jueves, 4 de diciembre de 2025

DE ARUTZ SHEVA

 REGRESA LA MALDICION DE ADRIANO- PALESTINA ES JUDEA

Adriano renombró a Judea para aniquilar la identidad judía; los panárabes modernos se renombraron a sí mismos para apropiarse de esa identidad.

Por Dr. Michael L. Wise
Noviembre 22, 2025

Emperor Hadrian
Emperador Adriano
El Dr. Michael Wise es un fundador e inversor en numerosas empresas de tecnología. El es graduado de la Universidad Yeshiva y tiene un doctorado en Física Teórica de la Universidad Brandeis, es el coautor del estudio de demografía de Israel (BESA), y ha publicado numerosos artículos sobre la soberanía y demografía de Israel en Judea y Samaria.

Hace casi dos milenios, el Imperio Romano aprendió que no podía extinguir al pueblo judío solamente por medio de la espada. Después de la revuelta de Bar Kojba (132-135 D.C.), el emperador Adriano arrasó las ciudades de Judea, reconstruyó Jerusalén como un puesto de avanzada pagano, y recurrió a un arma diferente: él renombró a la tierra “Syria Palaestina,” transplantando el recuerdo de los largamente desaparecidos filisteos para cortar a los judíos de su patria.
La nación judía, sin embargo, absorbió el trauma, se apegó a sus rezos, y finalmente regresó en fuerza. Pero el giro final del cuchillo de Adriano nunca abandonó totalmente el campo de batalla. Hoy reaparece en los salones diplomáticos, en puntos de conversación en medios de comunicación, y en cánticos en los campus que insisten en que "Palestina" es antigua e Israel es una impostora ("Libre, libre Palestina desde el río hasta el mar").
La guerra moderna por la legitimidad de Israel todavía está siendo librada con la maldición de Adriano.
El 17 de noviembre del 2025, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó la Resolución 2803, que respalda explícitamente "un camino al estado palestino" como parte de un plan de paz integral. Trece naciones votaron a favor, dando efectivamente aprobación oficial a la ficción que un pueblo "palestino" requiere su propio estado soberano. La resolución fue aprobada a pesar del hecho que en 1977, Zahir Muhsein, un líder de alto rango de la facción al-Sa'iqa de la OLP, dijo al diario holandés Trouw, “El pueblo palestino no existe. La creación de un estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel.” Todo gran líder árabe que promovió el mito palestino-desde Muhsein a Arafat pasando por Shukairy-admitió que era una invención táctica. Estos líderes sabían que nunca hubo una así llamada "nación árabe palestina" con su propia historia, idioma, o cultura distinta de otros pueblos árabes.
No obstante, EE.UU. cree, a pesar de la evidencia en contrario suministrada por terroristas de Hamas desde el 2007, que apoyar la creación de un estado árabe palestino llevará a un Medio Oriente pacífico y próspero. Estados Unidos habla de legitimar un camino que lleve a una solución de dos estados sobre tierra puesta a un lado unánimemente, por la Sociedad de Naciones en 1922 en el Mandato para Palestina, como el Hogar Nacional Judío.
Noten que el Mandato sólo se refiere a los residentes locales. ­¡Ninguna referencia siquiera a los árabes! Los palestinos por entonces eran los habitantes judíos de la tierra que había sido extraída del fallido imperio otomano y puesta a un lado como el Hogar Nacional Judío.
El Consejo de Seguridad en su sabiduría, a solicitud de Estados Unidos, acaba de elegir legitimar en el nivel más alto de la diplomacia internacional, la maldición de Adriano transformando un castigo romano en un imperativo diplomático moderno. Cuando las naciones más poderosas del mundo votan para reconocer a un pueblo cuyos propios fundadores declararon inexistente, la guerra propagandística ha logrado su victoria final.
Mucho antes que Muhsein hablara, otros líderes árabes dejaron un rastro en papel que expone la mascarada de décadas:
- En 1956, Ahmed Shukairy dijo a las Naciones Unidas, “Tal criatura como Palestina no existe en lo absoluto. Esta tierra no es más que la parte sur de la Gran Siria.” En 1964, Gamal Abdel Nasser de Egipto lo contrató como presidente de la nueva Organización para la Liberación de Palestina ("Liberación" de la Israel anterior a 1967).
-El ex dictador sirio Hafez al-Assad describió repetidamente a Palestina como “una parte inseparable del sur de Siria.”
-El Rey Hussein de Jordania, cuya familia hachemita fue importada por los británicos desde Arabia para gobernar sobre la población árabe local al Este del Río Jordan, casi fue derrocado en el “Septiembre Negro de 1970” por Yasser Arafat, afirmando ser el líder de una nación palestina ficticia. 
-Pero el mismo Arafat dijo a Oriana Fallaci en 1970, que “Palestina no es más que una gota en un océano enorme. Nuestra nación es la nación árabe que se extiende desde el Océano Atlántico al Mar Rojo y más allá.”
-El Profesor Juhan Hazam dijo que antes de la Declaración Balfour de 1917 “no había ninguna Palestina como una unidad política o geográfica.”
-El notable árabe local Abd al-Mahdi testificó ante la Comisión Peel en 1937: “No hay tal tierra. Palestina es un término inventado por los sionistas."
Adriano renombró a Judea para aniquilar la identidad judía; los panarabistas modernos se renombraron a sí mismos para apropiarse de esa identidad.
En el 2007, de pie en Annapolis, el Presidente George W. Bush ensalzó "dos estados para dos pueblos." Pero sólo un pueblo, la nación judía, tiene un linaje histórico, religioso y legal ininterrumpido que lo vincula con la Tierra de Israel. El otro, por la admisión de sus propios fundadores, es una construcción diseñada para tener influencia diplomática. Sin embargo, los diplomáticos occidentales repiten el mantra tan a menudo que se siente axiomático.
