LA MARCHA DE LA LOCURA DE SINWAR
traducida
Por Jeffrey Goldberg
Junio 23, 2025
traducida por Marcela Lubczanski
El 26 de mayo de 1967, el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, emitió la siguiente declaración sobre una guerra que planeaba iniciar: “La batalla será una general y nuestro objetivo básico será destruir Israel.” Nasser y otros líderes árabes creían que la aniquilación del estado judío era tanto segura como inminente. Varios días más tarde, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Ahmed al-Shuqayri, dijo, “Destruiremos Israel y a sus habitantes y en cuanto a los sobrevivientes—si hay alguno—los barcos están listos para deportarlos.” Cuando se le preguntó por la suerte de los judíos nativos, él dijo, “Quien sea que sobreviva permanecerá en Palestina, pero en mi opinión nadie quedará con vida.”
Un corto rato más tarde, el 5 de junio, el gobierno israelí, creyendo en la sinceridad de estas amenazas, lanzó un ataque preventivo contra Egipto y Siria, destruyendo sus fuerzas aéreas en el terreno. Seis días después, Israel había obtenido posesión de la Margen Occidental, Jerusalén Oriental, los Altos del Golán, la Franja de Gaza, y la Península del Sinaí.
Uno pensaría que Yahya Sinwar, hasta hace poco el líder de Hamas en Gaza, había absorbido las lecciones de 1967. Pero él sobreestimó sus propias capacidades, y las del "Eje de la Resistencia" liderado por Irán. Como los líderes de Irán, él habló violentamente y con gran confianza. El permitió que sus capacidades de razonamiento sean desbordadas por el conspiracionismo y la teología supremacista de la Hermandad Musulmana. El también cometió el mismo error analítico que había cometido Nasser: El subestimó el deseo de los israelíes de vivir en su patria ancestral, basando su conclusión en un entendimiento incorrecto de cómo Israel se ve a sí misma.
Al final, la masacre del 7 de octubre que ordenó Sinwar no causó la destrucción de Israel, sino que en su lugar llevó al desmantelamiento de sus enemigos. Hamas está en gran medida destruido, y la mayoría de sus líderes, incluido Sinwar, están muertos, eliminados por Israel. Hezbola, en Líbano, está debilitado integralmente. Bashar al-Assad de Siria, el principal aliado árabe de Irán, está en el exilio en Moscú, su país ahora es dirigido por musulmanes suníes hostiles a los líderes de Irán. Los cielos de Irán están bajo el control de la Fuerza Aérea Israelí, y su programa nuclear de us$500,000 millones parece ser, al menos parcialmente, escombros y polvo.
Desde Nasser no se comprobaba tan rápidamente que alguien en el Medio Oriente estuviera tan errado.
No está para nada claro cómo termina la última guerra de Medio Oriente. No está claro si Irán y sus satélites todavía poseen la capacidad de dañar a Estados Unidos e Israel en formas significativas. Y no está claro si Israel sacará ventaja de su dramática nueva realidad de seguridad. Pero por ahora, hay una posibilidad razonable que la amenaza existencial presentada para Israel por el régimen iraní—comprometido ideológicamente con su destrucción y con desarrollar un arma para llevar a cabo su visión—haya sido neutralizada, tal vez por muchos años.
En eI año 2001, el ex presidente de Irán, Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, dijo, “La utilización de siquiera una bomba nuclear dentro de Israel destruirá todo. Sin embargo," agregó él, "sólo dañará al mundo islámico." Durante tres décadas, Israel y su primer ministro con más años en el cargo, Benjamin Netanyahu, hicieron de la amenaza iraní una preocupación singular. Pero hasta la llegada de Donald Trump, ningún presidente estadounidense creía que se debería poner fin a la amenaza iraní—por tomar prestado el léxico del movimiento anti-Israel en los campus—a través de cualquier medio necesario.
Trump puede aun ser recordado como un hipócrita que prometió una salida estadounidense limpia del Medio Oriente, pero encontró su presidencia—como las de Jimmy Carter y Ronald Reagan antes que él—desesperadamente atrapados en las movedizas iraníes. Su intervención radical en el Medio Oriente puede resultar ser catastrófica, particularmente si Irán se las arregla para encontrar una forma rápida de salvar su programa nuclear. Pero él podría también ser recordado como el presidente que evitó un segundo Holocausto.
Lo que es cierto es que los componentes convencionales del Eje de la Resistencia están en estado lamentable. La demolición de este eje sucedió porque Israel, después de la humillación del 7 de octubre, reconstituyó sus capacidades de combate e inteligencia en formas destacablemente eficaces (y seriamente inflexibles), y porque Sinwar y sus aliados malinterpretaron fundamentalmente a su enemigo.
