Itró(Éxodo 18-20)
La grandeza de Rav Nóaj Weinberg zt"l
“Yo soy el Señor, tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud” (1).
El primero de los Diez Mandamientos es la mitzvá de emuná, creer en Dios como la causa primera de toda la existencia, Quien crea y sustenta constantemente a toda la creación (2). Hay otro concepto fundamental que está conectado con la emuná, que es el bitajón, la confianza en Dios. ¿Es confiar en Dios parte de la mitzvá de emuná o es un concepto independiente que no está no incluido en ninguna mitzvá en particular?
El Jazón Ish explica que el bitajón no es independiente, sino que es el resultado natural de la verdadera emuná. La obligación de tener emuná requiere que creamos en los principios fundamentales sobre Dios como Primera Causa y en la Providencia Divina, mientras que el bitajón es la aplicación práctica de esa creencia. Si una persona no puede hacerlo, revela que su emuná tiene falencias básicas.
El Jazón Ish da un ejemplo: Rubén expresa constantemente su emuná y afirma que todo lo que tiene proviene de Dios; proclama reconocer que su sustento emana exclusivamente de Dios y que no es necesario tener ansiedad. Sin embargo, cuando alguien abre un negocio que compite con el de Rubén, de repente toda su emunádesaparece y se preocupa constantemente por el futuro. La emuná de Rubén parecía ser fuerte cuando todo iba bien, pero cuando fue puesta a prueba no logró mostrar suficiente bitajón. Esto demuestra que su emuná nunca fue genuina (3).
Aprendemos del Jazón Ish que un aspecto esencial de la emuná es el bitajón, que significa aplicar la emuná a las situaciones de la vida real. El Netivot Shalom desarrolla nuestro entendimiento del bitajónexplicando que hay dos niveles de bitajón: El birajón inactivo y el bitajón proactivo.
El bitajón inactivo aplica cuando uno se encuentra en una situación difícil, en la que no hay no hay nada que podría hacer. En circunstancias así, lo que se debe hacer es confiar en que todo lo que ocurra será para bien. Por otro lado, el bitajón proactivo es necesario cuando una persona debe hacer algo que demuestra su confianza en Dios. El Netivot Shalom cita el ejemplo de Kiriat Yam Suf (la partición del Mar de los Juncos), en donde Moshé y el pueblo judío le clamaron a Dios para que los salvara del ejército de Paró que se les acercaba. En respuesta, Dios les dijo que dejaran de rezar y que se metieran al mar. El Netivot Shalom explica que para que el pueblo judío ameritara que Dios fura más allá de la naturaleza por medio de Kiriat Yam Suf, debía demostrar tener una confianza en Dios que fuera más allá de las leyes normales de la naturaleza. Tenían que creer que si la voluntad de Dios era que cruzaran el mar, debían confiar en que Dios tenía la capacidad para permitirles que lo hicieran, incluso si no sabían cómo sería posible. En consecuencia, meterse al enfurecido mar antes de que este se abriera fue una demostración de bitajónproactivo, lo que les ameritó el gran milagro de Kiriat Yam Suf (4).
Si combinamos las enseñanzas del Jazón Ish y las del Netivot Shalom, podemos concluir que la emuná genuina sólo puede manifestarse en quien está dispuesto a actuar con una confianza inquebrantable en Dios, una creencia de que, si la voluntad de Dios dicta que actúe de una cierta manera, puede hacer esa acción y Dios le permitirá tener éxito en todo lo que se proponga.
Acabamos de conmemorar el yórtzait de Rav Nóaj Weinberg ztz” l, y hace sentido decir que Rav Nóaj personificaba este atributo en una forma muy elevada. Su fama principal es por sus increíbles proezas en kiruv, pero, como señaló uno de sus amigos más cercanos (5), todos sus logros emanaron directamente de su profunda emuná y bitajón.
Tuve el mérito de estudiar en Yeshivat Aish HaTorá durante cuatro años y, en ese tiempo, tuve la fortuna de ver la grandeza de Rav Weinberg en primera persona. Nunca olvidaré cómo bendecía: le hablaba a Dios como si realmente estuviera delante de Él, una demostración de shiviti Hashem kenegdí tamid (Pongo a Dios constantemente delante de mí) (6). Cuando hablaba sobre la confianza en Dios, influía profundamente en sus oyentes, no porque hubiera dicho algo inusual, sino porque vivía con ese bitajón y el haberlo internalizado tan profundamente le permitía que otros se contagiaran con tan sólo observarlo.
Gracias a que su emuná era tan genuina, pudo aplicarla en la práctica y de esta manera expresar el alto nivel de bitajón proactivo que describió el Netivot Shalom (7). Solía decir que si vemos problemas en el mundo, no hay razón para no salir y solucionarlos si creemos que ese es el deseo de Dios. Dios puede y está dispuesto a ayudarnos a que logremos materializar Su voluntad incluso si para ello hicieran falta logros sobrehumanos. Si demostramos bitajón proactivo, Dios puede hacer milagros para nosotros.