Los líderes mundiales hablan de una "solución" de dos estados. Muchos de ellos tienen buenas intenciones, si no están groseramente desinformados. Incluso personas totalmente comprometidas con la seguridad de Israel han creído en el mito que la prosperidad y la reforma repentina llevarán a una existencia utópica entre Israel y una nación árabe amante de la paz en la anterior margen occidental del Reino Hachemita de Transjordania. Nada podría estar más alejado de la verdad.
El así llamado camino a un estado pacífico al oeste del río Jordan dentro de la Judea/Israel histórica es inexistente.
Los estrategas árabes aprendieron tras la Guerra de los Seis Días que no podían derrotar a Israel con tanques, entonces adoptaron una imagen de victimización. Los medios noticiosos internacionales fueron inundados con narrativas de un "pueblo palestino" desposeído que se rebela contra la "ocupación israelí," desvirtuando la realidad que un pequeño estado judío estaba repeliendo a un vasto bloque árabe.
Cuando la declaración de Lord Balfour garantizó un “hogar nacional para el pueblo judío en Palestina,” él pensó que estaba usando una abreviatura geográfica. De hecho, él revivió la maldición de Adriano y plantó las semillas de la confusión de hoy. Los mismos funcionarios británicos admitieron que el término no tenía ninguna sustancia nacional; un informe de 1938 a la Sociedad de Naciones decía llanamente, "El nombre 'Palestina' no es un país sino una región geográfica." Sin embargo, los cartógrafos de Sykes-Picot ya habían escrito “Palestina” en sus mapas de partición, y los propagandistas aprovecharon la etiqueta. Si la tierra podía ser renombrada, entonces así podía serlo la titularidad.
Si los líderes de Israel ceden a la premisa que la tierra es “palestina”, esa concesión transforma a toda comunidad israelí a lo largo de la Línea Verde e incluso dentro de los límites anteriores a 1967 en una “ocupación.” Una vez que la patria bíblica es renombrada, los judíos se convierten en intrusos históricos, no importa cuantos fragmentos arqueológicos lleven inscripciones en hebreo.
Los árabes entendieron esta posición ventajosa hace décadas. Su guerra propagandística es dirigida a borrar el nombre mismo de Eretz Israel, la Tierra de Israel, del vocabulario mundial, porque una vez que el nombre desaparece, el reclamo colapsa. Israel ha sido lenta en darse cuenta que está combatiendo una guerra de identidad en la cual la rendición puede ser firmada con palabras en lugar de balas.
El Estatuto Nacional Palestino primero inventa un pueblo; luego deslegitima a Israel como un transplante colonial; y finalmente, una vez que Israel es debilitada políticamente y demográficamente, será absorbida dentro del orden árabe existente.
Los Acuerdos de Oslo, saludados en las capitales occidentales como un avance de la paz, funcionaron como el caballo de Troya que previó Muhsein: quitaron legitimidad a Israel y armaron una autoridad que promete en su documento fundador disolverse en una nación árabe más grande en el instante que caiga Israel.
Cuando ciertos libros de texto israelíes adoptan el idioma de "territorios palestinos," ellos contrabandean dentro del aula la maldición de Adriano. Cuando algunos diplomáticos israelíes repiten "dos estados para dos pueblos" sin aclarar que uno de esos "pueblos" es una invención política, ellos señalan a aliados y adversarios por igual que Israel duda de su propio reclamo exclusivo a Eret Israel. Cuando los periodistas occidentales describen a Tel Aviv como la capital israelí mientras llaman a Jerusalén una "ciudad disputada," ellos recrean el intento de Adriano de cortar el corazón judío de su cuerpo.
La reciente Resolución 2803 del Consejo de Seguridad de la ONU, que respalda un camino al estado árabe palestino, representa el último ejemplo de las instituciones internacionales codificando una falsedad histórica en realidad diplomática.
Los diplomáticos israelíes deben desafiar a todo miembro del Consejo de Seguridad que votó por esta resolución con las admisiones documentadas de los líderes árabes que crearon la "identidad" árabe palestina. Los secretarios de prensa deberían ser confrontados con las citas de Muhsein, Arafat, y Shukairy que admiten el engaño. Los programas de intercambio educativo deberían requerir que participantes de la Autoridad Palestina admitan el contenido de su propio estatuto. Los medios noticiosos internacionales deberían ser desafiados cada vez que se refieren a la "tierra palestina ocupada" sin admitir que el nombre mismo fue una ficción impuesta.
Al impulsar este rigor, Israel no se está involucrando en semántica; está defendiendo el prerrequisito para cualquier paz duradera--el reconocimiento que el pueblo judío es indígena de su propia patria.
Adriano se ha ido hace mucho tiempo, pero sus herederos marchan bajo nuevas banderas. Ellos no necesitan legiones cuando los diplomáticos, periodistas, e incluso algunos israelíes dirán su maldición por ellos. Romper ese hechizo requiere valentía, claridad, y un rechazo a tercerizar la historia judía en los que desean reescribirla.
La tierra no es Palestina. Nunca fue. Es Eretz Israel, la Tierra de Israel--la única patria que el pueblo judío ha conocido, la joya por la cual ellos rezaron a lo largo de milenios, y la herencia que ellos nunca más deben permitir nuevamente que nadie, emperador o propagandista, le cambie el nombre y la quite de la existencia.
(Nota del editor: Los sabios talmúdicos maldijeron a Adriano, diciendo, "que sus huesos sean aplastados" debido a la represión brutal por parte de Adriano de la revuelta de Bar Kojba (132-136 DC) y sus subsiguientes duros decretos dirigidos a erradicar el nacionalismo y práctica religiosa judíos.)

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