lunes, 14 de octubre de 2024

DE FOREIGN POLICY

 



EL AÑO TERRIBLE, HORRIBLE Y MUY MALO DE IRAN
Teherán estaba en una posición estratégica más fuerte antes que sus satélites hundieran a la región en la guerra.
traducido por Marcela Lubczanski
Por Raphael S. Cohen

No hay escasez de miseria en el Medio Oriente hoy. Cuando la región conmemoró el aniversario de un año de la masacre de Hamas del 7 de octubre, Israel lloraba el asesinato de unos 1,200 israelíes y se preocupaba por la suerte de los 100 rehenes restantes retenidos por Hamas. Decenas de miles de palestinos han resultado muertos en la guerra consiguiente, cientos de miles están actualmente sin techo, y mucho de Gaza se encuentra en ruinas. Líbano, también, se está ahora convirtiendo en una zona de guerra. 

A menudo pasado por alto en medio de toda esta miseria está Irán, el cual también está teniendo un año terrible, horrible y muy malo. Pero a diferencia de la mayoría de los otros actores aquí, sólo se tiene a sí mismo para culpar.

Consideren adónde estaba Irán estratégicamente el 6 de octubre del 2023. Estados Unidos, devastado entre las demandas en competencia para sus fuerzas militares, estaba buscando reducir su presencia militar en el Medio Oriente. Eso acercó a Irán más que nunca a lograr uno de sus objetivos a largo plazo: librar a la región de la influencia de Estados Unidos. Israel, mientras tanto, se estaba estaba destrozando en casa por las reformas judiciales controversiales. Irán había sufrido un golpe estratégico algunos años antes con la aprobación de los Acuerdos de Abraham, los que promovieron los vínculos entre Israel y los estados árabes, pero Teherán había contrarrestado posiblemente esto en parte forjando vínculos militares más estrechos con Moscú. Cierto, Irán permaneció bajo sanciones significativas, pero la administración Biden descongeló unos u$s6,000 millones en fondos iraníes a cambio de liberar a los rehenes estadounidenses.

Ahora consideren donde está Irán apenas un año más tarde. Hamas, un satélite iraní, ha sido diezmado. Israel ha mostrado que puede llegar dentro de una casa de invitados VIP en Teherán para matar a los líderes de Hamas. Hezbola, la joya de la corona de la red de satélites de Irán ha sido mutilado al punto donde Irán necesita atacar Israel en nombre del grupo, en lugar de viceversa. El espectro político fracturado de Israel no concuerda en mucho, pero está unido en lo que respecta a hacer que Irán pague por sus ataques con misiles contra el país. Los Acuerdos de Abraham—que normalizaron la relación de Israel con los Emiratos Arabes Unidos y Bahréin—están tensas pero permanecen intactos, y la normalización entre los saudíes e israelíes sigue siendo posible en el plazo más grande, aun si no está en las cartas ahora mismo. De hecho, a pesar de la violencia, es más fácil volar a Tel Aviv desde Dubai que desde muchas ciudades europeas. Y el ejército estadounidense está una vez más aumentando en la región. Más alivio de las sanciones occidentales—en este clima geopolítico—está actualmente fuera de la mesa.

Aunque Israel enfrenta problemas estratégicos propios, al menos el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu puede argumentar que él no empezó esta guerra. Por el contrario, es una cuestión abierta en qué extensión los líderes de Irán ayudaron a planificar el ataque del 7 de octubre y prendieron en llamas la región en el proceso. Incluso si Irán se vio envuelto en uno de sus satélites siendo canalla, ciertamente tuvo un rol directo en los bombardeos de misiles contra Israel y, por extensión, en los ataques en represalia que siguieron.
Tal vez la parte positiva para Irán aquí es que pudo haber sido peor. Los ataques con misiles de Teherán—en abril y nuevamente en octubre—no lograron matar israelíes o causar daño significativo más enérgico.
Pero esto lleva al quid de la cuestión: la tolerancia de Irán al riesgo está creciendo. Disparar cientos de misiles balísticos a un adversario militarmente superior es un juego peligroso. Dispararlos mientras llama repetidamente a la aniquilación de un estado probablemente con armas nucleares, militarmente superior y respaldado por una superpotencia con un gobierno de derecha inclinado a contraatacar duro es una apuesta potencialmente suicida.

