miércoles, 25 de diciembre de 2024

del NEW YORK TIMES

 TRUMP Y BIDEN, HAGAN DE LOS REHENES SU PRIORIDAD


Por Keren Munder
Diciembre 23, 2024
(La Sra. Munder es una docente de atletismo para niños con necesidades especiales. Ella vive en Kfar Saba, Israel).
TRADUCIDA POR  Marcela Lubczanski
El 20 de enero de 1981, minutos después que Ronald Reagan juró como presidente, fueron liberados 52 ciudadanos estadounidenses retenidos como rehenes en Irán durante 444 días. Hoy, 96 rehenes en Gaza han sido retenidos por casi la misma cantidad de tiempo. Cuando la Casa Blanca cambia de manos, yo imploro al Presidente Biden y al Presidente Electo Trump que no se olviden de ellos.

Entre los rehenes hay dos niños pequeños: Ariel y Kfir Bibas, quienes tenían apenas 4 años y 9 meses cuando fueron secuestrados del sur de Israel junto con más de otros 240, incluidos un estimado de otros 40 niños. Yo conozco la suciedad, el miedo, la tortura que ellos soportan porque un año atrás, fui una de ellos. 

El 7 de octubre del 2023, mi hijo de 9 años, Ohad, y yo estábamos visitando a mis padres en el Kibutz Nir Oz. Nos despertamos con las sirenas poco después de las 6 a.m.

Por la televisión y grupos de WhatsApp, nos enteramos que los terroristas estaban cerca. Comencé a entrar en pánico. Dije a Ohad que apague la televisión y se meta bajo la cama. Escuché el sonido de ametralladoras. Apagamos las luces y cerramos la puerta del frente. Mis padres se nos unieron en la habitación de seguridad, no tenía cerradura.

Mi padre, quien caminaba con un bastón, trató de mantener cerrada la puerta de la habitación de seguridad. De pronto, había cinco hombres armados con nosotros en la habitación. Ellos tomaron nuestros teléfonos móviles y nos llevaron fuera. Allí vi una fila de coches prendidos fuego; los terroristas estaban manejando carros de golf llenos con posesiones saqueadas. Era el caos.

Nuestros captores nos pusieron a Ohad, mi madre y a mí en un carro de golf. Mi padre había caído  mientras dejábamos la casa. El estaba todavía en el suelo mientras éramos llevadas lejos.

Cuando dejábamos el kibutz, vi a un terrorista sosteniendo a un amigo de la familia de 80 años de edad con una llave de estrangulamiento. Había humo por todas partes por los incendios provocados. Cerca del cerco fronterizo con Gaza fuimos pasados a un jeep. Cuando llegamos a Gaza, parecía que todos estaban celebrando.

Fuimos mantenidos solos en una sala oscurecida y se nos dijo que estemos callados; incluso reprimimos los estornudos. El tercer día de nuestro cautiverio, escuchamos en la radio que mi hermano menor, Roee Munder, había sido asesinado. El había sido encontrado en el pasto fuera de la carcaza quemada de su casa. Durante los primeros 12 días, mi madre, mi hijo y yo fuimos mudados entre departamentos. 

El 19 de octubre nos vistieron con hijabs y nos mudaron a un hospital. Después de tres días se nos unieron otros cuatro niños y otros tres adultos. Ahora éramos cinco mujeres y cinco niños de entre 2 y 85 años de edad, amontonados en una sola habitación. Allí permanecimos por las semanas siguientes.

Teníamos poco alimento o agua. No podíamos limpiarnos. Teníamos cinco sillas y un colchón; el sueño era casi imposible. Compartíamos un lavabo; cestos de basura se convirtieron en baños. Yo cuidaba de mi hijo traumatizado mientras también consolaba a los niños que habían sido separados de sus padres. Sus preguntas me acosaban: "¿Cuándo vamos a ir a casa?" preguntaban. "¿Quién nos estará esperando cuando regresemos? ¿Dónde viviremos? ¿Quién más fue secuestrado y asesinado?"

El 24 de noviembre, como parte de un acuerdo de cese del fuego temporario negociado por EE.UU. y Catar, mi madre, mi hijo y yo fuimos enviados de regreso a Israel en el primer intercambio de prisioneros. Esa mañana nuestros captores abrieron la puerta de nuestra habitación de hospital y nos dijeron que estaríamos partiendo ese día. Al principio guardé el diario de Ohad y algo de sus obras de arte en la espalda de mi corpiño; a último minuto los dejé atrás, temiendo que seríamos cacheados.

Mi cautiverio, que pareció durar una eternidad, terminó después de 48 días. Regresar físicamente es una cosa. La recuperación no ha sido fácil; a medida que pasa el tiempo se está poniendo sólo más difícil.

Complicando la alegría de nuestro retorno estaba descubrir que mi padre estaba vivo pero era un rehén. Durante ocho meses, hice todo lo que estaba en mi poder para salvar su vida.

En agosto, nuestros peores temores se hicieron realidad: Mi papá había sido asesinado. Nosotros fuimos, perversamente, afortunados: Su cuerpo fue regresado a Israel y pudimos enterrarlo en Nir Oz. Llevamos a cabo una ceremonia para él y para Roee. Para muchas otras familias, la pesadilla continúa. Sus seres amados están todavía en Gaza, ya sea vivos, sufriendo en cautiverio, o muertos y negándoseles un entierro digno.

Presidente Biden, durante este último año usted ha apoyado a las familias de los rehenes. Usted se encontró con nosotros y trabajó para asegurar un acuerdo que terminaría esta pesadilla. Escuchamos mensajes suyos y del asesor en seguridad nacional, Jake Sullivan, por la radio cuando estuvimos en Gaza. Cuando usted ingresa en sus semanas finales en el cargo, estoy con las familias de todos los 96 rehenes en instarlo: Por favor, no se de por vencido con ellos. 

Presidente Electo Trump: Gracias por expresarse en apoyo de los rehenes. Por favor, mantenga esas palabras enérgicas. Le imploramos que siga luchando por la liberación de nuestros seres amados como una prioridad principal durante esta transición.

Veintinueve miembros del kibutz Nir Oz están todavía en Gaza, yo seguiré luchando por ellos, en recuerdo de mi padre, Avraham, y mi hermano Roee. A los que todavía están en cautiverio les digo: No descansaremos hasta que ustedes estén libres. Los rehenes no pueden esperar un minuto más.

No podemos empezar a sanar hasta que todos estén en casa.

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