declaración de Casado, en la que el político Popular advirtió sobre los peligros que entraña la nueva apariencia del peligroso odio de siempre.
Casado expuso el antisemitismo rampante promovido por Podemos, IU, CUP y ERC (y secundado, tristemente, muchas veces por el PSOE) en instituciones públicas, judeofobia disfrazada que busca la demonización, deslegitimación y doble rasero contra Israel a través de un boicot discriminatorio.
Las declaraciones de Pablo Casado parece que han molestado al dirigente de Podemos,
Iñigo Errejón, calificando las mismas de “una altura moral deplorable” (sic).
A Errejón le decimos que a ningún antisemita le gusta que le coloquen frente a un espejo. Casado ha tenido la claridad moral y el coraje de hacerlo.
Errejón finge escandalizarse porque un político digno le ha recordado lo que las comunidades judías y los tribunales españoles llevan años diciéndole: el boicot discriminatorio que promueven a la mitad de los judíos del mundo que viven en Israel, y a la mayoría de los de la diáspora que apoyan a Israel, es puro y simple antisemitismo, y no se diferencia de las primeras medidas antisemitas del régimen nazi que dieron paso a leyes raciales. Y ya sabemos cómo acabó ese señalamiento, esa deshumanización, esa exclusión social y linchamiento moral.
Recordar a los judíos muertos si no se defiende a los vivos sí que revela bajeza moral.
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