Imagina que eres una huérfana criada por su tío. Estás completamente sola en este mundo, siempre preguntándote de dónde viniste realmente y si alguna vez sentirás que perteneces a algún lugar.
De repente, te obligan a casarte con un hombre que no te gusta ni respetas. Estás atrapada en un palacio extranjero, donde sólo puedes comer frutas y semillas. No hay nadie con quien puedas hablar y nada que puedas hacer más que preguntarte por cuánto tiempo tendrás que seguir viviendo esa vida que otro escogió para ti.
Esa era la vida de la Reina Ester. Ella podría haber sentido pena por sí misma, pensar que era injusto haber nacido en este mundo sin tener padres. Y cómo, después de todo su sufrimiento, fue forzada a un rol que fácilmente podría haberle quitado su dignidad y su fe. Ella podría haberse dado por vencida. Podría haberse hundido en su propia desesperación. Pero, en cambio, la Reina Ester se convirtió en una heroína. Ella mantuvo su fe y su dignidad. Se rehusó a darse por vencida incluso cuando todo parecía perdido. Ella tomó su trágica historia y la utilizó para transformar su vida.
Aquí hay cinco lecciones de transformación personal que podemos aprender de la vida de Ester:
1. El obstáculo es el camino. Ester tomó el sufrimiento que experimentó como huérfana y lo utilizó para fortalecerse. Ella sabía lo que era estar sola. Sabía que había superado el dolor de niña y que tenía la resiliencia necesaria para enfrentar nuevos desafíos. Cuando entró al palacio, ella utilizó esos obstáculos de su pasado como peldaños en vez de excusas. Ella escogió usar su dolor en vez de dejar que el mismo la sofocara.
2. Vive por algo más grande que tú mismo. Mientras más uno busca encontrar la felicidad para sí mismo en este mundo, más esa felicidad parece eludirlo. Esto se debe a que la mayor felicidad la encontramos al darles a otros y al vivir por algo más grande que nuestros propios deseos. Ester podría haber decidido adaptarse a los lujos y los placeres del palacio e ignorar al mundo y al pueblo del otro lado de sus muros. Pero Ester no vivía para sí misma. Ella había crecido en la casa de Mordejai y sabía que tenía la responsabilidad de defender a su pueblo.
3. Acércate a otros para buscar ayuda. A menudo pensamos que tenemos que forjar nuestros propios caminos sin el apoyo de nadie. Ester era la reina; ella podría haber decido usar sólo sus propios recursos para salvar al pueblo judío. Pero en cambio, decidió pedirle a cada persona de Am Israel que rezaran por ella. Ella necesitaba sus rezos. Ella sabía que, en última instancia, nos elevamos y caemos todos juntos. Ella tuvo la humildad de decir: “necesito su ayuda. Por favor, luchen a mi lado”.
4. Fe es persistencia. Cuando Ester arriesgó su vida y caminó hacia el rey para suplicar por su nación, sintió que la Presencia Divina comenzaba a abandonarla. Se sintió débil y atemorizada, como que no podía seguir adelante. Pero tener fe no significa sentirnos siempre fuertes y valientes. Fe significa persistir incluso cuando estamos agotados y asustados. Ester no se dio por vencida cuando sintió que no podía continuar. En vez de eso, ella rezó. Ella exigió saber: Dios, Dios ¿por qué me abandonaste? Te necesito. Ella encontró la fe para acercarse, para rogar tener fuerzas y para encontrar una forma de hacer posible lo imposible. Ella siguió adelante, hasta que llegó al rey.
5. Pelea contra el mal invitándolo al banquete. A menudo no podemos superar nuestros hábitos y deseos destructivos luchando directamente contra ellos. Son demasiado fuertes y demasiado engañosos para batallas frente a frente. Pero podemos engañarlos, tal como lo hizo Ester al invitar a Hamán a un banquete tras otro. Podemos hacerles sentir que son bienvenidos en nuestras vidas y luego darnos vuelta y canalizarlos en herramientas para el bien. Aprovecha el enojo para pelear por la justicia. Aprovecha la belleza para construir un hogar. Aprovecha el placer para conectarte con valores perdurables.
Purim es una oportunidad para transformar nuestros placeres mundanos en alegría espiritual. Nuestras comunidades fragmentadas en una nación unificada. Nuestra desesperanza en redención. Nuestro estancamiento en crecimiento. Sigamos el camino de la reina Ester, superemos los obstáculos y avancemos.
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