LA TACTICA DE NEGOCIACION IRANI QUE LA ADMINISTRACION TRUMP NO ENTIENDE
Las sanciones y la "presión máxima" nunca han hecho que el régimen clerical abandone sus ambiciones nucleares.
Por Reuel Marc Gerecht y Ray Takeyh
Abril 19, 2025
traducida Marcela Lubczanski
A lo largo del espectro político en Teherán — desde los hoscos Guardias Revolucionarios a los más moderados diplomáticos y tecnócratas del régimen — la primera ronda de conversaciones nucleares en Omán entre Estados Unidos y la República Islámica ha sido saludada con una medida de optimismo. El inteligente y presumido ministro del Exterior de Irán, Abbas Araqchi, se declaró satisfecho. El líder supremo, Ali Khamenei, ha bendecido una segunda reunión con el enviado del Presidente Donald Trump, Steve Witkoff, agendada en Roma este fin de semana.
En otras palabras, lejos de ser una suplicante, la República Islámica está exudando confianza.
Durante demasiado tiempo los funcionarios estadounidenses se han engañado acerca de la capacidad de disuasión nuclear de las sanciones económicas. Ahora que la administración Trump ha decidido reabrir las negociaciones, es importante que entiendan mejor a su adversario, particularmente los límites de las sanciones para impactar en el comportamiento de Irán.
Sin dudas, las sanciones (junto con la mala gestión y crónica y la corrupción sistémica) han vaciado el tesoro de Irán y provocaron inflación y desempleo. El régimen apenas puede mantener las luces encendidas y periódicamente tiene que cerrar las oficinas gubernamentales y escuelas a fin de conservar la energía. Pero para los líderes del régimen que afirman conocer el pensamiento de Dios, esos problemas económicos son un precio pequeño a pagar por hacer de los iraníes mejores musulmanes. El afecto de la República Islámica por las guerras indirectas, el terrorismo y las conspiraciones antisemitas exhibe un esquema de pensamiento fundamentalmente diferente al nuestro. Las sanciones pueden causar dolor a tales creyentes. Ellas los privan de recursos. Pero no los han obligado en lo más mínimo a renegar de su fe y sus misiones.
Más consecuentemente, las sanciones nunca han hecho que el régimen clerical abandone sus ambiciones nucleares. Durante el primer mandato de Trump, su campaña de sanciones de "presión máxima" hizo daño real a la economía de Irán. Irán, sin embargo, no concedió sus activos atómicos. Hasta donde sabemos, no hubo siquiera una conversación sobre hacerlo entre los hombres importantes (y ellos son, por supuesto, todos hombres).
El acuerdo nuclear de Barack Obama del 2015, el Plan Integral de Acción Conjunto, tampoco fue el producto de las sanciones acumuladas, o al menos no únicamente el producto de las sanciones. Las conversaciones nucleares que llevaron al acuerdo se iniciaron de hecho con los europeos en el 2003 cuando George W. Bush y la guerra en ciernes en Irak aterrorizaron a Teherán (y a los europeos). La estrategia más amistosa de Obama sólo hizo progresos después que Washington hizo una concesión crucial — el "derecho" de Irán a enriquecer uranio. Los estadounidenses también hicieron una segunda concesión clave: permitir a Irán retener una infraestructura nuclear sustancial, la cual podría volver a aumentar en cualquier momento. Ali Salehi, el ingeniero nuclear educado en el MIT que probablemente fue el planificador detrás de la red de importaciones de doble uso por parte de Irán, amó el acuerdo de Obama porque garantizaría a la República Islámica un programa atómico más avanzado, y mejor financiado que podría crecer al aire libre. Fueron los términos permisivos de Obama mucho más que el alivio financiero prometido los que indujeron a la teocracia a firmar el acuerdo del 2015.
Desde la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980 hasta ahora, la República Islámica ha probado ser más resiliente de lo que esperaban sus críticos, en gran parte debido a que tiene un patrón de usar retiradas de corto plazo para buscar objetivos de largo plazo y constantes. El régimen cede terreno cuando es necesario, pero siempre da vueltas para recuperar sus concesiones.
Ustedes pueden ver este patrón localmente. Desde el año 2009, el régimen clerical ha superado numerosas protestas a nivel nacional, algunas de las cuales tuvieron chispazos económicos y todas han probado ser fatales para la teocracia. Cada vez, ni Khamenei ni sus servicios de seguridad han dudado en hacer lo que sea necesario para reprimir el disenso interno, pero también han hecho concesiones a corto plazo para retener el control. Por ejemplo, los mulahs han aliviado repetidamente las restricciones contra lo que consideran una amenaza letal — la visibilidad pública del cabello femenino — permitiendo que los pañuelos caigan temporalmente cuando el malestar amenaza al estado. Más tarde el régimen reafirma sus dictados lamentables, arrestando y golpeando a mujeres indomables. En el extranjero el régimen actúa de forma similar. Cuando Estados Unidos invadió Afganistán e Irak, Teherán se contuvo, se portó bien temporalmente, y luego ideó tácticas para asesinar y atormentar a los estadounidenses. El acuerdo nuclear de Obama encaja en el patrón: Hace concesiones menores mientras establece los medios para regresar más fuerte.