Eso no es lo único que Irán ha hecho durante el año pasado que fue tan riesgoso que podría haber amenazado la estabilidad misma del régimen, de no haber sido por la incompetencia de Teherán. Irán según se informa trató de asesinar al ex presidente estadounidense Donald Trump y a otros altos ex funcionarios de la administración Trump en represalia por la eliminación del líder Qassem Soleimani de la Fuerza Quds iraní. Afortunadamente, esas conspiraciones fueron frustradas. Pero el intento mismo fue un riesgo enorme, especialmente dado que Trump es un candidato actual para la presidencia y conocido por sus quejas. De hecho, después de ser informado sobre la tentativa de asesinato, Trump amenazó con golpear las ciudades más grandes y el país mismo [de Irán] hasta dejarlo en pedazos" si él regresa a la Casa Blanca e Irán intentara una estratagema similar.

Pero mientras que tratar de asesinar a un ex—y potencialmente futuro—presidente de Estados Unidos en suelo estadounidense es un movimiento de agallas, imaginen lo que sucedería si tal trama realmente tiene éxito. Los republicanos—muchos de quienes ya son bastante duros respecto a Irán—probablemente estarían pidiendo sangre. Los demócratas probablemente no permitirían que el asesinato de un ex presidente estadounidense quede impune. De hecho, si una cosa podría terminar la sabiduría recibida posterior a Irak y posterior a Afganistán de evitar un cambio de régimen en el Medio Oriente, podría ser asesinar a un ex presidente. En resumen, si el régimen iraní sobrevive a esta guerra, será gracias a la suerte y a su propia incompetencia.

Por supuesto, desde la perspectiva iraní, sus acciones—o al menos sus ataques con misiles--fueron impulsados por necesidades estratégicas de restablecer la disuasión después de una serie de afrontas israelíes y estadounidenses a su soberanía, tales como atacar instalaciones diplomáticas iraníes en Siria y matar a líderes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Pero hay poca evidencia que las acciones iraníes estén teniendo algún efecto disuasorio o algo parecido. En todo caso, los líderes israelíes están hablando aun más abiertamente que antes sobre el cambio de régimen en Teherán e incluso más firmemente acerca de destruir el programa nuclear iraní.

Estratégicamente, la opción más sensata para Irán en este momento sería la retirada a las sombras, reconstruir su red de satélites, y luchar otro día. Después de todo, llevaró tiempo reconstruir a Hamas y Hezbola como las fuerzas de combate formidables que fueron una vez. Al mismo tiempo, los lazos de Israel con sus vecinos árabes y el Occidente ya están desgastados, gracias al derrame de sangre de la campaña de Gaza y a la falta de voluntad de la administración Netanyahu a comprometerse con cualquier tipo de estado palestino—una victoria, aunque pírrica, para Irán. Retirarse también deja abierta la perspectiva de algún tipo de acuerdo futuro con el Occidente en el mediano plazo—lo que el presidente iraní Masoud Pezeshkian dice que quiere e incluso Trump dice que está abierto a apoyar.

Eso no es, sin embargo, lo que Irán parece intencionado en hacer. Ya sea debido a la política interna iraní, a preocupaciones de perder imagen en la escena internacional, o simplemente a un deseo de venganza, el régimen parece tener la intención de redoblar la apuesta. En un poco común sermón de los rezos del viernes, el líder supremo iraní Ali Khamenei—con un rifle a su costado en caso que alguien no entendiera el punto—elogió la masacre del 7 de octubre y prometió que Irán "no se echará atrás. Israel no durará mucho."

La aparente falta de voluntad de Irán de revertir el rumbo tiene importantes consecuencias para el enfoque de Estados Unidos y el Occidente hacia Irán. Plantea la pregunta de si amenazar a Irán con más costos será suficiente para forzar un cambio en el rumbo. Estados Unidos y sus socios europeos pueden sancionar a Irán todo lo que quieran; Israel podría bombardear los campos petroleros iraníes. Pero puede no cambiar el comportamiento iraní.

Si la disuasión por medio del castigo no funcionará, entonces Estados Unidos y el Occidente tendrán que recurrir para disuadir por medio de la negación—destruyendo la capacidad de Irán de atacar Israel y ayudar a sus satélites. Eso sería difícil de hacer, ya que requiere destruir porciones significativas de las capacidades militares de Irán en lugar de simplemente amenazar con infligir dolor. Pero si el régimen iraní parece intencionado en escalar, entonces Estados Unidos y sus aliados pueden no tener otra opción.

Y si eso sucede, aunque este año puede haber sido uno terrible para Irán, el año próximo podría ser aun peor.


Raphael S. Cohen es el director del Programa de Estrategia y Doctrina en el Proyecto Fuerza Aérea de la Rand Corporation.

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