miércoles, 27 de marzo de 2019

Contextos

El dilema de Israel en Gaza

Por Gershon Hacohen 

Benjamín Netanyahu.
"A Israel le interesa que Hamás mantenga el control hasta que ésta sea expulsada de Gaza por su propio pueblo"
Es demasiado pronto para valorar el potencial de las recientes manifestaciones en Gaza para provocar un vuelco en el territorio. Sin siquiera saber cómo se podrían desarrollar los acontecimientos, en este momento está claro que el alcance de las protestas y la valerosa voluntad de los civiles de enfrentarse a Hamás dan cuenta del sufrimiento acumulado de la población.
Pasados ocho años de la conmoción que supuso la Primavera Árabe, el Gobierno de Hamás en Gaza entiende que la potencial amenaza se podría materializar a medida que crece la indignación popular.
En este momento, aunque no esté derivando en una amenaza directa para el régimen de Hamás, la furia de los gazatíes está obligando a los líderes de la organización a reconocer la necesidad de una solución inmediata, aunque sea simbólica, a la aflicción de las masas.
Desde esa perspectiva, los recientes acontecimientos pueden arrojar una nueva luz sobre varias consideraciones que ha tenido en cuenta el Gobierno israelí a la hora de adoptar sus mesuradas medidas militares ante las provocaciones procedentes de Gaza.
En el último año, al decidir las políticas y acciones relativas a Gaza, Israel ha tenido que lidiar con la cuestión básica de si una guerra general para derrotar al régimen de Hamás podría servir a sus intereses.
Los últimos acontecimientos han añadido un nuevo cariz a esas deliberaciones. Cuando era ministro de Defensa, Avigdor Lieberman insistió en que Israel debía aguardar el momento en que la población de Gaza se alzara contra el culpable de sus penurias, Hamás.
Ahora que estamos viendo las primeras protestas populares multitudinarias, se pone de relieve el dilema de Israel: ¿debería intentar aliviar los padecimientos de los gazatíes y seguir transfiriendo dinero al Gobierno de Hamás, ayudando por lo tanto a asegurar su régimen allí, o más bien suspender esas transferencias, con la esperanza de que el malestar popular haga que las tornas cambien en su beneficio?
En este momento decisivo, uno puede discernir la lógica que ha guiado la estrategia del Gobierno de Netanyahu en Gaza en la última década, basada en que a Israel le interesa que Hamás mantenga el control hasta que ésta sea expulsada por su propio pueblo.
La decisión de no emprender acciones decisivas contra Hamás, que quedó de manifiesto en la operación Margen Protector del verano de 2014 y en todas las grandes decisiones que el Gobierno israelí adoptó el año pasado, aparentemente emanan de un enfoque estratégico deliberado.
En el 40º aniversario de la firma del acuerdo de paz entre Egipto e Israel, vale la pena recordar que el entonces presidente egipcio, Anwar Sadat, tuvo la suficiente sabiduría política de dejar Gaza en manos de Israel. La carga de encontrar una solución al problema palestino en la Franja, así como en la Margen Occidental, la tuvo que soportar Israel a solas.
La desconexión entre Gaza y Ramala, iniciada por Hamás, también opera a favor de Israel. Por ahora brinda a Hamás una suerte de inmunidad, pero a la larga permitirá a Israel llegar a un mejor acuerdo para la región.
© Versión original (en inglés): BESA© Versión en español: Revista El Medio

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