La República Islámica recientemente tuvo una mala racha, y la administración Trump podría suponer que Teherán está a la defensiva mientras las conversaciones están en marcha. El colapso de los elementos clave del "eje de la resistencia" de Teherán ciertamente han reducido su alcance imperial. Su aliado y vecino, el dictador sirio Bashar al-Assad, se ha ido, junto con el puente terrestre sirio hacia Líbano y los ejércitos indirectos que permitieron al régimen clerical proyectar poder en el Oriente árabe. En dos ocasiones el año pasado, Jerusalén demostró su capacidad de quebrar fácilmente las defensas aéreas de Irán. Los misiles de represalia y convencionalmente armados de los mulahs, en los cuales el régimen ha invertido masivamente, probaron ser tristemente inadecuados: la mayoría fueron interceptados, los que lograron pasar causaron daño mínimo y murió una niña palestina.
Trump ciertamente estaba esperando encontrar a los mulahs y funcionarios iraníes debilitados espiritualmente y dispuestos a aceptar sus órdenes. Pero, aunque Khamenei aprueba hacer concesiones tácticas en la búsqueda de objetivos de largo plazo, él se resistiría a hacerlas bajo presión, creyendo que eso seduce a sus enemigos. El clérigo también tiene que preocuparse por su flanco derecho, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. En el pasado, ellos no estaban inalterablemente opuestos a las negociaciones nucleares, o incluso a negociar con Estados Unidos (tal como comprar aviones Boeing o firmar acuerdos de desarrollo petrolero). A lo que el Cuerpo se opone es a las concesiones al Occidente que no pueden ser deshechas fácilmente. Hoy ellos desean reconstruir las defensas destrozadas y revivir a los aliados maltrechos. Para los vigilantes, el valor de un arma nuclear como la disuasión definitiva nunca ha sido más alto, lo cual es el motivo por el cual los peces gordos de Irán están discutiendo ahora la utilidad de tener armas atómicas antes y no más tarde. Los Guardias no verían bien a un anciano tambaleante. Khamenei ha tenido su lealtad en parte porque él ha promovido a los más ardientes entre ellos y defendió de forma inquebrantable a los guardias mientras ellos aplastaban el disenso, aun cuando hacerlo requirió asesinar niñas.
Los iraníes de línea dura también creen que han descifrado a Trump. En su opinión, Estados Unidos de América ya no es más una gran potencia capaz de armar alianzas e imponer sus demandas sobre regímenes recalcitrantes. Javan, el diario de los Guardias Revolucionarios, ve la falta de previsibilidad y bravuconada de Trump como maniobra diseñada para compensar la debilidad esencial de Estados Unidos: "El trata de usar su personalidad a fin de crear una atmósfera por medio de la cual poder lograr resultados drásticos."
Cuando comenzó la diplomacia entre las dos partes, Nournews, el portavoz del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, el cual toma todas las decisiones de política exterior, explicó: “Los países que han resistido los aranceles comerciales de Trump le han comunicado que no temen sus amenazas y pueden resistir la presión económica. Este tipo de resistencia podría obligar a Trump a reconsiderar sus políticas, ya que tales presiones y amenazas pueden infligir daño a la economía de Estados Unidos.”
Todo esto significa que la República Islámica ha entrado en conversaciones con la administración Trump no debido a la presión externa sino a fin de preservar los rasgos esenciales de su infraestructura nuclear en expansión — y se sienten confiados que pueden lograr esto si prosiguen las conversaciones. En el camino, el régimen clerical podría aceptar diluir su reserva de uranio enriquecido al 60%, que es cerca del grado de armas, o incluso limitar el enriquecimiento a un nivel más bajo. Sería una concesión ostentosa que no afectaría de forma fundamental la complejidad o la trayectoria del programa nuclear de Teherán. Los mulahs saben que lo que más importa es proteger sus centrifugadoras de última generación. Con mucha mayor eficiencia y velocidad, estas máquinas pueden enriquecer uranio en grado de bomba y puede ser albergado en instalaciones pequeñas que son más difíciles de detectar. De acuerdo con el Institute for Science and International Security, estas centrifugadoras avanzadas ya están listas y funcionando.
Incluso un régimen de inspección riguroso, a menos que sea apoyado por una red de información de inteligencia bien colocada, encontraría una tarea extremadamente difícil localizar estas centrifugadoras. Y basar la diplomacia y seguridad futura de un país en desarrollar y mantener una red de inteligencia humana en un país hostil es una tarea inútil. Los israelíes, quienes incuestionablemente han desarrollado una buena red de inteligencia dentro de Irán mucho mejor en su utilidad operativa que cualquier cosa que Estados Unidos haya desarrollado probablemente, nunca serían tan audaces.
El control de armas es un proceso prolongado ya que los detalles técnicos requieren negociaciones eternas entre físicos y políticos. Las fechas de expiración se deslizan y las líneas rojas tienen una forma de borrarse. Todo esto sirve bien al régimen clerical. Tales conversaciones sirven como una protección para su programa nuclear de los audaces israelíes, quienes pueden finalmente tener un consenso político de atacar los sitios nucleares de Irán aun si no están confiados en que pueden destruir las plantas de enriquecimiento subterráneas. Al régimen clerical una vez le preocupó que Trump podría animar los sueños israelíes de un embate aéreo combinado entre Israel y Estados Unidos contra la República Islámica. Con las conversaciones en marcha, ese temor ciertamente parece estar disminuyendo.
Hoy, los mulahs parecen pensar que entienden el plan de juego estadounidense. ¿Entendemos nosotros el de ellos?
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