miércoles, 3 de diciembre de 2025

DE AL-ARABIYA

 HEZBOLA SIN UNA HISTORIA: EL COLAPSO DE UN MITO REGIONAL


Por Makram Rabah
Noviembre 27, 2025

Durante décadas, Hezbola levantó su legitimidad sobre una promesa singular: Que sus armas existen para disuadir a Israel y proteger a Líbano. Esta narrativa - revestida con eslóganes, imágenes de martirio, y una mitología de "victoria divina" — ha sido durante mucho tiempo la moneda política que permitió al grupo imponerse sobre el estado libanés. Pero hoy, cuando Israel libra una campaña sostenida y metódica contra el liderazgo e infraestructura de Hezbola, la base central de esta narrativa ha colapsado. La disuasión que Hezbola afirmaba encarnar nunca fue real, para empezar. Fue una ilusión — una hecha añicos no sólo por los recientes ataques israelíes, sino por la parálisis estratégica dentro del llamado "Eje de la Resistencia."

La pregunta popular planteada tras la eliminación del comandante de alto rango de Hezbola, Haytham Tabtabai, ha sido si Hezbola responderá. Pero esta pregunta se pierde un punto más fundamental: Hezbola ya no tiene más la libertad para responder. No hay "decisión de Beirut" contra "decisión de Teherán." Están sólo Teherán y los Guardias Revolucionarios que lo comandan. El grupo que una vez prometió hacer temblar a Tel Aviv no pudo siquiera montar una represalia significativa por la eliminación de su secretario-general, Hassan Nasrallah, un hecho sin precedentes para una organización levantada en torno al culto al líder. Ni Irán pudo responder a la eliminación de Qassem Soleimani con algo más que lanzamientos simbólicos de misiles. El "Eje de la Resistencia," despojado de su mitología, es expuesto como un aparato frágil y centralizado cuyas decisiones son dictadas por los cálculos de Irán – unos que hoy están restringidos, cautos, y son profundamente pragmáticos.

Esta realidad desmantela la afirmación central de Hezbola: Que representa un proyecto autónomo de resistencia libanesa. La consigna fundadora de la organización – “La Revolución Islámica en Líbano” – no es una metáfora. Es una declaración de misión literal. Durante años, Hezbola usó el barniz del nacionalismo libanés para enmascarar su subordinación estructural a Teherán. Pero los acontecimientos desde el 7 de octubre han quitado por completo la máscara. Hezbola abrió el frente norte no para proteger a Líbano, sino para apoyar a Hamas, en una decisión coordinada directamente con Irán. El resultado no fue la disuasión sino muy lo opuesto: La campaña israelí más expansiva contra territorio libanés desde el año 2006, una que continúa a voluntad, sin ser desafiada.

El estado libanés, mientras tanto, se ha rendido totalmente ante la narrativa de Hezbola. Los funcionarios repiten, casi por reflejo, que el desarme es imposible "bajo ocupación," ignorando el hecho que fueron las propias acciones de Hezbola el 8 de octubre las que volvieron a invitar la dinámica de la ocupación a la frontera. La postura del gobierno no es neutralidad; es complicidad. La soberanía libanesa hoy está suspendida entre dos fuerzas: Israel, la cual actúa militarmente con poca restricción, y Hezbola, el que actúa políticamente con completa impunidad.

La estrategia de Israel es igualmente clara. No está buscando una invasión terrestre que ofrecería a Hezbola el terreno del que depende para la guerra asimétrica. En su lugar Israel está librando una campaña definida por la precisión, dominio de la información, y un tempo implacable. Está aniquilando a los comandantes de la línea del frente de Hezbola, atacando su infraestructura, y atacando dentro de los campamentos de refugiados palestinos cuando es necesario – todo mientras niega al grupo cualquier escenario en el cual pueda afirmar una victoria simbólica. El mensaje es inequívoco: Israel se ha adaptado; Hezbola no lo ha hecho.

Mucho se ha hablado de las "reservas de cohetes" de Hezbola y su presunta preparación para una confrontación a gran escala. Pero este arsenal es estratégicamente inútil sin la capacidad de desplegarlo dentro de un plan operativo que Irán esté dispuesto a apoyar. La premisa de la disuasión de Hezola era que Israel temía a la repercusión política que a las pérdidas en el campo de batalla. La premisa colapsó al instante en que Israel redefinió su cálculo político tras el 7 de octubre. Cuando Hezbola esperaba que la presión interna israelí restringiera a Netanyahu, leyó mal la situación por completo. En su lugar, la larga guerra fortaleció el consenso político de Israel y garantizó la escalada continua.

Dentro de Líbano, el último argumento restante de Hezbola es que necesita una invasión terrestre para demostrar su fuerza – una invasión que Israel tiene todo incentivo para evitar. Sin tal invasión, Hezbola no puede desplegar sus sistemas contra blindados o involucrarse en combate de corta distancia, que forman la espina dorsal de sus autopromocionadas capacidades. Israel no tiene ninguna intención de conceder a Hezbola esa oportunidad. El campo de batalla está siendo moldeado por la superioridad aérea, infiltración de inteligencia, y ventaja tecnológica de Israel – dominios en los cuales Hezbola y el CGRI siguen siendo seriamente superados.

El estado libanés, por su parte, no está meramente ausente, sino estructuralmente paralizado. Ha adoptado al por mayor la narrativa del Eje, convirtiendo el error de cálculo del 8 de octubre en una doctrina nacional. La afirmación que Líbano simplemente debe "esperar que pase" la campaña de Israel se basa en la fantasía que la supervivencia de Hezbola está atada inherentemente a la supervivencia de Líbano. En realidad, es lo opuesto: Las elecciones de Hezbola están arrastrando a Líbano hacia un desastre que no se puede permitir, y el agotamiento militar del grupo ya ha llegado al punto que socava su futuro dominio interno. La pérdida de los comandantes de cuadros, particularmente de los combatientes de las primeras generaciones, es irreemplazable. Ninguna movilización ideológica puede compensar ese vaciamiento.

La verdad es descarnada: Hezbola nunca fue creado para liberar Palestina o defender Líbano. Fue creado como una extensión del proyecto revolucionario de Irán – una armadura armada para ser desplegada en momentos que sirven a los intereses de Teherán. El 7 de octubre fue uno de tales momentos. Pero la conmoción regional que siguió ha arrinconado al Eje que la fortaleció. Hezbola ahora se encuentra librando una guerra que no diseñó, a un ritmo que no puede controlar, y bajo normas dictadas por un adversario que ya no teme a su mitología.

Líbano se encuentra hoy en la línea de falla de este colapso estratégico. Lo que surja de esta confrontación no dará simplemente forma al futuro de Hezbola, sino al paisaje político entero del país. La ilusión de disuasión se ha evaporado. Lo que queda es una milicia despojada de su mito, un estado despojado de su agencia, y una región que se está moviendo decisivamente hacia el desmantelamiento del aliado más preciado de Irán – no a través de la resistencia, sino a través de su propia extralimitación estratégica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.