domingo, 28 de diciembre de 2025

de FRONT PAGE

CUANDO CONTRAATACARA EL OCCIDENTE?
Los hombres del Occidente están en guerra- y deberían empezar a actuar en consecuencia.

Diciembre 23, 2025


Once días antes de Navidad, yihadistas lanzaron un ataque en una famosa playa australiana durante una festividad de Januca, matando a 15 asistentes. Tal violencia es parte de una campaña en una guerra contra los “infieles” que empezó hace 1500 años con el surgimiento del Islam, cuyas primeras víctimas fueron judías. En 1996, el científico político Samuel P. Huntington en su libro El Choque de Civilizaciones nombró a esta historia "las fronteras sanguinarias del Islam."
A pesar de su precisión, la frase de Huntington fue condenada rápidamente como racista o intolerante por las tropas de choque de la corrección política que han seguido la dudosa teoría del "orientalismo" del profesor Edward Said, del libro de 1978 del mismo nombre.
Este híbrido de historia falsa––lingüística posmoderna y relativismo radical cognitivo; odio y resentimiento de la civilización y cultura occidentales, y tópicos marxistas fallidos––predicaba que “en lo que todo europeo podía decir sobre el Oriente, era consecuentemente un racista, un imperialista, y casi totalmente etnocéntrico."
Por ejemplo, la “yihad” es una construcción creada por imperialistas y racistas occidentales para justificar la dominación occidental del Medio Oriente, especialmente el "colonialismo de asentamientos" de Israel impuesto sobre los "palestinos." En el 2002 durante la guerra de EE.UU. contra el terrorismo, un profesor de Georgetown expurgó astutamente en el Washington Post el significado de “yihad” afirmando que en verdad denota “esforzarse o luchar con ahínco para realizar la voluntad de Dios, llevar una vida virtuosa, crear una sociedad justa y defender al Islam y a la comunidad musulmana."
Omitido está cómo uno logra todos esos objetivos. Presten atención al Ayatola Khomeini, el reverenciado arquitecto de la Revolución Islámica iraní, quien en 1942 escribió:
“Los que estudian la yihad entenderán por qué el Islam quiere conquistar el mundo entero. Todos esos países conquistados por el Islam o a punto de ser conquistados en el futuro estarán marcados para la salvación eterna."
Y él enfatiza que para hacer que esto suceda será librada la guerra incesante: “Los que no saben nada de Islam fingen que el Islam aconseja contra la guerra. Los [que dicen esto] son tontos. El Islam dice: ¡Mata a todos los infieles así como ellos te matarían! . . . El Islam dice: ¡Cualquier bien que existe es gracias a la espada y en la sombra de la espada! ¡No se puede hacer obediente a la gente excepto con la espada! ­¡La espada es la llave al paraíso, que puede ser abierto sólo para los guerreros santos!”
Sin embargo, a pesar de tal exégesis de la “yihad” confirmada por múltiples musulmanes devotos, en el Occidente laicizado todavía persiste la "negación de la yihad," aun después de los asesinatos masivos del 11/S llevados a cabo por atacantes suicidas. La expresión históricamente correcta de Samuel Huntington "las fronteras sanguinarias del Islam” ha sido anatematizada por académicos politizados y sus mini-yo en la izquierda.
Esos progresistas sólo siguen insistiendo en que los occidentales son los agresores contra la guerra defensiva de los musulmanes, mientras ignoran a los yihadistas desde Khomeini al ISIS, y las décaas de árabes palestinos masacrando a los judíos que viven en su patria ancestral––una guerra santa obedeciendo las escrituras islámicas, su doctrina e historia apoyadas por miles de años de guerra. Nuestros servicios de inteligencia se rehúsan a identificar al enemigo real––una civilización islámica que aprueba tal asesinato como el medio justificado para establecer el dominio religioso y político del Islam en cumplimiento de la voluntad de Ala.
Quienes asesinan activamente al servicio de esta visión tampoco son alguna especie de deformación neurótica del Islam creada por condiciones peculiares del siglo XX y el imperialismo y colonialismo occidentales. Más bien, desde su nacimiento en el siglo VII D.C., el Islam se extendió a sangre y fuego, creando conversos como un subproducto de la conquista y la ocupación. Recuerden cuánto del Medio Oriente moderno había sido durante siglos greco-romano y judeo-cristiano, o sea, occidental, antes del surgimiento del Islam. Turquía, Líbano, Israel, Jordania, Siria occidental, el norte de Egipto, el norte de Africa, e Irak occidental––fueron transformados todos en la “Casa de Ala” por medio de conquista violenta y ocupaciones de las cuales la mayoría persiste hasta el presente.
Recuerden también, que los musulmanes ocuparon la mitad de España durante 7 siglos, y que tan tarde como en el siglo XVII, los turcos otomanos estaban asediando los muros de Viena, a la que finalmente demolieron y ocuparon. La propaganda actual sobre el Islam como la "religión de paz," como dijo bochornosamente el ex Presidente George Bush durante la guerra afgana, es desmentida por catorce siglos de guerra agresiva contra los considerados "infieles" destinado a ser llevados al sometimiento a los musulmanes, a quienes el Corán nombra "la mejor de las naciones."
La diferencia hoy es que las disfunciones políticas y culturales el Islam, puestas al descubierto por la modernidad, significan que este imperativo tradicional de dominar al infiel por medio de la victoria en la batalla no puede ser realizado. El dinamismo cultural del Occidente––creado por la ciencia, el capitalismo del libre mercado, la tecnología, los derechos individuales y la libertad, el imperio del derecho, y la separación de religión y estado––todos cambiaron el “choque de civilizaciones” para la ventaja del Occidente.