Eso es exactamente lo que ocurrió en la vida de Rav Weinberg. En una época en la que el kiruv era virtualmente desconocido, vio una gran necesidad de acercar a la Torá a los millones de judíos que no sabían nada de observancia de Torá. Muchas personas se burlaron de sus sueños, considerándolo extremadamente irreal y llamándole tonto. Sin embargo, su convicción de estar cumpliendo la voluntad de Dios le permitió superar muchos traspiés y realizar milagros en la creación de un movimiento que salvó miles y miles de judíos seculares de perderse por completo del judaísmo (8).
Su hijo, Rav Hilel Weinberg, ex Rosh Yeshivá de Aish HaTorá, describió cómo Rav Nóaj comenzó su cruzada con tres jóvenes en un cuarto pequeño de Kiriat Sanz. Nadie hubiera imaginado que ese humilde comienzo culminaría en Aish HaTorá y lo que derivó de allí. Nadie, a excepción de Rav Nóaj mismo; los más cercanos a él afirman que él creía firmemente que traería al mesías con sus esfuerzos. Sus grandes logros eran pequeños ante sus ojos, porque sabía que Dios quería mucho más. En el funeral, su hijo, Rav Hilel, nos dijo lo que Rav Weinberg nos habría dicho si hubiera estado allí. Hubiera dicho que podíamos ser más grandes que él, ¡que podíamos ser tan grandes como Moshé Rabeinu! Las palabras de los Sabios en este sentido no eran una expresión vaga, sino una realidad y debían ser tomadas en serio.
Escuché una historia increíble sobre Rav Weinberg poniendo su emuná en la práctica: en la shivá (el período de duelo), su hija contó que una vez fue a Aish un campeón de ajedrez, estudió durante unos días y decidió irse. Rav Nóaj lo desafió a un juego de ajedrez, con la condición de que si el estudiante ganaba podía irse, pero que si Rav Nóaj ganaba se quedaría. Rav Noah ganó. Cuando le preguntaron cómo tuvo la audacia de proponer tal trato, dijo que sabía que Dios quería que el joven se quedara, por lo que confió en que Dios lo haría ganar (9).
Es apropiado terminar con una de sus historias más famosas, una que he mencionado antes, pero que siempre nos despertará.
Hace muchos años, el gran sabio Rav Shaj fue a Aish HaTorá para un brit. Al ver muchos baalei teshuvá, gente de los orígenes más distantes, Rav Shaj dijo una idea que jamás había expresado antes (10). Citó al Naví, Hoshea: “Regresa, Israel, a Hashem, tu Dios, porque has tropezado en tu pecado” (11). Preguntó: el naví implica que la razón por la que Israel debía regresar a Hashem era porquehabían tropezado con el pecado, ¿por qué es tropezar en el pecado la razón para volver a Hashem? Respondió explicando que sabemos que por más poderoso que sea el mal, el poder del bien es mayor. Entonces, la medida en que Israel haya pecado es la prueba de que tiene el poder de hacer teshuvá. Basado en esto, Rav Shaj dijo que, si un hombre puede destruir seis millones de vidas, entonces un hombre puede salvar seis millones de vidas. Claramente se vio motivado a afirmar esta idea por las proezas que Rav Weinberg ya había realizado. Rav Hilel agregó que el hombre que causó tanta destrucción, Hitler, imaj shemó, no era una persona particularmente talentosa ni inteligente, pero igualmente logró causar una gran cantidad de daño. Entonces, cada uno de nosotros, sin importar lo simples que nos consideremos, tenemos el potencial de hacer más bien que el mal que él perpetró. ¿Cómo podemos lograrlo? Aprendiendo de Rav Nóaj y desarrollando una emuná y bitajón que nos fortalezca con la creencia de que, si Dios lo desea, podemos lograr hazañas increíbles.
Parece difícil aspirar al nivel de emuná y bitajón al que llegó Rav Nóaj Weinberg. Sin embargo, su grandeza en esta y todas las áreas no fue resultado de su talento natural, sino de años de arduo trabajo desarrollando su relación con Dios. Nos exhortaba constantemente a aprender a internalizar las Seis Mitzvot Constantes, las mitzvot que encapsulan la relación de un judío con Dios. Una forma apropiada de recordarlo sería, quizás, escuchando sus enseñanzas y fortaleciéndonos en nuestra relación con Dios mediante el estudio de esas mitzvot, comenzando con emuná (12). Esta es la clave para lograr el nivel de bitajón proactivo al que llegaron los judíos en kiriat Yam Suf y que personificó Rav Weinberg durante su vida.
Que todos ameritemos aprender de Rav Nóaj Weinberg y asegurar que sus sueños sean cumplidos, y que todo judío vuelva a su Padre Celestial.
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