WASHINGTON FINALMENTE SE ENFRENTA A LA HERMANDAD MUSULMANA
Por Mark Dubowitz y Mariam Wahba
Noviembre 24, 2025
Tras semanas de insinuar que era inminente un gran cambio de política, el Presidente Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva (EO) el 24 de
noviembre ordenando que los Departamentos de Estado y del Tesoro inicien el proceso de designar a los componentes de la Hermandad Musulmana como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTOs) y Terroristas Globales Designados Especialmente (SDGTs).
Al hacerlo, la administración Trump ha zanjado un largo debate acerca de cómo abordar mejor al siempre creciente movimiento islamista, evitando los errores estructurales que frustraron los intentos estadounidenses previos por atacar a la Hermandad.
Durante años, Washington ha estado dividido acerca de cómo enfrentarlo. Una parte ha presionado por una designación generalizada, abarcativa de todo el movimiento, tratando a la organización como una entidad única y monolítica. La otra ha argumentado en favor de una estrategia selectiva, basada en la rama, poniendo en la lista negra los brazos individuales de la Hermandad que cruzan la línea del extremismo hacia el terrorismo. La Orden Ejecutiva adopta la última estrategia, enfocándose en un marco de designación que puede soportar el escrutinio judicial y agilizar la aplicación de la ley.
Durante décadas, la Hermandad se ha descripto como un movimiento global unificado. Esa narrativa siempre ha exagerado el grado de la autoridad central, pero está particularmente obsoleta hoy. La moderna Hermandad es una red extensa de filiales nacionales, aliados ideológicos, y afiliados autónomos que comparten un linaje histórico pero no una cadena de mando unificada. Algunas filiales se involucran en la política local, otras mantienen alas armadas, y muchas operan en la zona gris entre el activismo y la militancia.
Esta fragmentación no es ni incidental ni reciente. Es un rasgo definitorio de la Hermandad, y entenderlo es esencial para los responsables políticos estadounidenses que buscan enfrentar las amenazas que presenta el movimiento.
En virtud de la ley de EE.UU., la designación de Organización Terrorista Extranjera requiere cumplir tres estándares claros: la organización debe ser extranjera; debe involucrarse en o retener la capacidad e intención de involucrarse en terrorismo; y sus actividades deben amenazar a los nacionales estadounidenses o la seguridad nacional de Estados Unidos. Estos criterios claros, establecidos en la Sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, son intencionalmente rigurosos. Ellos existen para garantizar que esas designaciones ataquen amenazas reales en lugar de redes ideológicas amplias y poco definidas.
Esta realidad legal y organizacional explica por qué fracasaron los intentos previos de designar a la Hermandad. Washington no podía apuntar a un cuartel general central, a una única estructura de liderazgo, o a una cadena ininterrumpida de control operativo. Los intentos en el 2015 y durante la primera administración Trump se estancaron exactamente por estas razones.
El caso de Hamas, la rama de Gaza de la Hermandad, ilustra la lógica de una estrategia basada en las ramas. Estados Unidos designó a Hamas en 1997 luego de una campaña sostenida de ataques terroristas. Esa designación se enfocó en la rama que cumplía con los requisitos legales mientras dejaba a otras partes de la red para que fueran evaluadas individualmente. La nueva Orden Ejecutiva establece un proceso permanente entre agencias para extender este marco a ramas adicionales de la Hermandad que cumplen independientemente con los criterios para la designación del estátus de Organizaciones Terroristas Extranjeras(FTO) o de Terroristas Globales Designados Especialmente (SDGT).
Este marco ofrece varias ventajas. Primero, permite la acción inmediata contra las ramas más peligrosas de la Hermandad, incluidas las involucradas directamente en terrorismo o conflicto armado y los medios y ecosistemas financieros que los facilitan. Segundo, permite una secuenciación disciplinada. Las designaciones se basarían en los casos más claros, aislando el proceso de las vulnerabilidades evidenciarias que han debilitado los intentos pasados. Tercero, preserva la integridad de las autoridades contraterroristas estadounidenses garantizando que las herramientas FTO y SDGT sean aplicadas a organizaciones que cumplen genuinamente el criterio legal en lugar de un movimiento ideológico amorfo. Cuarto, evita la inclusión generalizada de actores políticos cuyas actividades, aunque objetables o iliberales, no llegan al nivel de terrorismo y cuya designación no soportaría la revisión judicial. Finalmente, facilita la coordinación con los aliados, muchos de quienes ya han designado a grupos específicos de la Hermandad, pero han evitado prohibiciones abarcativas del movimiento por las mismas razones legales que restringen a Estados Unidos.
Si bien la Orden Ejecutiva identifica formalmente las primeras tres ramas apuntadas — las de Egipto, Jordania y Líbano — otras ramas de la Hermandad podrían también cumplir los criterios para la revisión futura. El Partido Al-Islah de Yemen, presentado durante mucho tiempo como una organización política, incluye a figuras principales con vínculos profundos con al-Qaeda y mantiene elementos armados acusados de colaborar con una FTO designada por Estados Unidos, los hutíes. Además de estas, otras entidades vinculadas con la Hermandad, como sus muchos medios noticiosos, pueden también ordenar atención a medida que se acumula la evidencia. Empezando con los tres capítulos nombrados, la administración establece un marco que puede expandir metódicamente para incluir ramas y afiliados adicionales que satisfacen independientemente los umbrales legales para la designación de FTO o SDGT.
Estos ejemplos subrayan por qué Estados Unidos debe abandonar la ficción de una Hermandad Musulmana unificada y adoptar una estructura que refleje la realidad operativa. Una designación que abarque al movimiento colapsaría docenas de actores dispares dentro de una única entidad que no existe en la práctica y no puede ser demostrada en los tribunales. Un enfoque basado en las ramas permite a Washington aplicar presión metódicamente, construir casos secuencialmente, y seguir una campaña contraterrorista a largo plazo enfocada en la ejecución.
La tarea central ahora es la ejecución. Los Departamentos de Estado y del Tesoro deben compilar registros probatorios, buscar secuencialmente las designaciones, y mantener la disciplina que ha eludido los esfuerzos previos. Una estrategia estadounidense sostenible requiere reconocer que la Hermandad no es una organización sino una red de ramas, algunas de las cuales cumplen incuestionablemente los criterios para el estátus de FTO o SDGT. El reto es apuntar directa y sistemáticamente a esas ramas, sin colapsar el ecosistema entero en una abstracción impracticable.
Esa es la estrategia que ha adoptado ahora la administración, y es la estrategia que puede tener éxito donde fallaron campañas anteriores.
Mark Dubowitz es ejecutivo principal en la Foundation for Defense of Democracies (FDD), donde Mariam Wahba es una analista investigadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.