Y con el tiempo, la superioridad del Occidente llevó finalmente a la destrucción del Imperio Otomano, y a la imposición de la voluntad política de Europa y a los intereses sobre una civilización que durante un milenio había depredado, ocupado, conquistado y esclavizado a sus pueblos. El desmembramiento de ese último imperio islámico después de la Primera Guerra Mundial––no la creación de Israel––es la verdadera “catástrofe bochornosa” a la que se refirió Osama Bin Laden en uno de sus sermones, y que su terrorismo sangriento buscó revertir.
Pero el Occidente tiene sus debilidades: la más importante es el declive de la religión y la fe en una elección subjetiva de estilo de vida, y, como la describió el Papa Benedicto XVI, “la expresión de una consciencia que quisiera ver a Dios erradicado de una vez por todas de la vida pública de la humanidad y recluido en la esfera subjetiva de los residuos culturales del pasado." Esta disminución de la Cristiandad ha quitado las vallas espirituales de la moralidad, principios y leyes del Occidente capaces de restringir las pasiones destructivas de la humanidad.
Como dijo John Adams,
“No tenemos un gobierno armado con el poder suficiente para lidiar con las pasiones humanas desenfrenadas por medio de la moralidad y religión. La avaricia, la ambición, la venganza, o la galantería, romperían las cuerdas más fuertes de nuestra Constitución como una ballena atraviesa una red. Nuestra Constitución fue hecha sólo para un pueblo moral y religioso. Es enteramente inadecuada para el gobierno de cualquier otro."
Tales beneficios del laicismo se aplican a todos los gobiernos libres y gobernados por los ciudadanos, lo que es el motivo por el cual regímenes totalitarios como el comunismo no permiten la libertad o las religiones o cualquier otra autoridad que ellos no controlen. Porque "si Dios está muerto," como escribe Dostoievsky, “todo está permitido.”
Aparte, la marginalización de la religión crea un vacío espiritual que es llenado enseguida por religiones del "mercado negro", especialmente ideologías políticas como el fascismo, el etno-nacionalismo, o el marxismo, que a menudo imitan rasgos deformados de la Cristiandad.
Para mucha gente incluso la Ciencia funciona como una fe, lo que muchos filósofos del Iluminismo y científicos hoy creyeron. Su himno es el cántico juvenil de John Lennon al ateísmo, Imagine, el cual predica “Imagina que no hay ningún cielo. . . Ni infierno debajo de nosotros, por encima de nosotros sólo el firmamento . . . Nada por lo que matar o morir/Y ninguna religión tampoco.”
Los musulmanes en guerra con nosotros creen profundamente en Ala y en que tienen algo por lo que vivir, matar y morir: convertir o destruir a los infieles para que cumplan los mandamientos de Ala y ganar una eternidad en el paraíso. Eso los hace enemigos formidables cuyas creencias no podemos negociar o sobornar. Porque, como los musulmanes han dicho a los enemigos durante 1500 años, “Nosotros amamos la muerte como ustedes aman la vida.”
Todos estos rasgos del Occidente son obviamente diametralmente opuestos al Islam, y hacen del Occidente su enemigo permanente. Y la debilidad o ausencia de fe en el Occidente paraliza a los occidentales en el conflicto con el Islam.
Aceptar que estamos de hecho comprometidos en una lucha de valores fundamentales y creencia fundacionales rivales, en lugar de en una batalla contra una minoría marginal de "radicales," significa reconocer una realidad aciaga y triste. Porque la historia muestra que todas esas luchas, como nuestra Guerra Civil, son resueltas a través de violencia masiva y definitiva. Los principios y visiones profundamente sostenidos de la realidad espiritual y valor trascendental, no son regateados o negociados. Sólo se renuncia a ellos cuando es mostrado que el precio de mantenerlos es horroroso.
En verdad, para el verdadero creyente, la voluntad de su oponente de negociar, regatear, o mostrar tolerancia respetuosa es estimada como una señal de creencia débil en los principios centrales, y entonces alienta al enemigo a seguir con la lucha.
Reconocer la verdadera naturaleza de la lucha contra el islamismo tendría consecuencias serias. Primero, daría de baja la propaganda que afirma que hay un electorado musulman "moderado" generalizado ansioso por llevar a sus sociedades al mundo moderno y a aceptar la carga central de la modernidad exitosa––democracia liberal, derechos humanos, libertad de religión, reconocimiento de las identidades sexuales, y economías de libre mercado.
En su lugar, nosotros diríamos que esos presuntos moderados se levanten o se callen: ya no daremos crédito a sus lágrimas de cocodrilo tras un espantoso ataque terrorista, sino que demandaremos acciones concretas contra los asesinos en medio de ellos. Por ejemplo, Siria tendría que ser puesta sobre aviso que las oficinas de Hamas y Hezbola en Damasco y Catar serán cerradas, ya sea por su gobierno, o por misiles crucero y marines de Estados Unidos.
Basta de sanciones simbólicas y oraciones ruidosas ante una O.N.U. corrupta e indiferente y personas apocadas en las capitales europeas. Los hombres del Occidente están en guerra, y deberían empezar a actuar en consecuencia.
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Bruce S. Thornton es un Miembro Shillman en Periodismo en el David Horowitz Freedom Center, profesor emérito de clásicos y humanidades en la Universidad Estatal de California, Fresno, y miembro investigador en la Hoover Institution. Su último libro es "Peligro y Descontentos de la Democracia: La Tiranía de la Mayoría de los Griegos a Obama.

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