El ataque estadounidense contra las plantas nucleares de Irán sucedió porque los líderes del país malinterpretaron a Trump. Pero para ser justos con los líderes de Irán, los impulsos de seguridad nacional y política exterior de Trump han sido confusos aun para sus propios partidarios. Lo más cerca que llegué alguna vez a un entendimiento claro de sus políticas contradictorias y a veces incoherentes fue en el año 2018, en un almuerzo en la Casa Blanca con uno de sus aliados más cercanos. Estábamos discutiendo un artículo que yo había publicado algunos años antes en esta revista, sobre la política exterior de Barack Obama, y yo dije que pensaba que podría ser prematuro discernir un equivalente de Trump. El funcionario respondió, "Definitivamente hay una Doctrina Trump."
Le pedí que la describa. El dijo, “La Doctrina Trump es ‘Nosotros somos Estados Unidos de América, perra.' Esa es la Doctrina Trump.”
El funcionario continuó, “Obama se disculpó con todos por todo. El se sentía mal por todo.” Trump, dijo él, "no siente que tenga que disculparse por nada de lo que hace Estados Unidos.” Otro funcionario de la Casa Blanca lo explicó así: “El presidente cree que somos Estados Unidos de América, y la gente puede tomarlo o dejarlo."
La Doctrina Trump, pronunciada en esta forma, no deja mucho espacio para la contemplación de potenciales consecuencias. En el tema de Irán, en particular, los presidentes demócratas—Obama, muy notablemente—pasó gran cantidad de tiempo estudiando consecuencias secundarias y terciarias de las acciones teóricas estadounidenses. No está claro que Trump entienda siquiera el significado de consecuencias secundarias. Esta es una razón por la cual él atacó Irán—porque estaba frustrado, y porque podía—y una razón importante por la cual el resultado a largo plazo es incierto.
La incomprensión de Israel por parte de Sinwar fue, en todo caso, más profunda que la incomprensión de Trump por parte de Irán. Hamas y otros grupos palestinos creen que los israelíes se ven a sí mismos como implantes foráneos, y por lo tanto pueden ser llevados fácilmente a la derrota. La confianza infundada de Sinwar en las teorías del colonialismo de asentamientos y la perfidia judía debilitaron su efectividad estratégica. Sinwar estaba tan convencido de sus creencias que incluso patrocinó una conferencia en el año 2021 llamada “La Promesa del Más Allá—la Palestina Post-Liberación,” en la cual fueron discutidos planes específicos para la creación de Palestina sobre las ruinas de Israel. “Los judíos educados y expertos en las áreas de medicina, ingeniería, tecnología, e industrias civiles y militares deberían ser retenidos en Palestina por algún tiempo y no se les debería permitir irse y llevarse con ellos el conocimiento y experiencia que adquirieron mientras vivieron en nuestra tierra y gozaron de sus riquezas," decía una presentación.
El tema de esta conferencia, que fue llevada a cabo en Gaza, fue un eco de una declaración hecha por Hassan Nasrallah, entonces el líder de Hezbola, quien dijo en el año 2000, “Este Israel, con sus armas nucleares y aviones de combate muy avanzados en la región, juro por Ala, es en verdad más débil que una telaraña … Israel puede parecer fuerte desde el exterior, pero es destruida y derrotada fácilmente.” Nasrallah fue eliminado por Israel hace nueve meses.
Pedí a Yossi Klein Halevi, un miembro principal del Shalom Hartman Institute, en Jerusalén que me explique el origen de esta incomprensión. “La única forma en que puedes creer que Israel es la telaraña de Nasrallah es si crees que no tienes sustancia aquí, que no somos un pueblo arraigado," dijo él. “El problema con Sinwar es que él creyó su propia propaganda. El creyó que nosotros mismos creemos que no pertenecemos aquí. Nuestros enemigos en los mundos árabe y musulman no entienden que su percepción de Israel y de los judíos está basada en una mentira."
Como mínimo, las guerras de los últimos 20 meses han probado que los adversarios de Israel no son adeptos a analizar los fenómenos políticos y sociales como se manifiestan en realidad. Walter Russell Mead, el historiador, explicó una vez que una debilidad de los antisemitas es que tiene dificultad en enteder el mundo como funciona en verdad, y no comprenden la causa y efecto, ya sea en la política o la economía. Sinwar, Nasrallah, y el propio ayatola Ali Khamenei veían a Israel como deseaban que fuera, no como es realmente. Y en parte debido a esto, ellos colocaron sus movimientos en peligro mortal.
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